Hora de dar la cara: así será el procesamiento de Trump en Nueva York por el caso Stormy Daniels

Hora de dar la cara: así será el procesamiento de Trump en Nueva York por el caso Stormy Daniels

El expresidente se entregará voluntariamente y escuchará los cargos en su contra. Se prevé que salga libre y que comparezca en su mansión de Florida. 

Donald Trump, en noviembre de 2019, aún como presidente de EEUU, durante un discurso en el Economic Club de New York.BRENDAN SMIALOWSKI / AFP via Getty Images

"El pueblo del Estado de Nueva York contra Donald John Trump". No es el guión de una película de abogados, sino la frase que esta tarde tendrá que escuchar el expresidente de Estados Unidos cuando acuda a los juzgados de lo penal de Manhattan, en Nueva York, para ser detenido y escuchar los cargos que se le imputan en el caso Stormy Daniels. Nunca antes un mandatario en ejercicio o fuera de él ha sido procesado en la historia del país así que, por mucho circo que estén armando él mismo y su círculo, lo que aguarda a las 14.15 horas (seis horas más en Madrid) es un momento de enorme gravedad y consecuencias impredecibles

El magnate acude a la cita insistiendo en su inocencia, en acusar a las autoridades judiciales de parcialidad y en pedir a sus seguidores que lo arropen, cual Jesús subiendo el Calvario de Jerusalén en esta semana de pasión. Sus abogados han reconocido en los medios estadounidenses que ha recibido con "consternación" el procesamiento, pero que se ha rehecho y ha puesto a toda su maquinaria a trabajar para que quede en una anécdota, si puede ser, teniendo como tiene otros casos empantanados en la Justicia mucho más graves que el presente. "Está preparado para la batalla", sostiene Joe Tacopina, al frente de su equipo legal. Su plan ideal es que todo acabe rápido y Trump sea exonerado.

Por ahora se desconocen los cargos que el gran jurado decidió imputarle el pasado jueves, tras semanas de deliberación. Se supone que son una treintena, por un pago de 130.000 dólares a la actriz porno llamada realmente Stephanie Clifford para comprar su silencio durante la campaña presidencial de 2016, después de que mantuvieran una aventura una década antes. Trump siempre ha negado el sexo y el pago. El entonces abogado de confianza de Trump, Michael Cohen, fue quien supuestamente le hizo el pago, de sus propios fondos, y luego recibió un reembolso que, según Trump, fue de su dinero personal y no de la campaña presidencial. Hay que ver si fue una gestión realizada de manera irregular al quedar escondida en las cuentas de la Trump Organization, la compañía de Trump, durante la campaña electoral de 2016. Infracciones de prácticas contables y posibles violaciones de la financiación de su campaña. Eso es lo que hay que aclarar. 

Será esta tarde cuando se abra el sobre cerrado con los cargos y se sepa cuántos y cuáles son. Medios como el New York Times sólo han podido afinar que están relacionados con la falsificación de registros comerciales en primer grado, un delito considerado grave en el Estado de Nueva York. "Cualquier cargo será combatido enérgicamente", replica Tacopina en la cadena ABC, al ser preguntado por los detalles. Sólo sabe, dice, que la imputación "parece estar centrada en un acuerdo de confidencialidad, muy legal y muy común, firmado hace años", constata. 

Esa es la clave de la defensa de Trump: todo lo que hizo fue legal y no hizo nada malo. Por eso avanzan sus abogados que no habrá acuerdo alguno con el fiscal. "Eso no va a pasar, porque no hay crimen", añade Tacopina en la NBC. El caso no llegará probablemente a juicio, anticipa, por los "importantes desafíos legales" que él y los suyos van a interponer ante los argumentos de la acusación. Su plan es que Trump, cuando acceda al edificio de los juzgados, esté en una "lectura clásica de cargos" ante el juez Juan Merchan, se declare no culpable y se establezcan de seguido los calendarios para presentar mociones y alegaciones.

Jim Trusty, otro de sus abogados defensores, ha confirmado en la CNN que eso es justo lo que van, plantear una avalancha de mociones, "las necesarias", para desestimar los cargos uno a uno. "Este caso es sólo un ejercicio de gimnasia mental y no se sostiene", señala. La gente de Trump repite insistentemente que se han emprendido acciones legales severas contra personas odiadas como él y hay analistas que pueden reconocer que, en otro caso, se podría haber evitado sin arresto, pero si no se actúa, se corre el riesgo de mandar el mensaje de que la ley no es igual para todos, por otro lado. 

¿Esposas, fotos, huellas, fianza?

