Las claves para pasear al perro en época de procesionarias

Las claves para pasear al perro en época de procesionarias

La presencia de este insecto se ha adelantado por el calor y la falta de lluvia.

Purebred tricolor Jack Russell Terrier. Cute little dog follows a trail on a path between trees, grass, stones.K_Thalhofer via Getty Images

Se acerca la primavera y empiezan a llegar las primeras orugas de pino, conocidas como procesionarias por su forma de moverse. Las inusuales condiciones climatológicas han provocado que la aparición de estas orugas con pelo características de climas cálidos se haya adelantado en algunas zonas de España. Todo un problema para muchas mascotas.

Cuando un perro se cruza con la procesionaria puede sentir picores intensos, salivación, necrosis de tejidos, inflamación e incluso, en casos muy extremos, llegar a morir.

Normalmente aparecen en mayo o junio, pero este 2020 se han adelantado a mediados de febrero en Cataluña, Baleares, Murcia, Madrid y Andalucía“Su presencia ha vuelto a adelantarse un año por el aumento de las temperaturas antes de lo que venía siendo habitual y por la falta de lluvia”, explica Milagros Fernández de Lezeta, directora general de Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA).

Para evitar los problemas que acarrean a los perros estas orugas, que se forman en las zonas altas de los pinos en invierno y que en primavera y descienden ‘en procesión’ hacia el suelo para enterrarse y formar la crisálida a partir de la que se convierten en mariposas, hemos pedidos consejo a varios expertos veterinarios. Ellos tienen las claves para evitar que el animal sufra daños.

En el control de la procesionaria es fundamental el trabajo de las instituciones, ayuntamientos y comunidades autónomas, encargadas del mantenimiento de los pinares.

“En algunos ayuntamientos como el de Madrid recogen las bolsas de los nidos en invierno y las queman. También hay zonas en las que ponen feromonas para que machos o hembras sean estériles. Así se evita que se extienda la plaga”, cuenta a El HuffPost José Ballester, veterinario y practice manager de AniCura Velázquez Hospital Veterinario. Este especialista destaca que el adelanto de esta plaga ha hecho que ya acudan a su consulta varios casos este 2020. “Solemos tener entre 15 o 20 casos al año, según se esmere el Ayuntamiento quitando nidos”, detalla.

A pesar de estas medidas institucionales, desde mediados de febrero sacar a pasear al perro o jugar con los niños en pinares resulta bastante complicado. No solo porque los insectos llaman la atención de nuestras mascotas, sino porque el viento hace volar el pelo de las orugas o las tricomas y esto puede  producir reacción en el animal o en las mucosas de los más pequeños.

“Esos pelos pueden generar daños muy graves en el animal a nivel ocular, en la córnea. Son como puntas de flechas que se les clavan en los ojos y pueden perforarla”, detalla Ballester.

Además de evitar el paseo por zonas donde haya orugas, el veterinario recomienda llevar siempre al animal atado para tenerlo controlado. “Así se evita que pueda lamer o chupar las procesionarias porque el perro ve una hilera de orugas que se mueve y le llama la atención e incluso alguno llega a comérsela”, indica el veterinario.

  5e5fd247260000fe18b6034btra_fi_k via Getty Images

Para reconocer si el perro ha tenido contacto con procesionaria, Ballester da algunas pistas: “Sacudirá la cabeza, se sentirá molesto y querrá tocarse con las patas las zonas irritadas, como la lengua”.

Una vez detectado alguno de estos síntomas o alguna rojez, lo mejor es echar abundantemente agua fresca por la zona. “Así se elimina la tasa de toxina que tiene el perro en ese área”, explica Ballester, quien recalca que no hay que utilizar ninguna crema o pomada.

Esta oruga afecta a todos los perros por igual, independientemente de la raza, sexo o tamaño. Los síntomas “solo se agravan en función de la intensidad del contacto que haya tenido”, explica el veterinario. “Si solamente lo ha rozado o le ha dado un lametón los síntomas serán más livianos que si se traga una oruga o se la mete en la boca. Ahí pueden ser más importantes”, puntualiza.

