Nacemos desnudos, el resto es drag
El éxito de "RuPaul's Drag Race" ha hecho popular un arte que durante años ha sido denostado e infravalorado, aunque sus profesionales siguen teniendo dificultades para salir de la precariedad: "Tienes que hacer muchos bolos para pagar el alquiler".
Con una presencia despampanante y rezumando alegría, dos artistas drag recorren las principales calles del barrio de Chueca 'captando' clientela para uno de los locales abiertos en la zona. Es sábado por la noche previo al Orgullo, la música se cuela por las puertas semiabiertas de los 'garitos' y el bullicio es notable. Pero la presencia de ambas no pasa inadvertida: subidas a unos zapatos de tacón infinito y con 'pelucones' de diámetro considerable, las dos travestis reparten flyers con una amplia sonrisa mientras bromean con quienes les piden una foto.
Su imagen es sólo la constatación de que el arte drag se encuentra en su mejor momento. Aunque los espectáculos basados en el transformismo han sido populares desde hace muchos años en el barrio gay por excelencia de Madrid, el éxito del programa norteamericano Drag Race, creado por el icónico RuPaul, ha convertido este arte en algo mainstream, saltando también a los locales de público mayoritariamente heterosexual y sumando numerosos adeptos que quieren dejarse seducir por esta fantasía deslenguada y canalla. Pero, sobre todo, ha conseguido que algo denostado y arrinconado durante muchos años a pequeños escenarios de bares, sea ahora una expresión cultural respetada y dignificada.
"La gente consume drag porque quiere sumergirse en este fantástico movimiento artístico que tanto apela a la risa como a la concienciación", explica Killer Queen. Detrás de su abundante maquillaje y la lentejuela se esconde Iván Solar, un médico de urgencias de 35 años que ejerció como catequista hasta 2015, cuando el padre de uno de los niños envió un correo anónimo a la parroquia advirtiendo de su afición a hacer shows drag. "Eso es algo totalmente inmoral para nuestros pequeños”, decía aquel email.
Ahora, Iván asegura que sigue transmitiendo sobre un escenario el mismo mensaje de paz, de amor y de igualdad que cuando era catequista, "pero con peluca”. Su participación en el concurso emitido por Atresmedia le ha permitido actuar en algunos de los principales teatros de España y hasta viajar internacionalmente para asistir a algunos de los eventos en los que se concentran participantes de Drag Race de todo el mundo. "El programa ha sido el empujón que algunos necesitaban para comenzar en el drag y también para conquistar espacios que antes nos eran más hostiles", señala.
La palabra Drag es un acrónimo de "Dressed as girl" ("vestido como chica") y se asocia a aquellas personas que con plataformas, pelucas y accesorios ofrecen entretenimiento a la par que burlarse de los roles de género establecidos dentro de la sociedad y la cultura. Aunque la práctica de hombres vestidos como mujeres en el escenario se originó en el teatro isabelino en Inglaterra, donde las mujeres no tenían permitido actuar en público, el fenómeno asociado al movimiento LGTBIQ+ fue cogiendo fuerza en las ciudades de Nueva York y San Francisco en la década de 1940 y 1950. En España, hasta 1998, no se celebró la primera gala drag en los carnavales de Las Palmas de Gran Canaria.
La situación es muy diferente ahora, donde ser drag está de moda. Sin embargo, las condicionales laborales no han mejorado al mismo nivel que la dignificación de este arte. De hecho, el colectivo se queja de los bajos cachés y una grave precariedad. "Cuando la mayor parte de los bolos tienen que ser en B y te pagan entre 70 y 100 euros, no te queda otra que hacer muchos shows para poder pagar el alquiler y las facturas", comenta Killer Queen. Aparte queda, por supuesto, la importante inversión que las drags tienen que hacer para lucir el vestuario más deslumbrante, la peluca más natural o el mejor maquillaje. "Conozco compañeras de Drag Race que han tenido que pedir un microcrédito para poder pagar el alquiler algunos meses. Al final, aprendes un poco a vivir en esa precariedrag, y si quieres no andar con la soga al cuello tienes que buscar una alternativa. Muy pocas de nosotras pueden vivir exclusivamente de este mundo", asegura.
Sharonne, ganadora de la temporada 2 de Drag Race España, es una de esas afortunadas que puede dedicar todo su tiempo al mundo del espectáculo. "Para vivir de esto te lo tienes que currar. Tienes que formarte en el baile, en la interpretación, en la comedia... Salvo que quieras ser un personaje de redes sociales", asegura la artista catalana.
