El suelo pegajoso, cuando la desigualdad va más allá del techo de cristal

El suelo pegajoso, cuando la desigualdad va más allá del techo de cristal

Las mujeres siguen siendo las principales encargadas de los cuidados y de los trabajos más precarios.

Mujer tropezando en el suelo.Klaus Vedfelt via Getty Images

Invisible, menos duro, pero igual de difícil de romper. Desde hace años se viene oyendo dentro de las reivindicaciones feministas el romper con el techo de cristal; sin embargo, hay otro escollo al que se enfrentan millones de mujeres y que también las retiene en el mismo escalafón laboral: el llamado suelo pegajoso.

Este concepto hace referencia a las dificultades que tienen las mujeres dentro de los sectores feminizados y más precarizados como son todos aquellos relacionados con los cuidados, la limpieza o las atenciones personales, donde ni siquiera hay posibilidad de ascender a un techo de cristal.

A esto se suma otro factor, que es la dificultad de ascenso por los trabajos de cuidados no remunerados a los que se ven abocadas las mujeres. En este sentido, María Olivella, coordinadora de la Unidad de Igualdad de la UOC, distingue este concepto del que se califica como segregación horizontal, es decir, la distribución profesional en clave de género.

“Las profesiones femeninas en sí mismas ya están mal pagadas. A nivel de salarios estamos viendo que se paga mucho menos para ser profesora de infantil, ser enfermera, ser persona que limpia, persona que cuida, etc. En general es mucho más difícil cobrar dignamente en estas profesiones que las que están más conectadas. Esto es un tipo de suelo pegajoso”, detalla y apunta a una clara segregación por sexos desde la universidad.

Según detalla, en el curso 2019/2020 en carreras como Medicina, Biotecnología o Enfermería había un 81% de mujeres, mientras que en Física había un 26% de mujeres; en Ingeniería informática un 12%, y en otras como Ingeniería electrónica, un 22%. Además, admite que otras carreras en las que el reparto era más igualitario, se están masculinizando. “De Matemáticas, que era bastante equilibrado, o feminizado incluso, estamos viendo datos de cambio, solo un 36% de mujeres. Está bajando el ratio”, señala.

Tal y como se ve en los datos del Ministerio de Universidades en base a las matriculaciones del curso 2018/19, las carreras más feminizadas eran las del ámbito educativo, así como salud y servicios sociales. En definitiva, las dedicadas a los cuidados. Mientras que las más masculinizadas, las relacionadas con la informática y las ingenierías. Generalmente, con las salidas profesionales mejor remuneradas.

  Porcentaje de mujeres matriculadas en Grados, Máster y Doctorado en función de la rama universitaria.Ministerio de Universidades

Para Toni Morillas, directora del Instituto de las Mujeres, este reparto de las tareas se fundamenta en las “desigualdades del sistema patriarcal”. “Nosotras el análisis que hacemos es que hay todo un sistema económico que se levanta  sobre el trabajo invisible que desarrollamos fundamentalmente las mujeres en todo lo que tiene que ver con los cuidados y esa división sexual del trabajo que hace que a nosotras se nos siga responsabilizando de esos cuidados”, explica.

“Esto es la principal causa que hace que esto nos penalice o se utilice como argumento para penalizarnos a las mujeres en el resto de ámbitos de la vida en general y, en particular en el ámbito laboral”, detalla.

Este suelo pegajoso provoca la desigualdad económica que se manifiesta en la brecha salarial, es decir, la diferencia de salarios entre hombres y mujeres.

Tal y como recuerda Morillas, este año se ha reducido según los datos del INE de un 21,4 a un 19,5, provocado principalmente por la subida del salario mínimo interprofesional. 