  5e5fe6012600008a1db60364Chalabala via Getty Images

Una vez que se ha echado abundante agua por la zona, lo más importante es ir rápidamente al veterinario para evitar que los síntomas vayan empeorando.

“Para el tratamiento se necesitan antihistamínicos y corticoides y eso solo lo puede dar un veterinario”, indica Ballester. “Los daños son especialmente graves si el animal ha tenido contacto dentro de la boca con la oruga, entonces se puede dar necrosis en partes de la lengua o úlceras en el esófago, que al cicatrizar se puede acabar cerrándolo”, añade.

Solo un 3% de los perros afectados por la procesionaria mueren, aunque el porcentaje aumenta considerablemente (hasta el 65%) en casos de necrosis de la lengua cuando se tardan más de seis horas en acudir al veterinario, según un estudio publicado en Toxicon en 2017. Sus síntomas más comunes, según esta investigación, son vómitos en un 55% de los casos y sensación de ahogo en un 48%.

La necrosis, perder un trozo de lengua, es relativamente común pero si se trata a tiempo no conlleva demasiados problemas. “Un perro puede vivir perfectamente así, ni le cambia el ladrido ni deja de comer. Se maneja muy bien con el resto”, indica el experto. “En casos más graves, de perder casi toda la lengua hemos tenido que hacer alguna eutanasia al animal, pero generalmente se curan bien”, detalla.

El veterinario enfatiza que no hay inmunización al contacto con el tóxico y que siempre le va a afectar, aunque la evolución en la mayoría de los casos es favorable y rápida.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Soy redactora de LIFE en El HuffPost España y mi misión es acercarte la última hora del mundo de la cultura, la música y el entretenimiento.

 

Sobre qué temas escribo

Escribo principalmente de música, cultura, cine, series y entretenimiento porque, aunque sirva para desconectar, bailar o echar un rato entre palomitas, la cultura esconde mucho más. Evitando el elitismo, trato de tender la mano a las nuevas tendencias de la industria musical o del audiovisual a través de entrevistas con artistas emergentes —que pronto dejarán de serlo— y compaginarlo con el análisis de lo más mainstream como Taylor Swift o Bad Bunny.


En estos ocho años he cubierto los Goya, los Oscar, el Benidorm Fest o Eurovisión. Sí, soy la responsable de los memes que han inundado la cuenta de X de El HuffPost en Eurovisión. Siempre buscando un contenido cercano, sin perder el rigor, contando más allá de lo que se pueda ver en la pantalla.
Aunque no siempre haya relación con la industria cultural, también he cubierto temas relacionados con el Feminismo y el colectivo LGTBIQ+.

 

He podido contar en primera persona con supervivientes del “Stonewall español” que es el Pasaje Begoña, denunciar la situación que viven los menores trans o hablar sobre qué significa la manosfera antes de que llegara a Netflix ‘Adolescencia’.

 

Mi trayectoria

Nací en Málaga, donde estudié Periodismo por vocación en la Universidad de Málaga, entre playlists de Spotify, discos y conciertos. Antes de incorporarme a El HuffPost en 2017, colaboré diversas revistas culturales y de entretenimiento. En 2016 trabajé en el departamento de comunicación de UPHO Festival, un festival de fotografía contemporánea urbana parte del proyecto europeo Urban Layers. Y, aunque sigo echando de menos Andalucía, me trasladé a Madrid para estudiar el Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo. En 2018, compaginé mi trabajo en El HuffPost con la coordinación de proyecto de la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE celebrada en CentroCentro. Desde 2017 trabajo en El HuffPost España, donde he logrado una nominación a los premios GLAAD y ser finalista de los Premios Papageno en 2022.

 


 

Cómo contactar conmigo: