Ocho ideas sobre el Síndrome de Asperger que son falsas

Ocho ideas sobre el Síndrome de Asperger que son falsas

Ni agresivos, ni solitarios.

ABC

Al pensar en una persona con Síndrome de Asperger seguramente se te venga a la cabeza Sheldon Cooper (Jim Parsons) de The Big Bang Theory (Neox). Pues bien, este estereotipo es totalmente erróneo. No todas las personas que sufren este trastorno del desarrollo son extremadamente inteligentes como el protagonista de la serie de la CBS, ni se aíslan, ni son reacios a mostrar sus sentimientos.

Rostros conocidos y virtuosos en diversos terrenos que tienen esta discapacidad como Bill Gates, Woody Allen o Albert Einstein han propiciado que tengamos una imagen positiva de este síndrome, aunque a la vez muy distorsionada. Para poner fin a estos errores, José Antonio Peral Parrado, director técnico de la Confederación de Asperger de España, aclara a El HuffPost las ocho ideas más extendidas de este colectivo.

"Todas las personas con Síndrome de Asperger tienen un cociente intelectual normal y un lenguaje funcional", indica Peral. El uso de este lenguaje funcional quiere decir que a la hora de comunicarse no emplean ningún tipo de adorno ni signo de cortesía, lo que les hace parecer maleducados.

"Este tipo de comunicación o que utilicen un lenguaje más culto no hace que sean genios, como se suele creer, ni que sean más inteligentes. Las personas con Asperger y síndrome Savant o de mayores capacidades, que sería el caso de Cooper, son en torno a un 10% del total de las personas con Asperger", detalla el experto, un dato mucho menor del que se suele creer.

Para conocer la causa de esta percepción, Peral se remonta a los estudios del síndrome durante los años 40, donde los expertos se centraban en perfiles muy concretos. "A medida que se ha ido conociendo mejor el síndrome, se ha ampliado el espectro de las personas que lo sufren y los perfiles son muchos más variados".

Esta idea no solo afecta a las personas con Asperger, sino a todas las que tienen alguna diversidad funcional. Aunque, según cuenta Peral, las rutinas estrictas que siguen las personas con este síndrome hacen que se crea que si se salen de ella se vuelven agresivas.

"Es verdad que las personas cuando están fuera de ellas o en entornos desestructurados tienen a descompensarse y a sufrir ansiedad, pero normalmente suelen ser síntomas que afectan más a ellos mismos que a su relación con los demás", añade. "Es un malestar interno que puede tener un componente motriz externo, pero no agresivo".

Lo mismo se piensa con la mayoría de síndromes, como ocurre con el autismo, pero es un error asociar esta condición a una única etapa de la vida. "Es una condición neurológica con la que una persona nace y cuyos diagnósticos aparecen cuando la persona alcanza los tres o cuatro años, es decir, cuando empiezan a tener una relación social valorable", detalla, aunque destaca que muchas personas lo sufren y no lo conocen, y es precisamente esa tendencia la que hace creer que solo diagnostica en niños.

"Hace muchos años, cuando no se conocía tanto, no se diagnosticaba. Después del Día Internacional del Asperger nos llegan mensajes de gente que se siente identificada con los síntomas", añade. "Piden un diagnóstico y efectivamente, muchos sí que lo son".

El síndrome de Asperger es una discapacidad social y, por tanto, en las relaciones interpersonales es donde se manifiestan más síntomas, pero eso no quiere decir que "no sepan relacionarse". "Eso no significa que no se relacionen, sino que no lo hacen de la forma típica: no entienden las abstracciones, el sarcasmo, la ironía o las reglas formales de la sociedad", indica Peral.

Peral califica esta afirmación como un "verdadero mito". "Estas personas tienen sentimientos como cualquier otra", detalla el experto, que diferencia claramente entre las personas con un cuadro intenso y las que tienen síntomas más leves. Y aún así, en ninguno de estos casos habría impedimentos para mantener una relación sentimental: "Pueden tener perfectamente pareja".

Por muchas dificultades sociales que tengan, las personas con Asperger no tienen tendencia a ser solitarias por sí mismas: "Les gusta relacionarse". Sin embargo, sí que se da el caso de que al no ser fácilmente comprendidos o al tener relaciones más complicadas, sus vínculos tienden a fracasar. "Cuando una persona experimenta fracaso en una actividad, sea cual sea, acaba retrayéndose para no sufrir o pasarlo mal", recalca. "Eso significa que se les impone la soledad. Es producto de las malas experiencias".

Está muy extendida la creencia de que las personas con Asperger no establecen contacto visual. Según el experto, es bastante habitual, pero no se puede generalizar. "Es una de las cosas que se suele tomar como referencia en el diagnóstico, pero no le pasa a todas las personas con este síndrome ni significa que una persona que haga esto, tenga Asperger", enfatiza.

Ni es una enfermedad, ni es lo mismo que el autismo. Técnicamente el síndrome de Asperger supone "una alteración neurobiológicamente determinada en el procesamiento de la información". Esto es, las personas que sufren esta discapacidad tienen dificultades en la comunicación no verbal, la interacción social, una resistencia a los cambios y poseen campos de interés muy estrechos y absorbentes.

Según Peral, "es una discapacidad social, está dentro de los trastornos del espectro del autismo, pero ni una ni otra son enfermedades". De hecho, se suele tratar junto al resto de personas con diversidad funcional.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es