Un Madrid de alegría, esperanza y rebeldía vuelve a hacer historia el 8M

Un Madrid de alegría, esperanza y rebeldía vuelve a hacer historia el 8M

“Sororidad con las hermanas trans”, “Regularización... ¡ya!” y “Aquí estamos las feministas” han sido los cánticos con los que se ha cerrado la manifestación feminista.

Habías ganas y el entusiasmo de las convocantes por volver a tomar las calle no se podía disimular. Y en un ambiente de celebración, a las siete de la tarde, ha arrancado de Atocha la manifestación convocada por la Comisión del 8-M en el Día Internacional de la Mujer  bajo el lema ‘Derechos para todas, todos los días’.

Las organizadoras eran conscientes de que la participación iba a quedar lejos de la de aquel histórico 2019 en el que se dieron cita más de 375.000 personas —Delegación del Gobierno estimaba unas 40.000 personas este año—. “La gente aún tiene miedo por la pandemia”, argumentaban desde la Comisión. Pero lo cierto es que la división producida en el movimiento feminista también parece haber pasado factura. A la misma hora que la considerada como oficial, el Movimiento Feminista, abolicionista de la prostitución y que rechaza la ley trans, convocaba una manifestación paralela que ha discurrido entre Gran Vía y Plaza de España.

“Hay mucho descontento con el feminismo occidental, blanco, burgués, transexcluyente”, nos explica una de las integrantes del Bloque Boyero. “Yo espero mucha fuerza en esta mani y poca en la otra”, afirma su compañera.

“Esperamos mucho ruido en esta manifestación, que ya va siendo hora”, nos cuentan dos jóvenes que acudían con muchas ganas de que se les oyera. Sobre la división del movimiento, ambos lo tienen claro:  “Creemos que es mala para el movimiento pero, al fin y al cabo, si alguien quiere excluir a compañeras, pues no nos parece bien”.

Entre la división y el internacionalismo

Poco antes de las 19 horas, la plaza de Atocha se ha empezado a llenar de gente. Aunque lejos de la multitud que abarrotaba el lugar y sus inmediaciones en las de 2018 y 2019, las miles de mujeres, y hombres, que se han dado cita allí lo tenían claro: era una tarde de celebración y de reivindicación, era una tarde para gritar que están ahí y que nunca se fueron.

En la cabecera de la manifestación, enfrente del Ministerio de Sanidad y con la canción Ay mama de Rigoberta Bandini como banda sonora —después no se ha escuchado más— se ha podido ver a varias ministras del Gobierno de coalición tras sus mascarillas moradas, seguidas por miles de personas.  Nadia Calviño, vicepresidenta; Carolina Darias, ministra de Sanidad; Isabel Rodríguez,  Portavoz del Gobierno; Pilar Llop, ministra de Justicia; Pilar Alegría, ministra de Educación; Diana Morant, ministra de Ciencia e Innovación; Raquel Sánchez, ministra de Transportes; Irene Montero, ministra de Igualdad; e Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales.

Durante el trayecto hasta la plaza de Neptuno, entre la música vibrante de las imprescindibles batucadas, se han escuchados proclamas del movimiento feminista que ya son todo un clásico: “Madrid será la tumba del fascismo”, “Aquí estamos las feministas” o “Machista el que no bote”.  A estos cánticos se han unido “Estoy hasta las tetas de hacerte las croquetas” o “Mi vida, mi cuerpo, mi forma de follar, no se arrodilla ante el sistema patriarcal”, que ha sustituido en el grupo de Podemos al polémico “Sola y borracha quiero llegar a casa″. La secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez ‘Pam’; la presidenta de Podemos Andalucía, Teresa Rodríguez; y la primera Secretaria de Organización de Podemos, Lilith Verstrynge, encabezaban el grupo de este partido con los coros de fondo de un incesante “Sí se puede”.

Además, una aclamación ha unido a las presentes, la llamada por un feminismo internacionalista, con muchos ojos mirando a la guerra en Ucrania  —“Y eso también nos importa”— y, más allá, a la situación de las mujeres de Afganistán, Cuba o México.

La Cibeles o la sede del Ayuntamiento de Madrid se han ‘vestido’ de morado para esta ocasión, el color que abandera el feminismo y que se ha colado en la indumentaria de las presentes en forma de camisetas, pañuelos, pulseras, sombreros y pintadas en la cara. Y si este color no teñía parte de la indumentaria de algunas de las presentes, numerosos puestos de merchandising se desplegaban aquí y allá para goce de las asisntentes.

La colección de pancartas también ha sido infinita y, como siempre, tirando de ingenio. Algunas de las más celebradas: “Somos más fuertes que un Nokia 3310”, “Para ser buen aliado, empieza limpiando el baño”, “La talla S me aprieta el shosho” y “Ojalá les diera tanto asco la violación como les da nuestra menstruación”.

A golpe de batucada, sentadas y bailes improvisados, la manifestación ha llegado a la plaza de Colón sobre las 21.15 horas. La plaza, otras veces usadas para convocatorias de la derecha y ultraderecha, hoy ejerció de epicentro del feminismo.

La lectura del manifiesto ha dado lugar a los momentos más emocionantes que se han podido vivir en esta jornada, que hasta entonces parece haberse movido impulsada por la rabia contenida de haber estado calladas durante estos dos años. Los aplausos se han desatado cuando desde el escenario se ha pedido la firma de un convenio que regule el trabajo doméstico, el derecho a la identificación de género sin límites o la regularización de los sin papeles.

“Sororidad con las hermanas trans”, “Regularización... ¡ya!” y “Aquí estamos las feministas” han sido los cánticos con los que se ha cerrado esta manifestación. Después, la música y el baile se han adueñado del escenario y han convertido el fin de fiesta en uno de los momentos más especiales.

Alegría, esperanza y rebeldía han inundado la Manifestación del 8M en esta ocasión que, de nuevo, supone una jornada histórica: después de dos años de parón, el feminismo ha vuelto a tomar las calles con más ganas y rabia que nunca. “Viva la lucha feminista”, se gritaba desde el escenario mientras el público aplaudía a rabiar.

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Mila Fernández es editora de branded content y redactora de LIFE en 'El HuffPost'. Convertir a los lectores en seguidores fieles de nuestras marcas es su objetivo. Antes fue redactora de viajes, estilo de vida y entrevistadora en varias publicaciones femeninas y de viajes. Además, ha sido locutora y presentadora y esa espinita se la saca conduciendo nuestro podcast 'Tarjeta Morada'.