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Del 'dry january' a famosos abstemios o jóvenes que cada vez se emborrachan menos: ¿ha reducido la Gen Z el consumo de alcohol?

Del 'dry january' a famosos abstemios o jóvenes que cada vez se emborrachan menos: ¿ha reducido la Gen Z el consumo de alcohol?

Las intoxicaciones etílicas ha pasado a ser de un 60,7% de los jóvenes entre 14 y 18 años en 2012 al 20,8% en 2023, según el estudio ESTUDES.

Persona dice que no a una bebida alcohólica.Getty Images

"Con 13 años todo el mundo de mi edad, cuando nos invitaban a fiestas de los pueblos o lo que fuera, lo que solía hacer era beber. Pero no beber un poquito, sino beber mucho, entre 5 y 7 copas en una noche. Eso a mí me parecía una barbaridad, me explotaba la cabeza de cómo siquiera sus familias les dejaban", recuerda Elena, de 26 años. Ver cómo los jóvenes de su entorno ni siquiera se acordaban con 14 o 15 años de lo que habían hecho el día anterior la asustó y le hizo plantearse el no probar una gota de alcohol.

"Esas cosas a mí me marcaron mucho de decir ‘beber es algo que no se debe hacer’ o, por lo menos, no en las cantidades que se hacía", señala a El HuffPost y recuerda que le generaba cierta incertidumbre saber qué cantidad era exceso y cuál era un consumo normal: "Veía a mi alrededor que la gente se encontraba tan mal al día siguiente, que estaba que no podía ni levantarse casi y dije ‘vale, no voy a beber’ o ‘no bebo hasta que me sienta preparada". A esto se sumaron las charlas formativas que recibió sobre los riesgos del alcohol en el instituto, que la disuadieron junto a sus padres de beber alcohol.

Su caso no es el único, también lo es el de María Luisa, de 26 años, quien asegura que nunca le ha llamado la atención beber. "No me gusta nada el olor. Lo probé cuando toda la gente de mi edad empezaba a beber, pero nunca me 'enganchó' tanto como para seguir haciéndolo, aunque siempre te dicen que te acabas acostumbrando al sabor", recuerda. "Además, una sola copa me sienta fatal, así que me siento mucho mejor sin hacerlo y prefiero tomarme algo que me guste y disfrute", señala.

Sus casos, aunque parezcan aislados son muestra de una tendencia "bajista", como apuntan desde FAD Juventud y tal y como recogen encuestas como el ESTUDES (Encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias en España). 

Aunque ningún especialista lanza campanas al vuelo ni señala que esto se vaya a mantener ni que sea algo generalizado, sí que admiten que al menos en lo que se conoce como binge drinking o consumo por atracón, las cifras son menores. Un caso extremo, como son las intoxicaciones etílicas o borracheras, han pasado de una prevalencia del 60,7% de los jóvenes entre 14 y 18 años en 2012 a la del 20,8% en 2023.

En un escenario como este, cada vez más rostros conocidos han hecho un alegato a favor de no beber alcohol. Lo hicieron en pleno prime time en las Campanadas de La 1 David Broncano —quien en varias ocasiones ha explicado que es abstemio— y Lala Chus brindando con Champín, la conocida marca de champán sin alcohol, un gesto que fue muy aplaudido en redes sociales. 

Pero también Mario Casas poco antes y precisamente en el programa del jienense, La Revuelta (La 1): "Ya no bebo, hace un año y algo dejé de beber. Cero”. "Al final lo he hecho por cuidarme, bebía al salir, pero ya no salgo. Estoy muy sano", explicó. A nivel internacional, nombres como Anne Hathaway, Adele, Tom Holland o Bradley Cooper han lucido orgullosos la bandera de la sobriedad.

A pesar de esta situación, los expertos siguen recalcando que vivimos en una sociedad en la que el alcohol se sigue considerando una "droga legal", pero que ha causado en España la muerte de más de 15.000 personas entre 2010 y 2017, según datos del Ministerio de Sanidad.