“Luego hay toda otra serie de brechas que se siguen produciendo en el ámbito laboral, que tienen que ver, por ejemplo, con que las mujeres ocupamos las tasas de temporalidad más altas, con que buena parte de los contratos a tiempo parcial que se hacen en nuestro país se hacen precisamente a las mujeres, con lo que eso implica en término no sólo de condiciones laborales, sino también en pérdida salarial”, explica la directora del Instituto de las Mujeres.

Otros datos relevantes para poner de manifiesto esa brecha son, tal y como recuerda Morillas, el riesgo de pobreza o las pensiones. “La pensión está directamente relacionada con los tiempos de cotización en la vida laboral. Básicamente se sigue produciendo esa segregación vertical y esa segregación horizontal que hace que nosotras sigamos ocupando los trabajos más precarios, tengamos mayor riesgo de pobreza, fundamentalmente en términos de percepción de renta y de la posibilidad de consumo que tenemos, y también de una mayor pobreza en términos de tiempo”, explica.

Olivella apunta a que la segregación horizontal es parte del suelo pegajoso, pero también lo es otros motivos como las reducciones de jornada, las exedencias, las horas extras o los complementos salariales. Según datos del INE, a nivel de compensación salarial por pagas extra o nocturnidad, la brecha salarial asciende al 28,7%.

Los empleos feminizados siguen siendo los más precarios como son las trabajadoras del hogar, las camareras de piso, las cuidadoras de ayuda a domicilio, etc. “Por contra lo que lo que se produce en los empleos en los sectores laborales, que van a tener un mayor desarrollo en el futuro, como por ejemplo todo los empleos del ámbito científico vinculados a la transformación digital del modelo productivo, es donde las mujeres estamos más infrarrepresentadas”, apunta Morillas.

Tal y como señala, especialmente en el caso de las trabajadoras del hogar, en muchos casos “ni los derechos laborales están equiparados a los del resto de la clase trabajadora” y recuerda la sentencia que publicó el Tribunal de Justicia de la UE.

Para Olivella, el suelo pegajoso también se refiere a cómo una mujer que  dedica, por cómo marca el sistema, más tiempo a los cuidados no es tenida en cuenta dentro del sistema empresarial.

“En la transición hacia los mandos medios estamos viendo muchísimas dificultades, que están basadas en que alguien te dé la oportunidad de empezar a dirigir”, explica. “Está afectando la falta de perspectiva de género en las empresas, considerar que una persona está trabajando menos porque está conciliando o porque está maternando, por ejemplo, es un efecto del suelo pegajoso”, añade. Según apunta, “una persona que se está dedicando a mirar su trabajo desde una perspectiva más de los cuidados, de una ética del cuidado que se dice, es más probable que sea percibido por sus directivos como que no hace falta que dirija”.

Esto no repercute solo a nivel salarial, sino también en la representación social, las ideas, la promoción e incluso en el crecimiento profesional personal. “Si el Estado no está dando todo el apoyo a la sociedad, es obvio que de manera estructural una mujer, si esta maternando, cuidando a descendientes o ascendentes también, va a tener poco apoyo social y, sobre todo, estatal. O sea, o de la empresa o del Estado, algo que en otros países sí que se se está viendo”, apunta Olivella.

Una persona que se está dedicando a mirar su trabajo desde una perspectiva más de los cuidados, de una ética del cuidado que se dice, es más probable que sea percibido por sus directivos como que no hace falta que dirija
María Olivella, coordinadora de la Unidad de Igualdad de la UOC.

Para acabar con este punto, Morillas recuerda que desde el Ministerio de Igualdad están tratando que “el Estado se haga corresponsable de los trabajos de cuidados de los que venimos ocupándonos las mujeres” así como para que haya “una conciliación corresponsable en el ámbito del ámbito laboral y de la empresa”. “Establecer un permiso por cuidados de al menos 7 días, creo que eso facilitaría el ir avanzando para que superemos la distinta brecha de género que existen y que se expresan en los suelos pegajosos”, apunta. 

Del mismo modo, explica que se trabajan en otras medidas como que “se pueda abordar el acceso a la educación universal de 0 a 3 años o a la dependencia”.

