El desafío de fabricar un nuevo cerebro

El desafío de fabricar un nuevo cerebro

El embarazo es una forma mágica de fabricar uno de los órganos más fascinantes y demandantes.

Jolygon via Getty Images/iStockphoto

Durante el embarazo, uno de los grandes retos de la mujer gestante es tener que generar un nuevo cerebro humano.

Este órgano está formado en el adulto por más de 85.000 millones de neuronas más otros muchos más miles de millones de otro tipo de células del cerebro. Además, precisa de mucha grasa “funcional” (el ladrillo) para forjarse y abundante agua, proteínas y glucosa.

La ingente demanda metabólica del cerebro

Fabricar un nuevo cerebro en poco tiempo para que sea completamente funcional es muy demandante para la madre.

Algunas cifras vertiginosas en la fabricación del nuevo cerebro son:

En el embarazo: La actividad de desarrollo genera un alto coste energético, y el feto consume un 60-70 por ciento de la energía total que recibe de la madre en forjar el cerebro. El coste energético total de un embarazo es de 72.000 kilocalorías, de las cuales 50.000 se habrán gastado en el cerebro de la nueva personita. En paralelo, consume una gran cantidad de oxígeno cuyo transporte requiere hierro.

Durante la etapa fetal se producen 250.000 células por minuto. De hecho, a partir del quinto mes de embarazo el feto abre los ojos y está perfectamente dotado para recibir todo tipo de sensaciones. Nuestras primeras experiencias frente a percepciones variadas (sonidos, movimientos, tacto, etcétera) tienen lugar en la vida intrauterina. Por esta razón se sabe que incluso hereda de la madre el gusto por los sabores de las especias si esta las consume durante el embarazo.

En el momento del alumbramiento el bebé recibe una avalancha de microorganismos provenientes de la boca, vagina, piel, intestino y leche de la madre. Si el parto es por cesárea, los estudios indican que la cantidad y variedad de microorganismos que recibe el recién nacido es muy inferior. Poco a poco irá enriqueciendo su flora intestinal con las primeras ingestas, en particular si se alimenta con leche materna. Esta leche es rica en carbohidratos de asimilación lenta y ácidos grasos de la serie omega que son esenciales para el desarrollo del cerebro del recién nacido. Se calcula que la leche materna contiene entre el 1 y el 3 por ciento de omega-3, siendo así la más rica en estos ácidos grasos dentro del reino animal.

Al nacer, el cerebro pesa unos 300 gramos y engorda unos 25 gramos al día. Para ello, la leche materna es fundamental. La leche de la madre que consume grasas insaturadas (tipo omega 3, 6 y 9) es la más rica en grasas que el cerebro del bebé necesita.

El cerebro del recién nacido consume un 60 por ciento del total de la glucosa que ingiere. El cerebro consume unos 100 mg de glucosa por minuto. Comparado con el resto del cuerpo, el cerebro del bebé consume un 60% del total de la glucosa dejando solo para el resto de órganos (músculo, vísceras, corazón, etc) el 40% restante.

Hacia los 2 y medio a tres años de vida, el cerebro humano alcanza su peso final de aproximadamente 1,2 a 1,5 kilos según el género y el peso del cuerpo.

Además de abundante glucosa y fibra para el desarrollo de la floras intestinal, en la primera infancia necesitamos ingerir al día el doble de proteínas que en la etapa adulta.

Omega 3 en el embarazo y depresión post-parto

Con todo ello, la mamá durante el embarazo puede tener un gran desgaste en su propio cerebro ya que además de tener que mantener el suyo propio hay que fabricar uno nuevo desde cero.

De hecho, además de vitaminas del grupo B, carbohidratos, proteínas, etc. durante el embrazo es necesario consumir la cantidad adecuada de omega- 3 (grasas de fuentes marinas). Estas grasas son muy abundantes en el cerebro y el ser humano no las produce, por lo que deben incorporarse en la dieta. Como además el cerebro del feto también las necesita, se pueden generar carencias en la madre (ya que priorizará siempre el desarrollo fetal metabólicamente hablando). Algunos nutricionistas han comentado que la carencia de ingesta de grasas omega durante el embarazo puede contribuir a la depresión post-parto en la mamá.

Algunos neurólogos comentan que las carencias de hierro en la madre durante el embarazo son uno de los factores determinantes del cociente intelectual ulterior del infante.

Si te estresas la cosa puede ir peor…

Algunas investigaciones han demostrado que el estrés crónico durante el embarazo puede ser sinónimo de alteraciones en el desarrollo cerebral de la descendencia.