Para ella, el éxito del programa televisivo y apps como TikTok o Instagram han provocado la "explosión" actual de aspirantes a drag. "Ahora hay más oportunidades de trabajo, pero también más competencia. Nunca he visto tanta drag queen como ahora. Antes llegabas a este mundo por algún tipo de vocación, pero ahora las redes juegan un papel muy importante. Y no todo el mundo vale para este trabajo. Tienes que formarte para ser diferente al resto", explica.
Daniel Carrillo, 'drag queen' de 30 años y creador de El Gallinero de Damorca, es una de esas jóvenes promesas que están poco a poco abriéndose camino en este mundillo. Su principal baza es la comedia. "Un día, un amigo actor me dijo que estaban buscando una drag que hiciera monólogos. Yo nunca había hecho comedia ni me había dragueado, simplemente me había maquillado en alguna ocasión y había subido las fotos a las redes sociales. Pero me lancé a la piscina ante esta oportunidad y fue todo un éxito. Desde entonces, no he parado de hacer shows", cuenta a El HuffPost.
Daniel cuenta que intentó moverse por locales de Chueca, pero que las condiciones no eran buenas: "Así que empecé a hacer mi show en Hipócratas, un bar-cabaret en la zona de La Latina". Según él, las pocas artistas que tienen contrato fijo en un bar tienen que trabajar siete días a la semana "para vivir dignamente". "A muchas las ves subidas en el escenario con un sujetador y unas medias porque no pueden aspirar a más. A mí nunca me verás con una falda de Zara", asegura.
Al igual que Sharonne, Daniel también cree que hay "baby-drags" que reducen el caché que ofrecen actualmente los locales. "A no ser que tengas un armario ya hecho, no te vale la pena subirte a un escenario por menos de 80 euros. El programa de RuPaul ha dado mucha visibilidad a este mundo y te puedes encontrar a una drag en cualquier sitio. El problema es que en España ni siquiera hay una industria formada. A cada uno de nosotros nos toca crear espacios que todavía no existen. No se nos puede olvidar que aunque tengamos mucha historia, porque tenemos referentes drag desde hace mucho tiempo, esto es un arte muy nuevo", asegura.
Killer Queen admite que ha tenido que plantarse más de una vez y no hacer un show por el escaso caché que le ofrecían. "Pero entiendo que, a veces, llega un momento en que o entras por el aro o te sumes en una profunda frustración y te quedas en casa mirando a las pelucas. Yo tengo suerte porque tengo mi trabajo habitual, y puedo permitirme quedar en casa, pero muchas compañeras, por desgracia, no disfrutan de mi misma situación", advierte.
A finales del año pasado, se constituyó la primera asociación de 'drag queens' de España con el objetivo de reducir la precariedad de sus trabajadoras y a dotarlas con servicios comunes como gestorías. Más de 160 profesionales se unieron a ella. Para Sharonne, este tipo de 'sindicatos' son importantes frente a esos empresarios que sólo quieren "un poco de circo" y repudian este arte. Pero pide ir un paso más allá: "La drag de hoy en día va más allá de un local de ocio. También trabaja en televisión, en el teatro... No tendríamos que enfocarnos sólo en el mundo de la noche y el ocio. Nuestro lugar es más una asociación como puede ser la Unión de Actores", razona.
Los diferentes testimonios recogidos por El HuffPost denuncian también cierta inseguridad en algunos de los shows, como ser víctimas de insultos o que te lleguen a despojar de la peluca en plena actuación, así como el peligro de sufrir ataques físicos en la calle al volver caracterizadas a casa. Cabe recordar que en los últimos cinco años se han producido en España al menos 57.000 agresiones físicas o sexuales contra las personas LGTBI+.
Pese a todo, el arte drag ha llegado para llenar todos los espacios de lentejuelas y brilli-brilli sin importar los obstáculos económicos o fruto de la cerrazón que algunos todavía experimentan al observar de lejos este colorido mundo. "A las nuevas generaciones de drags les diría que nunca se dejen ningunear y que se hagan valer. La peluca, el maquillaje y el tiempo de preparación del show es trabajo. Exponer nuestros cuerpos y nuestra vidas en un escenario es trabajo. Y ese trabajo no se paga en visibilidad, o en copas, o en 'es que viene bien para que la gente te tenga en cuenta'. Porque tú no puedes ir al casero y pagarle con visibilidad. Así que les pido que sean firmes con sus condiciones laborales. Solo así un día podremos entre todes acabar con la precariedrag", sentencia Killer Queen.