Una sociedad con una amplia permisividad al alcohol y muy ligado al ocio

"Los estándares de la normalidad en nuestro país con el alcohol no son nuevos. Nuestros abuelos han bebido alcohol, nuestros bisabuelos, y en según qué entorno familiar se haya criado uno, estamos siempre normalizando el consumo de alcohol, tanto familiar como social", explica a El HuffPost Alberto Cotillas, médico de familia y presidente de la Sociedad Madrileña de Medicina de Familia y Comunitaria (SoMaMFyC). 

"Hay muchísimo trabajo que hacer, porque muchísima población todavía piensa, por ejemplo, eso de ‘una copa de vino me viene bien para el corazón", señala y zanja estas falsas creencias con que "se aboga por hacer un consumo cero, por su salud o por cualquier otra causa" y que no hay una cantidad segura de alcohol que no sea "cero".

Este reflejo en la sociedad se da, evidentemente en los jóvenes. Beatriz Martín Padura, directora de FAD Juventud, lo tiene claro: "Tiene que haber un cambio también en el mundo adulto para que realmente el consumo de alcohol en España y en otros países sea menos nocivo, que no lleve más a problemas de adicción, etc.". 

"En España, como en otros países, hay un factor fundamental que es que el alcohol es una sustancia muy relacionada con las celebraciones, con menos percepción de riesgo que otras drogas", añade Martín, quien también apunta a que los adultos beben en las celebraciones mientras "los niños lo observan, ven esa permisividad y esa percepción más baja del riesgo". 

"En España, como en otros países, hay un factor fundamental que es que el alcohol es una sustancia muy relacionada con las celebraciones, con menos percepción de riesgo que otras drogas"
Beatriz Martín Padura, directora de FAD Juventud

Muestra de ello, apunta, es que sigue siendo la sustancia más consumida y que "el 90% de la población general ha consumido alcohol alguna vez en su vida y más del 60% en los últimos 30 días".

De hecho, recuerda que el consumo diario sigue siendo alto, con la población que más consume situada en los mayores de 56 años, pero. Sin embargo, el modelo de consumo entre los 15 y los 24 años sigue siendo "de atracones" y en torno al 75% de los adolescentes entre 14 y 18 años han probado el alcohol alguna vez en la vida, según el ESTUDES. 

Martín recuerda que "hay otras sustancias que generan adicción de forma más rápida", ya que para el alcohol se apunta a entre 8 o 10 años de consumo para generar adicción. Sin embargo, esto entraña otros riesgos para los adolescentes más allá que la propia adicción. 

"En el mundo adolescente y joven los problemas de consumo tienen otras consecuencias significativas que tienen que ver con temas físicos y neuronales porque son cerebros todavía en procesos de desarrollo", explica la especialista, quien pone el foco en los problemas psicosociales que acarrea un consumo de alcohol que van desde problemas familiares a falta de rendimiento o violencia física y/o sexual.

"Te puedes ver en situaciones de peleas, o las chicas, por ejemplo, que además del estigma y el sesgo de género del consumo hablaban de agresiones sexuales y ese tipo de asuntos. Ahí es importante ver el sesgo de género existente", detalla.

Las razones por las que empieza el consumo —que sigue situándose en una edad de inicio que ronda los 14 años—, tal y como recuerda Martín, siguen siendo las mismas: pasárselo bien y como una forma de ocio.

Precisamente, en esos entornos de ocio durante la adolescencia, la presión por encajar, por pertenecer al grupo o por no ser "la oveja negra" lleva a muchos jóvenes a beber, al igual que al consumo de otras sustancias. María Luisa y Elena aseguran haber dado muchas explicaciones entre sus grupos de amigos e incluso a haber visto condicionado su forma de ocio. 

"La gente asume que si no bebes es porque estás medicándote o por problemas de salud, no por decisión propia"
María Luisa, de 26 años

"La gente asume que si no bebes es porque estás medicándote o por problemas de salud, no por decisión propia. Hay gente que me ha confesado que, antes de hablar conmigo por primera vez, pensaban que era una persona aburrida por haberme conocido en un contexto en el que todo el mundo tenía alcohol en la mano menos yo", explica María Luisa, quien recuerda que no es condicionante para que le encante salir, conocer gente nueva o estar fuera de casa. 

