Rodrigo, el lienzo en blanco

Rodrigo, el lienzo en blanco

Es el autor de dos de las canciones españolas más bellas del último medio siglo: 'Solo pienso en ti' y 'Señora azul'.

Rodrigo García BlancaCortesía de Rodrigo García Blanca

Probablemente la gente que se cruza con él en su paseo diario por las calles de Chiclana no saben que Rodrigo García Blanca, además de acompañar a grandes artistas como Juan Pardo o Rocío Jurado, es el autor de dos de las canciones españolas más bellas del último medio siglo: Solo pienso en ti y Señora azul.

Una y otra nacieron en el seno de dos grupos de vida efímera, Solera (1973) y Cánovas, Adolfo, Rodrigo y Guzmán (1974). La circunstancias que las inspiraron han dado pie a no pocas conjeturas entre sus seguidores. En Reflexiones del hipocampo, el blog que mantiene desde hace años, Rodrigo ha aclarado que la señora azul, frustrada y menguante, a la que aludía la letra no era ni un personaje, ni la dictadura, ni aquella sociedad que preludiaba la Transición.

“Surgieron interpretaciones políticas descabelladas –insiste desde su casa chiclanera-, decían que metafóricamente estábamos hablando del franquismo y de cosas muy marcianas. Realmente no hubo nada de eso. Los destinatarios eran los malos críticos musicales, gente que sin mayor preparación y sin mayor motivo, por capricho, podía arruinar tu trabajo. Todas lo demás, fueron interpretaciones equivocadas, claro”.

Hijo de un cordobés y una sevillana, García Blanca (Sevilla, 1947) había empezado a componer en la adolescencia, mientras estudiaba violín, piano y guitarra en el conservatorio de su ciudad natal. También tenía un grupo que llegó a actuar en el Teatro San Fernando. La vida de la familia, sin embargo, cambió repentinamente en 1963.

“Hubo una época de crisis general –añade, no sé si en España o en Andalucía, pero fue muy acentuada en Sevilla, el caso es que los negocios de mi padre fueron mal y mi padre decidió que nos marcháramos a Colombia. Entonces se iba toda la familia, no como ahora, que van unos y otros no. Yo tenía entonces dieciséis años y, claro, supuso un cambio radical, no era fácil de asimilar, pero, dentro de lo que cabe, la operación resultó un éxito y luego, una vez allí, recuerdo que los años siguientes fueron una etapa fue muy fructífera, muy estimulante”.

Con sus conocimientos musicales, Rodrigo no tarda en integrarse en The Speakers, una de las bandas pioneras del rock colombiano que, además de temas propios, reinterpretaban éxitos de Elvis, Dylan, The Beatles o Los Relámpagos. Se disuelven en 1968, tras publicar Los Speakers en el maravilloso mundo de Ingesón, con el que se adentran en la estética piscodélica.

El músico sevillano regresa a España y acompaña a Juan Pardo en el inicio de su carrera como solista. El productor Rafael Trabucchelli lo ficha para grabar con Los Pekenikes, que acaban de escindirse en dos formaciones, el ultimo disco que editará Hispavox, Ss.Ss.Ss.Q.E.S.M.

Junto a José María Guzmán y los hermanos José y Manuel Martín propone a Trabucchelli formar un grupo al que bautizan como Solera. La acogida de la crítica es excelente, en las radios suena con insistencia la pegadiza Calles del viejo París o Linda prima, pero las ventas quedan muy por debajo de las expectativas de la discográfica. La organización interna de Solera es un tanto peculiar. Todo, incluso la  letras y la música, se vota. Al final, como contó en estas páginas Manuel Martín, se disuelven “en plena campaña de promoción por un detalle tonto”.

“Trabucchelli creía en nosotros, decía que lo estamos haciendo muy bien, pero tenía una gran colección de artistas comerciales, Raphael, Mari Trini o Miguel Ríos. La compañía se empleaba más a fondo en sus solistas porque tenía más confianza en los resultados contables de esa gente. Nosotros, digamos que quedamos relegados un poco a una segunda línea del interés de Hispavox y, además, nos faltó continuidad. Digamos que se juntaron las dos cosas que no ayudaron, sino todo lo contrario”.

