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Paul McCartney vuelve a Madrid para recordar que la música de The Beatles sigue siendo eterna
Cultura

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Paul McCartney vuelve a Madrid para recordar que la música de The Beatles sigue siendo eterna

El exbeatle se ha subido este lunes al escenario del WiZink Center en la primera de sus dos noches en Madrid.

Paul McCartney durante su concierto de este 9 de diciembre en el Wizink Center de MadridManu Pasik

Quizás se pudiera pensar que el pasado mes de junio, cuando Paul McCartney anunció sus dos conciertos en Madrid, justo en un momento en el que otro titán como Bruce Springsteen llenaba el Civitas Metropolitano, el Wizink Center no se le iba a quedar pequeño. La última parada, ya hace ocho años fue en un ya extinto Vicente Calderón que hoy ve grandes torres de edificios de lujo junto a Madrid Río. McCartney ha preferido ahora un recinto más pequeño en el que las entradas, que de media superaban los 100 euros, volaron. Todo lo que rodea a The Beatles sigue estando igual de cotizado o más que hace 60 años.

Seis años en los que ha habido una pandemia y que se han hecho esperar para las más de 17.000 personas que abarrotaban desde las 19h los alrededores del antiguo Palacio de los Deportes. Algunos con camisetas de los cuatro de Liverpool, otros con el logo de Apple Corps y alguno más creativo con camisas estampadas con ese Yellow Submarine que se entremezclaba entre ejecutivos con camisa. La beatlemanía como se conocía en los 60 ha dejado las fans eufóricas por melómanos para los que The Beatles son su religión. Eso sí lo hacen sin enloquecer disfrutando de cada acorde.

Pero el público de McCartney no es tan de merchandising como de corear cada una de las canciones de The Beatles que amenizaban la espera de su salida al escenario, con la que rompió con la puntualidad británica 15 minutos antes de que apareciera en pantalla su icónica guitarra Les Paul entre fanfarria y los primeros acordes de Can’t Buy Me Love. Eso sin tener en cuenta el concierto previo de 90 minutos solo para unos VIPS en lo que ha convertido la prueba de sonido de este Got Back Tour con el que lleva ya dos años de gira mundial.

Una gira eterna con la que demuestra que a sus 82 años nada le cansa, aunque los que ya le han seguido durante años comentasen, no sin una sonrisa de cariño en la cara y en voz baja “está mayor” y puede que la potencia vocal le falle, pero el repertorio y la ejecución no, tampoco en los movimientos con los que se forzaba a bromear tras cada canción. Porque en un momento en el que los tops de Spotify son efímeros, la música de The Beatles es eterna. Como muestra de ello es que en pleno 2024, sus canciones siguen emocionando a un público de todas las edades como el primer día.

A lo largo de sus 2h y 45 minutos de repertorio no faltaron joyas y clásicos de los 13 álbumes de The Beatles como Drive my car, Getting better, Lady Madonna o Love Me Do pero también otras más recientes como Come on to me, de su etapa en solitario. Pero también repasó la época con The Wings, el grupo junto a su exmujer Linda, como Band on the run.

No le hace falta una colosal banda ni un backup como otras estrellas del rock, con cinco miembros sobre el escenario y un “factor sorpresa” de los tres vientos en una de las bocanas de la grada del estadio durante Letting go.

La aparente sobriedad de la puesta en escena en las primeras canciones únicamente la rompía un doble panel de luces superior abatible, que se convertía en pantallas, un fondo sobre el que proyectaban imágenes de Paul, John, George y Ringo en todos los colores y formas posibles, incluso animados con IA en I know i’s true o imágenes oníricas. Pero no todo fueron guiños a los Beatles, también proyectó en las pantallas un vídeo en el que aparecía su amigo Johnny Depp junto a Natalie Portman mientras sonaba My Valentine, que ya despertó la polémica en las primeras paradas del tour.

  Paul McCartney durante su concierto de este 9 de diciembre en el Wizink Center de Madrid.Manu Pasik

Sin embargo, la puesta en escena escondía más versatilidad de la aparente sencillez: plataformas elevables, pantallas retraíbles e incluso una potente pirotecnica ensordecedora que estalló en Live and let die ya cercano al final del concierto.

El único cambio de vestuario de McCartney fue quitarse la chaqueta y su llamativo forro de rayas negras y blancas justo antes de una de las partes más rockeras de la noche en la que sonaron Let me roll it que permitió el lucimiento con encore de Jimmy Hendrix que permitió dejar ver el virtuosismo de su banda. 

Así lo dejó claro con el chapurreo de español que hizo en cada una de intervenciones habladas, que inició con un “muchas gracias Madrid, estoy muy contento de estar aquí” siguió una dedicatoria a su mujer Nancy, por la que escribió Let ‘Em In, “ella está con nosotros esta noche” y también incluyó la presentación de la primera canción que grabaron The Beatles, entonces como The Quarryman In Spite of all the danger.

Estos no fueron los únicos guiños a España, país que ya ha visitado en ocho ocasiones, seis de ellas en solitario y dos con The Beatles, el batería incluso bailó la macarena en Dance Tonight.

Uno de los momentos más emocionantes de la noche fue la interpretación de Blackbird, sin banda únicamente con la guitarra acústica sobre una plataforma elevable que mostraba un cielo que acabo por abrirse en un universo mientras sonaba Here Today, la canción dedicada a su amigo John Lennon o “Juan” como castellanizó él mismo en su afán por hablar español. No fue el único homenajeado, también se acordó de George Harrison, “su hermano George”, al que dedicó Something acompañado por su ukelele con la consiguiente ovación y emoción del público.

Tras la pausa emotiva, McCartney volvió a animar al público con Obla-Di, Obla-Da, canción odiada por los fans más puristas de The Beatles, pero que levantó a todo el WiZink a bailar. Con el público en pie tras casi dos horas de concierto llegaron otras muchas de las más cantadas por los asistentes como Get Back o Let it be con un auditorio prendido por linternas de móviles.  

Con el colorido piano pintado por el artista Dudley Edwads interpretó un Hey Jude más extendido si cabe en su coro final que se prolongó cerca de siete minutos con los que se despidió antes del bis al que subió con la bandera de España, la bandera de Reino Unido y la bandera LGTBIQ+.

Dejó para el final I’ve got a feeling con la sorpresa de introducir cantando gracias a la IA a John Lennon. "Estoy muy contento de poder cantar con mi amigo John otra vez", dijo esta vez en inglés. Con el agradecimiento de la Sgt Pepers Lonely Heart Club Band ya olía a despedida, que culminó con la potencia de Helter Skelter. Para despedirse, la bajada de revoluciones llegó de nuevo con esa mezcla de Golden Slumbers Carry That Weight y The End. 

Con un repertorio de 10 se despidió del público. Siempre sobrevuela la posibilidad de esta que sea la última, pero los madrileños este lunes esperan que después de la segunda fecha no tengan que esperar otros seis años para disfrutar de nuevo de las canciones de The Beatles junto al británico. Como él mismo repitió al público: “There will be an answer, let it be”,

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es