"Hay gente que me pregunta que cómo puedo ser tan extrovertida sin beber, porque hay personas que confían más en el alcohol que en ellos mismos para socializar", explica.

Elena recuerda que durante sus 16 o 17 años, el servirle una bebida "siempre era una afirmación, ‘bebes’, no como pregunta". "Cuando tú decías ‘no, yo no quiero’ se te colgaba el sambenito de la rara, que no te va a hacer daño, que estás entre amigos. Pero yo me lo estoy pasando bien igual, pero no tengo esa necesidad, porque no me gusta, no le pillo la gracia sabor y no me interesa. Siempre lo decía así pero ya se te tildaba de rarito, de que eras el amigo que agua la fiesta", explica. 

Para ella, esta negación continua conllevaba una importante carga mental. "En ese sentido, tienes que hacer un trabajo mental muy gordo de decir ‘quien me quiera, me va a querer sin beber o bebiendo", explica y matiza que esto solía darse con personas con menos confianza y no con su grupo de amigas. 

María Luisa señala que, aunque no la ha condicionado tanto a la hora de "salir de fiesta", sí que recuerda que para ella "las discotecas son un terreno bastante hostil" por varios motivos: "Lo primero porque el precio no me sale rentable, al final, si te pides algo sin alcohol, las consumiciones incluidas te acaban saliendo bastante más caras. Y lo segundo, porque, aunque no siempre, quiero irme pronto a casa. Al final llega una hora en la que todo el mundo ya ha bebido mucho y no te sientes nada cómoda". 

Los planes con alcohol los prefiere "al aire libre, o en bares más tranquilos en los que la gente se controla más". Además, suma el problema de la conducción: "El tema del coche ya es otra historia, si quieres asegurarte de que te lleve a casa alguien que no ha bebido, sabes que te va a tocar conducir a ti o depender del transporte público nocturno". 

"Aun así, he tenido mucha suerte porque siempre he coincidido con gente que lo respeta y entiende perfectamente y no he tenido que pedir perdón por faltar a un plan así. Nunca me he juntado con gente que salga solo a desfasar y puedo hacer muchos otros planes a gusto de todos", explica.

Un cambio en el perfil más saludable de los jóvenes y de un ocio "más casero"

A pesar de que el alcohol siga siendo una "forma de diversión" los modelos de ocio tras la pandemia, según revela la experta de la FAD, han cambiado. "Con toda la irrupción de la tecnología, es verdad que se ve que hay un ocio un poco más casero. A veces está más relacionado con este tema de redes sociales, de videojuegos, etc. Eso puede haber influido también un poco en este consumo adolescente, de 14 a 18 años", señala.

De ahí que haya descendido, siempre desde la prudencia, el riesgo de los botellones. "Como sociedad, teníamos un consumo de menos cantidad y más social. Pero cuando se cogieron modelos más nórdicos, como este consumo de atracón o los botellones y todo lo demás, nos empezó a preocupar. Pero es cierto también que desde 2008 hasta los datos que tenemos, estos consumos de atracón y de riesgo van bajando", indica.

Siguen siendo los más jóvenes los que siguen realizando ese consumo de riesgo o de atracón, pero la tendencia es algo a la baja. "No sé si podemos decir que se ha pasado un poco de moda el botellón o las borracheras", sentencia cautelarmente Martín.

En los grupos de Elena y de María Luisa también han notado esta tendencia con el paso de los años. En el caso de Elena recuerda que todas sus amigas bebían durante la adolescencia hasta los 20, 21 o 22 años. 

"A partir de ahí cada vez eran más las que decían que ya no querían beber, que no les apetecía o no le encontraban la gracia porque al día siguiente se encontraban muy mal, o decían ‘mira, Elena no bebe, se lo pasa bien durante la noche y al día siguiente se levanta tan guay", explica. "La mayoría dejaron de beber y ya del grupo actual que tengo de amigas ninguna bebe", añade.