Hay muchos detalles menores pero muy jugosos en la entrega de Trump esperada para este martes. El expresidente voló ayer lunes a Nueva York desde su mansión de Mar-a-Lago (Florida), donde ha pasado estos días reunido con sus asesores y lanzando mensajes en las redes sociales que lo mismo llamaban a recaudar dinero para su causa (logró cuatro millones de dólares en las primeras 24 horas tras conocerse su procesamiento y ya van siete en este día d) que a manifestarse por él, que servían para defenderse, se nuevo, y acusar al mundo de una "caza de brujas" contra él y su empeño de presentarse a las elecciones presidenciales del año que viene. Dice no haber sentido "tanto apoyo y amor" en su vida e insiste en que no podrán con él aquellos a los que acusa de este proceso. Esto es: los "radicales de izquierda", los "revoltosos", los "extorsionadores" y los "políticos sinvergüenzas y matones". 

El plan de Trump, ya este martes, es el de comparecer en un acto con la representante republicana en la Cámara Marjorie Taylor Greene, una de sus más entusiastas seguidoras, un evento al que ha pedido a sus trumpistas que vayan en masa pero de forma "pacífica" para protestar contra su proceso. Este fin de semana, en su casa floridana apenas se han visto un par de docenas de fieles; había, desde luego, más prensa que seguidores. Luego, acudirá a los juzgados y, si sale, pretende volver de seguido a Florida y comparecer allí ante sus correligionarios y la prensa, hacia las 20.15 horas (las 2.15 horas en España). 

Lejos de esconderse, Trump ha enviado por correo todos los pasos que tiene previsto dar, cual estaciones del viacrucis. Según informa el especialista en Tribunales del NYT, el magnate tendrá que seguir los pasos de rutina para cualquier detenido por lo penal que acuda al imponente edificio donde se imparte justicia por estos casos en Manhattan: fotos policiales, toma de huellas y lectura de cargos. Lo normal, relata, es que estos procesados estén esposados durante el proceso, pero no parece que este vaya a ser el caso porque, aunque sus delitos son graves, entran dentro de la categoría de guante blanco y se suele tener esta deferencia; más aún, siendo el expresidente del país. Los procesados por delitos de sangre, llegan con las manos a la espalda; los de delitos de otro tipo, también económicos, delante, por entenderse que son menos peligrosos. 

Trump llegará con otra seguridad, distinta y ajustada a su estatus: estará acompañado a cada momento, desde el arresto en sí hasta su comparecencia ante el juez, por personal del Servicio Secreto estadounidense, que por ley tiene que acompañar a un exmandatario siempre. Obviamente, a ellos se suman los miembros de seguridad del edificio en sí, que son funcionarios judiciales estatales, y que llevan días coordinándose con los anteriores. 

La acusación está sellada hasta que Trump entre en la sala y se presente su caso. Luego viene el meollo del asunto: conocido lo que se le inculpa y conocidas sus réplicas, hay que decidir si queda en libertad y, de ser así, en qué condiciones. Lo esperado es que quede en libertad con cargos porque es lo habitual en casos como el suyo, delitos graves pero que no tienen aparejada violencia ni hay riesgo de fuga en alguien que quiere quedarse en Washington, en la Avenida de Pensilvania, para ser exactos. Las normas de Nueva York no contemplan fianza para este tipo de casos, tampoco, pero está por ver si entre los cargos hay algún agravante que cambie la situación. "Esto no tienen precedentes, simplemente no sé lo que podemos esperar", recalca el abogado Tacopina.

El edificio será cerrado para esta audiencia especial y hay vigilancia especial de sus alrededores. A la secreta y los funcionarios de diario se han sumado el FBI y el Departamento de Policía de Nueva York, que ha perimetrado la zona desde muchas horas antes para evitar incidentes, en espera de una masiva afluencia de prensa, seguidores y curiosos. No hay temor inicial a concentraciones descontroladas y violentas, pero "hay planes de contingencia para todos los escenarios", informan desde la policía local a la edición norteamericana del HuffPost. El fantasma del asalto al Capitolio, en enero de 2021, está en la mente de todos, pese a que ante la torre neoyorquina que lleva el nombre del multimillonario ayer sólo lo recibieron una decena de acérrimos fieles. 

El juez Merchan ha tenido un gesto con Trump: ha accedido a los deseos de su equipo de abogados y ha prohibido que los medios de comunicación retransmitan en vivo la lectura de los cargos al expresidente. Sólo se permitirá la entrada de cinco fotógrafos. Justificó su decisión explicando que aunque los medios tienen un interés "importante y sin duda genuino" en retransmitir lo que suceda , este debe ser sopesado junto a intereses "contrapuestos". Parece una broma, pero la defensa había alegado que la prensa podía aumentar la "atmósfera de circo" del proceso y sería "inconsistente con la presunción de inocencia". 

