Del "infierno" a un nuevo mundo de alianzas con sello español, lo que deja la primera gran jornada de la COP27

Del "infierno" a un nuevo mundo de alianzas con sello español, lo que deja la primera gran jornada de la COP27

La irrupción de los líderes recién nombrados, la creación de un proyecto contra la sequía impulsado por España y el mensaje de la ONU centran una sesión intensa y extensa en la Cumbre del Clima.

Pedro Sánchez aparece en el plenario de la COP27picture alliance via Getty Images

“Hablar con hechos, no con palabras”, pedía Pedro Sánchez dentro de la Cumbre del Clima de Sharm el-Sheikh, Egipto. La COP27, en resumen. Otra vez, la penúltima oportunidad para cambiar el rumbo de un planeta cada vez más llevado al extremo por la emergencia climática y que busca tener más éxito que sus fallidas antecesoras.

Tras la jornada de apertura de este domingo, la primera gran sesión de la Cumbre ha traído hechos, como los presentados por el presidente español, pero también palabras, especialmente las que ha dejado el secretario general de Naciones Unidas en una intervención muy comentada.

Y junto a las palabras y los hechos, los gestos. Los que han dejado los nuevos líderes mundiales... y los que se extraen de la ausencia de grandes mandatarios, fundamentales en materia climática, como los de Rusia, China o India. Sus gobiernos han mandado a representantes secundarios a una cita que debería ser clave con efecto inmediato de cara al futuro.

El ‘infernal’ mensaje de la ONU

Estamos en una “autopista hacia el infierno climático” y con el “pie aún en el acelerador”. Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, ha tirado de una metáfora muy musical para advertir de la gravedad de una emergencia climática sin solución salvo que cambien las cosas.

Entre esas ‘cosas’ que modificar con urgencia, ha exigido un “pacto de solidaridad climática” entre países desarrollados, en desarrollo y más desfavorecidos. El objetivo, al menos lo que revela la bienintencionada intervención inicial de Guterres, es que “todos” hagan un esfuerzo. Por ejemplo, en el fin del carbón, que sitúa en 2030 para las potencias de la OCDE y para 2050 en el caso de naciones menos avanzadas.

Otro de los esfuerzos toca a las grandes energéticas, especialmente a aquellas centradas en las energías fósiles, contra las que ha vuelto a pedir gravar sus beneficios extraordinarios en forma de impuestos. Nadie, ha dicho, puede escapar de esta necesidad, con el fin de “reorientar el dinero para la gente que sufre con el alza de los precios de la energía y los alimentos y para los países que sufren pérdidas y daños causados por la crisis climática”.

Cuestión de prioridades, ha apuntado. Porque la emergencia climática no puede quedar tapada por la urgencia de la guerra, como la que se vive en Ucrania, ha apuntado. En un tono más severo, ha llamado a no “distraer” la atención de la cuestión medioambiental.

“Claro que tenemos que apoyar los esfuerzos de paz y a la gente que está sufriendo, pero el cambio climático es otra escala, es el reto de nuestro siglo, de nuestra era y resulta inaceptable aceptar la derrota y dejarlo relegado a un tema secundario”, ha valorado Guterres.

El turno de España: “Hablar con hechos, no palabras”

Ya dentro del programa oficial, Pedro Sánchez ha tomado la palabra pasadas las 19:00, en una sucesión de líderes mundiales. Contundente y con visión integradora, ha llamado al mundo a “salir del letargo y hacerlo desde un nuevo internacionalismo de progreso, superando las fronteras”.

Poniendo de ejemplo a España, Sánchez ha hablado de “desastres como el que sufre Doñana”, sobre los que ha dicho que “no son aceptables ni por ignorancia ni por indiferencia”. Por ello, a ambos males, ha añadido, “se responde con una agenda ambiciosa porque nos va la vida en ello y tenemos la exigencia moral”.

Ningún país, rico o pobre, es inmune a la sequía ni a sus efectos
Pedro Sánchez

Una exigencia de actuar. Con “hechos, no palabras”, como los que ha enumerado, ponderando la inversión española en materia climática. Así, ha detallado los cinco millones para lanzar la alianza contra la sequía; tres para apoyar el mecanismo de observación sistemática, otros dos millones a la red Santiago o el refuerzo de la aportación nacional al fondo de adaptación con 20 millones extra.

Los ‘hechos’ de España: la Alianza contra la sequía

Instantes antes de intervenir en el plenario de la COP27, Pedro Sánchez adelantaba las bases de esos ‘hechos’ que ha exigido a sus colegas. En concreto, un plan luchar contra la sequía.

Encabezada por España y Senegal, la Alianza Internacional para la Resiliencia ante la Sequía, ha sumado en sus primeras horas formales una treintena de países, entre ellas EEUU y China, y un número similar de organismos internacionales entre los firmantes, incluida la UE y numerosas entidades pertenecientes a la ONU.

“Ningún país, rico o pobre, es inmune a la sequía ni a sus efectos”, ha justificado Sánchez, prometiendo cinco millones de euros para financiar la puesta en marcha del plan. Vendrán más, de otros gobiernos, mientras se van conociendo nuevos socios a un proyecto que busca impulsar un cambio en el cómo afrontar los crecientes riesgos de sequía para pasar de la respuesta de emergencia a la creación de resiliencia a largo plazo.

No están todos... y los que están aprovechan para moverse

En la cita de Egipto no están todos, al menos al más alto nivel. China, India y Rusia, tres nombres mayúsculos en materia climática por ser los tres países que más contaminan, junto a EEUU, han enviado delegaciones menores, sin sus líderes. El caso americano es algo diferente; Joe Biden llegará pero con la COP muy avanzada, el viernes, por la coincidencia con las cruciales elecciones de medio mandato que celebra el país este martes.

Quienes sí se han dejado ver de forma notable son dos de los nuevos. Rishi Sunak, que ha prometido triplicar los fondos en materia medioambiental, y Giorgia Meloni han aprovechado su primera cita global para hacer agenda.

Junto a sus intervenciones programadas, han celebrado reuniones bipartitas, como la que han protagonizado, precisamente, los primeros ministros británico e italiana. O el que han compartido Sunak y el presidente francés, Emmanuel Macron.