“El Plan Corresponsables que estamos impulsando también desde el Ministerio y que es la primera política pública que no vincula el derecho al cuidado con con una relación laboral, sino que lo reconoce de manera universal y luego toda una serie de medidas, que además del fortalecimiento de los servicios públicos, pasan por el por la puesta en marcha de medidas de medidas para la conciliación corresponsable mucho más efectivas de las que hay ahora mismo”, detalla.

El ámbito laboral sigue funcionando, dando la espalda a que es necesario desarrollar trabajos de cuidados para que el mundo gire
Toni Morillas, directora del Instituto de las Mujeres

Con el fin de zanjar las brechas dentro de las propias empresas, Morillas recuerda que se han puesto en marcha los planes de igualdad de obligado cumplimiento en empresas de más de 50 empleados. Por ellos, se tratan de buscar distintas desigualdades dentro de las compañías.

Los planes de igualdad no son solo de diagnóstico, también de puesta en marcha de medidas orientadas a superar esas brechas de género que se sigue dando en el ámbito laboral, tanto en lo que tiene que ver como con la conciliación como como en todo lo que tiene que ver con la prevención de, por ejemplo, del acoso sexual o por razón de sexo. Y luego pues todo lo que podríamos ubicar en el ámbito de las retribuciones, de cómo se produce el acceso a los puestos de trabajo, etc”, apunta Morillas. 

Si hay algo que permite que las mujeres “se queden pegadas” a la parte baja de la pirámide laboral esos son los cuidados o trabajo del hogar no remunerados, de los que se encargan una media de 26,5 horas semanales frente a las 14 horas semanales de los hombres.

“Un dato que me parece muy ilustrativo es que el 95% de las personas que se cogen se acogen a la jornada a tiempo parcial por motivos de cuidado son mujeres. Se ve de manera muy, muy evidente la relación existente entre que las mujeres sigamos asumiendo buena parte de los trabajos de cuidado que hacen falta para sostener la vida con esa mayor precariedad en el ámbito laboral”, explica Morillas.

Para ella, esa falta de tiempo sin trabajo —ya sea remunerado o no— es especialmente preocupante. “Está directamente relacionado con la calidad de vida de la mujer”, recuerda. “El disponible para descansar, para para el ocio, para participar en tiempo en poder hacer más cosas o más que vida aparte de trabajar en el ámbito laboral y trabajar en el ámbito de los cuidados o de lo de lo doméstico, es menor, por lo que disminuye la calidad de vida e incluso la salud mental”, explica.

“Esto tiene mucho que ver con la debilidad de las medidas de conciliación que todavía siguen existiendo en el ámbito laboral. El ámbito laboral sigue funcionando, dando la espalda a que es necesario desarrollar trabajos de cuidados para que el mundo gire”, reivindica.

Tanto para Morillas como para Olivella, esto tiene que cambiar también como parte del sistema empresarial y social que se ve influenciado por el modelo productivo actual.

“Eso obliga a que repensemos las jornadas laborales, los horarios, a que repensemos el uso del tiempo general”, apunta Morillas. “Hay que cambiar el modelo productivo para que ponga en el centro que somos seres interdependientes, vulnerables, que necesitamos ser cuidados y cuidadas y que, por tanto, los tiempos de la producción tienen que tomar en cuenta esto y estar de alguna manera supeditado a esto”, explica y admite que este es un cambio a largo plazo que busca reorganizar las prioridades como sociedad. 

Que se sitúe en el centro y se valore el trabajo que las mujeres venimos haciendo de manera gratuita y no valorada tiene efectos o puede tenerlo en la mejora de las condiciones laborales de las mujeres que están empleadas en el sector de los cuidados, en las medidas de conciliación y en conseguir que los trabajos de cuidados no sean una fuente de penalización, sino que sean una fuente de derechos”, concluye Morillas.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es