Sin perder el apoyo del productor, Juan Cánovas y Adolfo Rodríguez se unen entonces a Rodrigo y Guzmán en un cuarteto que publica en la primavera de 1974 su único álbum. Señora azul es la canción sobre la que gira la promoción, aunque en el repertorio se incluye también Solo pienso en ti, que había sido descartada en una de las votaciones que llevaban a cabo los componentes de Solera. Con los años, ambas tendrían interpretaciones, aunque su autor considera que el leiv-motiv de una y otra eran bastante sencillos. En el caso, de Solo pienso en ti, se trataba de una historia de amor entre un pintor y su modelo: “Me pongo a pintarte y no lo consigo/después de estudiarte lentamente termino pensando/que faltan sobre mi paleta/colores intensos que reflejen tu rara belleza./No puedo captar tu sonrisa, plasmar tu mirada/pero poco a poco, solo pienso en ti, solo pienso en ti./Sólo pienso en ti, sólo pienso en ti…”

“El primer asombrado he sido yo por tantas versiones espontáneas. No había ningún tipo de contacto personal con todos esos cantantes que han cantado Solo pienso en ti: Guillermo Dávila, en Venezuela, Miguel Bosé, Enrique Urquijo, Amistades peligrosas… gente que escuchó la canción y quisieron volver a grabarla por su cuenta sin que mediara una influencia o una amistad”.

Con el disco en las tiendas, parte del cuarteto optó por la separación y acompañaron a Karina en la gira de Lady Elizabeth, su último elepé importante. Rodrigo grabaría al año siguiente un disco en solitario que al final editó CBS. La relación con la multinacional acabó cuando rechazó la propuesta de su director general, Tomás Muñoz, de grabar una versión en castellano de Knockin’s heaven doors. En los ochenta, editaría otros dos álbumes con Movieplay. Todos tuvieron una más que discreta promoción.

“Presenté otros proyectos que fueron desestimados en algunos casos con cortesía y en otros con un desentendimiento rayano en la grosería brutal. Y entonces me planteé ya que si quería estrenar alguna canción mía más, tenía que pagarme los costes de la de la experiencia de mi bolsillo. Ahí hice el álbum El jefe. Pero claro, ya era una cosa completamente suicida, yo sabía antes que nadie que aquello no iba a funcionar ni siquiera para recuperar los gastos, claro”.

Por el camino se quedaron reencuentros y despedidas con Cánovas, Adolfo y Guzmán y un puñado de buenas canciones, como Nosotros fuimos, que grabaron otros artistas sin demasiada fortuna.

“Hace tiempo que no compongo. Estoy en otra etapa. Mis dos últimos álbumes fueron experimentos completamente independientes y numantinos que me convencieron de que mi forma de escribir hacía inviable que llegara a un sector amplio del público. Sin embargo, los elogios que suscitan Señora azul o Solo pienso en ti demuestran que la canción como tal es absolutamente válida. La clave es quién la pone en el trampolín, quién la hace llegar a la gente. Modestia aparte, sé que he escrito más de una docena de temas impecables, estructurados con mucho oficio e inspiración, sentidos. Ahora estoy retirado y las querencias y los objetivos se viven de una forma más sosegada, menos excitante. Quizás también va con la edad. En noviembre cumpliré los setenta y cinco y el mundo se ve diferente. Claro que echo de menos los años de la ebullición, pero lo natural no es permanecer en la olla hirviendo eternamente”.

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Miguel Fernández (Granada, 1962) ejerce el periodismo desde hace más de treinta y cinco años. Con 'Yestergay' (2003), obtuvo el Premio Odisea de novela. Patricio Población, el protagonista de esta historia, reaparecería en Nunca le cuentes nada a nadie (2005). Es también autor de 'La vida es el precio, el libro de memorias de Amparo Muñoz', de las colecciones de relatos 'Trátame bien' (2000), 'La pereza de los días' (2005) y 'Todas las promesas de mi amor se irán contigo', y de distintos libros de gastronomía, como 'Buen provecho' (1999) o '¿A qué sabe el amor?' (2007).