Teatro con conciencia para tiempos líquidos

Teatro con conciencia para tiempos líquidos

Varias producciones de la cartelera madrileña intentan concienciar al público sobre determinados aspectos cumpliendo con la inevitable función social del teatro.

Una escena de la obra 'Aire'.Julio Vélez

Han coincidido en la última cartelera teatral madrileña varias producciones que intentan concienciar al público sobre determinados aspectos cumpliendo con la inevitable función social del teatro.

The Age of Man

En primer lugar, destaca Antropoceno de Tadeus Phillips. Esta es una obra que deriva de la programación que tenía preparada el Teatro de la Abadía el año pasado y que cortó el coronavirus. La obra nos presenta una reconstrucción de nuestro momento, “antropoceno” (del griego anthropos, humano, y kainos, nuevo o reciente), como manera de referirse a cómo la tierra está cambiando aceleradamente a causa de la actividad humana.

Es una obra celebratoria pues se enmarca en el 25 aniversario del famoso teatro. Se trata de un espectáculo eminentemente visual y poético (pero también absurdo, bello y cómico, como lo define el propio director) sobre nuestro actual estado de emergencia climática y la fragilidad en la que nos encontramos frente a las necesidades que requiere esta crisis planetaria. Todo ello contado por un reparto encabezado por Silvia Acosta, Julio Cortázar, Kateryna Humenyuk y Almudena Ramos.

La obra tiene como característica principal un interesante juego escenográfico con medio globo que ocupa casi la totalidad del espacio escénico. Este aparato, que se utiliza constantemente, tiene un lugar primordial en la dramaturgia y sus rotaciones sirven de transición entre escena y escena. Por él entran y salen personajes, dentro de él se establecen escenas interiores, mientras que una serie de hendiduras con la forma de ventanucos, túneles y huecos permiten que los actores transiten con un cierto dinamismo. No es común tener que alabar el trabajo del regidor, pero me da la sensación de que en esta obra es muy importante.

Los personajes hablan, tocan el violín y cantan diversas escenas de interés. Dramatúrgicamente se parte de Homo Deus, de Yuval Noah Harari, La tierra inhabitable, de David Wallace-Wells, el arquitecto Richard Buckminster Fuller y algunos informes de la ONU.

Más ‘Aire’ para los ‘Pulmones’

  Una escena de 'Aire'.Julio Vélez

Del agua, omnipresente en la primera, al gas. En segundo lugar, quiero tratar la producción aire de la compañía Threer de José María Esbec, director interesante a quien ya he prestado atención en una entrada anterior en otra obra con vocación ecologista: Pulmones. Tras aquellos “pulmones”, la dramaturgia de Esbec amplía la metáfora hacia el “aire”.

En realidad, Aire es una revisitación a La hija del aire de Calderón cuya estructura narrativa se respeta, a grandes rasgos, y de la que se citan diversas estrofas. Cabe destacar que no se trata de una puesta en escena de esta, ni siquiera de una adaptación per se, sino de una dramaturgia dispuesta a partir de la obra primigenia (por momentos me recordó a aquella magnífica De Fuenteovejuna a Ciudad Juárez del The Cross-Border Project). Precisamente por ello resulta interesante verla como continuación y contraste de la primera. La estructura general de la tragedia, que tenía dos partes en la versión original, queda respetada e incluso se mantiene un pequeño episodio cómico, un entremés, que separa la primera y la segunda parte.

Semíramis vive enjaulada desde su nacimiento al cuidado de Tiresias, un anciano ciego. El motivo escenográfico de la jaula aparecerá en diversas ocasiones en la dramaturgia, donde se establece en juegos de reclusión y libertad. La Semíramis adulta se convierte en una ejecutiva de la compañía energética Nínive SA, donde desarrollará una meteórica carrera empresarial pese a las numerosas trabas que, por ser mujer, encontrará en su camino. Es de destacar la labor de las dos actrices que interpretan a Semíramis: Venus López de niña y adolescente y Zaida Alonso de mujer adulta. Ambas están muy bien acompañadas por Felipe García Vélez, Fernando Mercè y Daniel Orgaz.

Si en la primera obra la temática ecológica era fundamental dentro de la composición, en esta el tratamiento de la violencia a la mujer es el principal motor. Se silencian los elementos más sórdidos de la trama original calderoniana, mientras que se laboran fundamentalmente los motivos de violencia machista. El momento climático de la obra es, de hecho, una mezcla entre el teatro clásico y el documento real que se lee en escena: el clímax calderoniano se combina con la lectura de testimonios reales en un ejercicio interesante de teatro documento.

Teatro sólido para tiempos líquidos

En breve, se trata de dos destacables obras, más la segunda que la primera que evitan la propaganda —no están diseñadas con un fin persuasivo específico—, pero en las que la concienciación del público es uno de sus principales pilares y una de sus características más notables. En ellas prima el compromiso estético por encima del ideológico y el político, es por ello, precisamente, que logran comunicar su mensaje, un sólido teatro con conciencia para nuestros líquidos días.

Este post forma parte de los objetivos investigadores del proyecto CARTEMAD: Cartografía digital, conservación y difusión del patrimonio teatral del Madrid contemporáneo (H2019/HUM-5722), de la convocatoria de ayudas para la realización de programas de actividades de I+D entre grupos de investigación de la Comunidad de Madrid en Ciencias Sociales y Humanidades (2019).