Un estudio reciente de la Universidad de Edimburgo ha permitido medir parámetros empíricos para definir mejor esta influencia desde el momento del nacimiento, un aspecto poco conocido hasta ahora.

Medir el cortisol durante el embarazo

Uno de los primeros objetivos de la investigación fue medir en 78 mujeres embarazadas los niveles de cortisol a partir de muestras del pelo en los tres meses posteriores al alumbramiento. El cortisol se denomina a menudo “hormona del estrés”. Es una hormona que producimos diariamente, con niveles más altos a primera hora del día y más bajos por la tarde y la noche. Sin embargo, esta hormona también puede verse alterada cuando vivimos en un estrés constante.

Cuando los niveles de cortisol se mantienen altos de manera constante, como consecuencia de un trastorno físico (un dolor permanente o una lesión) o psicológico (por ejemplo, durante la pandemia de la covid-19) puede generar efectos adversos metabólicos (alteraciones en el metabolismo de la glucosa o de las grasas) y en el cerebro (desequilibrios en la memoria, en la gestión de las emociones o en la capacidad de aprendizaje y la toma de decisiones).

Estrés materno y efecto prenatal

La exposición prenatal al estrés de la madre afecta a entre el 10-35% del total de los niños en el mundo. Se manifiesta por un aumento posterior del riesgo de deterioro cognitivo, autismo, hiperactividad, adicción, depresión y esquizofrenia. Evidentemente, el estrés materno no es el único factor, ya que las causas de estas enfermedades pueden ser muy variadas, pero los estudios científicos demuestran que es un factor más a tener en cuenta.

Cuando se analiza el cerebro de los niños afectados por resonancia magnética se observa que puede haber además alteraciones en la estructura del cerebro y en las conexiones neuronales, en particular en la corteza prefrontal (en la parte delantera) y en la amígdala (una zona que participa en la gestión de las emociones básicas y el instinto de supervivencia.

Diferencias entre niños y niñas neonatos

En la investigación, se comparó los niveles de cortisol medidos en las madres con la estructura de la amígdala en los neonatos por resonancia magnética. También se midió cómo la amígdala conectaba a otras partes del cerebro.

Los investigadores encontraron que cuando los niveles maternos de cortisol son altos había alteraciones en la estructura de la amígdala sobre todo en la zona izquierda en comparación con madres con niveles más bajos de cortisol. Por otra parte, se observaba que la conectividad de la amígdala con otras zonas del cerebro era inferior particularmente en las niñas procedentes de madres con el cortisol alto.

Los investigadores concluyeron que estos resultados podrían explicar por qué los niños de madres con altos niveles de estrés durante el embarazo podrían tener desajustes emocionales posteriormente a lo largo de su vida. No obstante, los investigadores no hicieron estudios psicológicos sobre la componente emocional infantil.

Por consiguiente, no olvidemos que el embarazo es una forma mágica de fabricar uno de los órganos más fascinantes y demandantes que nos gestionará y determinará el resto de la vida.

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El libro Alimenta el sueño para un cerebro sano. Guía práctica para dormir mejor y alargar la vida del cerebro (Roca Editorial) de Raquel Marín llega a las librerías este 10 de marzo.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Raquel Marín es neurocientífica y catedrática de Fisiología. Coordina el grupo de investigación de «Señalización celular en enfermedades neurodegenerativas», de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud, en la que también da clases. Estudió Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Autónoma de Madrid, y fue allí donde se inició en la investigación médica. Máster y doctora en Biomedicina por la Universidad Laval de Quebec, sus tesis se centraron en investigar el sistema nervioso. Con posterioridad, y antes de llegar a La Laguna, trabajó en la Universidad Rockefeller de Nueva York. Investigadora de excelencia Ramón y Cajal durante cinco años, a lo largo de toda su carrera académica y profesional ha centrado su línea de investigación fundamentalmente en enfermedades neurodegenerativas asociadas al envejecimiento. Es autora de varias monografías y de casi un centenar de artículos científicos publicados en revistas internacionales referentes de su ámbito de estudio, ponente invitada en una treintena de congresos internacionales y conferenciante y divulgadora científica. Ha recibido el Premio a la Mujer Investigadora en Biomedicina en la Universidad Laval (Canadá), el Premio de Investigación Agustín de Bethencourt de la Fundación Caja Canarias, la Medalla Europea al Trabajo de Economía y Competitividad, y la Medalla de Honor del Instituto de Ciencias Forenses (Barcelona). En su página www.raquelmarin.net escribe un blog de divulgación sobre el cerebro, la nutrición y recetas neurosaludables. Dale vida a tu cerebro es su primer libro de divulgación, que tras cinco meses desde su publicación ha entrado en su 3ª edición.