"La mayoría dejaron de beber y ya del grupo actual que tengo de amigas ninguna bebe"
Elena, de 26 años

En el grupo de María Luisa asegura que "no han decidido dejarlo por completo, pero sí reducirlo". "Muchos han tomado la decisión consciente de beber solo los fines de semana o en ocasiones especiales, sin necesidad de que sea un hábito. Y sobre todo si estamos cenando o charlando, y más si es en casa, la gente de mi círculo prefiere beber menos y tomarse una cerveza en vez de cuatro", recuerda.

Sobre si la pandemia de la covid-19 y el confinamiento han podido propiciar una caída de estos botellones o del consumo masivo en grupo, pero no es una tendencia clara ya que en los últimos años ha habido cierto repunte. 

"Ha habido un efecto de la pandemia en el momento en que se produjo, pero los datos no nos demuestran que sea estable. Tenemos que esperar a los resultados de 2025 para ver si el consumo de los últimos 30 días se reduce y los datos que tenemos son de 2021 y 2023, de un 53,6% y un 56,6%, respectivamente. Pero esa tendencia con respecto al ocio o la cultura sea un poco más casera es fehaciente, podría decir", explica Martín.

La importancia de referentes y de iniciativas como el 'dry January' o el 'sober curious'

Como decía Rosalía en Omega "Ya no bebo, ya no fumo, no consumo y lo presumo". En los últimos años, Hollywood se ha llenado de rostros que han dicho que no al alcohol. La modelo Giselle Bündchen destacó los beneficios de no beber alcohol en una entrevista con la revista People en 2013: "Cuando no bebo, duermo mucho mejor. Tienes que amarte a ti mismo. Le pides mucho a tu cuerpo; tienes que hacer un reinicio. Tienes que cuidar este único vehículo que tienes".

El actor que dio vida a Harry Potter, Daniel Radcliffe, también está sobrio desde 2010 después de haber tenido una mala relación con el alcohol al final de la saga de magia, lo mismo que otros muchos nombres como Ben Affleck, Cara Delevingne, Naomi Campbell, o Bradley Cooper. 

Otros famosos han asegurado dejar de beber para tener una mayor "claridad mental", tal y como reveló Nathy Peluso en La Revuelta o como han anunciado cantantes como Adele o Taylor Swift, que aseguró que dejó el alcohol durante The Eras Tour para potenciar su trabajo.

Sin embargo, Martín recuerda que estos referentes que han tenido en algunos casos problemas con el abuso del alcohol no son comparables con la decisión de no beber o ser abstemio como ha manifestado en más de una ocasión David Broncano. "Es importante diferenciar cuando alguien ha pasado por ese proceso y ya ha salido de su problema de consumo de alcohol significativo, que por el propio tratamiento no pueden beber. Son situaciones diferentes porque no mandan el mismo mensaje", recalca.

"Es importante diferenciar cuando alguien ha pasado por ese proceso y ya ha salido de su problema de consumo de alcohol significativo, que por el propio tratamiento no pueden beber"
Beatriz Martín Padura, directora de FAD Juventud

Pone el ejemplo de Anne Hathaway quien aseguró que las "borracheras duraban cinco días" y que dejó de beber al ser madre y no quería hacerlo hasta que este fuera mayor de edad. "Que la responsabilidad que tú afrontes el problema porque vayas a tener un hijo y que no quieres que ese modelo lo perciba, porque crees que entonces lo vas a transmitir de alguna manera o puede influir negativamente en él, está bien. Pero antes tendrías que haber tratado el problema simplemente por ti, no por tu hijo", enfatiza.

Sin embargo, tanto Cotillas como Martín aplauden todas las iniciativas que puedan llegar a los más jóvenes para reducir o eliminar de su vida el consumo de alcohol. El médico destaca el poder de los influencers y famosos que lleguen a los jóvenes y adolescentes que suelen estar más desconectados del circuito sanitario y no son conscientes de los daños que acarrea.