El magistrado les ha dado una de cal, pero también una de arena. "Esta imputación involucra un asunto de una importancia monumental que no puede ser cuestionada", escribió en la misma resolución, recordando a quien resta valor al procesamiento que lo tiene, y mucho. 

Trump ha anunciado sus acciones y se va a entregar voluntariamente; los fiscales, encabezados por el demócrata Alvin Bragg, contactaron con los abogados de la defensa y pactaron paso por paso lo que se haría ya la semana pasada, por lo que todo está bien atado. No obstante, si no lo hiciera, estaba la opción de pedir a Florida su extradición, un proceso que debía firmar el gobernador, Ron DeSantis, principal rival de Trump en las primarias republicanas a la Casa Blanca. Podía haberse negado, sí, pero asumiendo acciones legales en su contra.

El ventilador, al máximo

Trump llega a la imputación, insólita, convirtiendo el proceso en un espectáculo. Si ya de por sí es llamativo y escandaloso pagarle a una examante para que se mantenga callada, el republicano echa más leña al fuego acudiendo al victimismo, al martirologio. La causa, insiste, es una persecución. No tiene fundamentos. Y no deja de darle vueltas. "No hay mala prensa a menos que seas un pedófilo", dijo en el pasado. A él le encanta estar en los titulares, aunque sea procesado, porque se crea una corriente de interés muy visceral a la que no hacen sombra ni las políticas del actual presidente, Joe Biden, ni las amenazas de Rusia, China o Irán. Con conflictos mundiales no hay quien despierte interés, pardiez. 

El equipo de Trump lo preferiría callado, pero él no hace caso a sus consejos y no ha dejado de hablar en estos días. Sobre todo, para soltar sapos y culebras contra quienes lo van a procesar. Del fiscal Bragg dice que es un "psicópata degenerado", "racista" -es negro, y "animal". Del juez Merchan: "Me odia". Por supuesto, de su exabogado Cohen no dice ni una lindeza. "Mentiroso patológico", lo más suave. 

Trata de desacreditarlos, echando histrionismo y autocompasión a un caldo ya muy espeso, el que alimenta a sus seguidores, casi miembros de la secta Trump, capaces de hacer cualquier cosa por su líder. Mandando mensajes desde la Torre Trump, en las últimas horas ha puesto el foco sobre todo en el fiscal del distrito de Manhattan, al que ha acusado de haber "filtrado ilegalmente los 33 cargos de la acusación". El expresidente estadounidense ha propuesto que Bragg se acuse a sí mismo "si realmente quiere limpiar su reputación" y reitera que "debería dimitir ya".

Hay debate en la prensa norteamericana sobre si, dado este comportamiento,  se puede decidir esta tarde en la corte imponer una especie de prohibición a Trump para que hable del caso, una "mordaza", porque ya sabemos bien por las películas que todo lo que diga estando procesado puede ser, en última instancia, usado en su contra. Otra cosa es que lo acatara. 

Todo el Partido Republicano le está apoyando en esa línea de poner el ventilador y extender la porquería. "Si no se hubiera presentado a las elecciones, no se le habría acusado", acusan. Sostienen que sobre todo el fiscal está usando esta causa como un arma política para que el sistema judicial influya en los comicios del año que viene. Son incontables las declaraciones en este sentido, de senadores a congresistas, pasando por gobernadores. Bragg ha respondido que los cargos "han sido presentados por ciudadanos de Nueva York en cumplimiento de su deber cívico" y que ni el expresidente ni el Congreso ni nadie puede interferir en el río de la justicia. "Caza de brujas" no entra en su diccionario.

No sólo es un riesgo para él, es una llama demasiado cerca de la gasolina, de la calle. En las protestas por venir y en las instituciones, donde la división de rojos y azules era ya honda y más lo está siendo cuando aparecen las acusaciones de "juicio político manipulado". Quién va a ponerse a negociar, por ejemplo, el techo de gasto cuando se están lanzando piedras de este calibre. En la Casa Blanca, los demócratas se pertrechan en su silencio, en el respeto a las decisiones judiciales, pero en el Congreso y el Senado aprovechan el bache de su oponente y cargan. Si el proceso avanza, todo el tiempo hasta las alecciones -y más allá- estará empapado por la causa Daniels. 

El multimillonario se siente bien en ese ambiente y entiende que le puede dar réditos políticos. De momento, la razón le asiste: las encuestas dicen que de celebrarse elecciones le sacaría entre cuatro y cinco puntos al presidente demócrata y entre 14 y 15 a DeSantis si le planta cara buscando la boleta presidencial en nombre de los republicanos. 

A partir de este martes, se irá aclarando el camino que hay que seguir. Lento, complicado, polémico, eso seguro. Una espada de Damocles sobre la estabilidad política del país, a año y medio largo de las elecciones, y otra prueba de fuego para la democracia y la convivencia.