"No tienen problemas de salud en general ni enfermedades crónicas. Es bueno que caras conocidas, influencers o personajes de índole diversas o bien desde la publicidad o de los medios de comunicación y demás les transmita ese mensaje, porque probablemente así les llegue más", recuerda Cotillas.

Martín destaca la percepción que se puede tener de la persona abstemia y lo importante que es "ser cool" durante la adolescencia y el componente social de la bebida. "Con esto se rompe mucho el binomio riesgo-beneficio, que los beneficios normalmente se ponen por encima de los riesgos, entonces cuando alguien empieza a cuestionar esos beneficios y como decir, ‘oye, te puedes divertir igualmente, aunque no bebas’, pues eso siempre es bueno, porque desmitifica los beneficios", explica.

Pero no solo rostros conocidos potencian ese dejar el alcohol. En redes sociales iniciativas como el dry January (enero seco) o el sober curious (curiosidad sobria) alientan a dejar el alcohol, en el primer caso durante un mes y en el segundo de forma más o menos permanente cuestionándote la relación que puedes tener con esta sustancia.

Según varios estudios, un 39% de los jóvenes entre 18 y 24 años en el Reino Unido se abstienen completamente durante este mes, mientras que un 44% opta regularmente por alternativas sin alcohol.

Martín pone en cuestión que esta iniciativa se dé generalmente después de un mes en el que ha habido excesos con motivo de las celebraciones navideñas, ya que apunta a cuestionarse por qué nos hemos pasado. Pero le ve un punto positivo: "Lo que sí que es bastante beneficioso con respecto a este tipo de prácticas es darte cuenta de si tú tienes un problema. Si no te cuesta nada dejarlo, tienes menos problemas que si te cuesta. Está ahí el cuestionarse si tienes un problema con cualquier sustancia y la primera la de alcohol".

Con respecto a la percepción del alcohol, Cotillas explica que en consulta hay mucha más conciencia por parte de los pacientes de los riesgos que suponen las sustancias. "Creo que cada vez entendemos más que no es saludable el consumo de tóxicos, ya sea alcohol, tabaco o drogas ilegales como puede ser cannabis o cocaína, anfetaminas o cualquier otra. En este sentido nos permite abordarlo más fácilmente porque los propios consumidores lo ven como más claro. Eso no es ninguna tontería", destaca.

"Es bueno que caras conocidas, influencers o personajes de índole diversas o bien desde la publicidad o de los medios de comunicación y demás les transmita ese mensaje, porque probablemente así les llegue más"
Alberto Cotillas, médico de familia y presidente de la Sociedad Madrileña de Medicina de Familia y Comunitaria (SoMaMFyC).

Las generaciones futuras parecen sembrar un nuevo camino hacia un consumo más responsable o directamente inexistente. María Luisa y Elena coinciden en que la percepción del alcohol ya ha cambiado en sus entornos y que la generación conocida como Gen Z que supera ahora la veintena o los 25 años es más consciente de los riesgos que acarrea que lo que se pensaba hace 10 o 15 años. 

"Cada vez somos más conscientes de que el alcohol al igual que, por ejemplo, los porros o las pastillas etc. No es algo tan beneficioso ni tan guay como creemos, al revés, es algo muy perjudicial y que nos puede afectar. Por eso la mayoría de nosotros evitamos beber o lo hacemos una vez cada muchísimo", explica Elena, que bebió por primera vez en 2022 en la boda de su hermana y, desde entonces, habrá consumido otras cuatro bebidas con alcohol de forma muy ocasional. "Tengo una cultura muy abstémica", señala.

En este sentido María Luisa recuerda que mucha gente de su entorno le dice que "las resacas del día siguiente no les salen rentables y que prefieren reducirlo". 

"Conozco a varias personas que también se han propuesto empezar el año sin beber una gota de alcohol en enero porque saben que no es un buen hábito. Supongo que una cosa lleva a la otra, cuánto menos presión social porque no todo el mundo está bebiendo a tu alrededor, menos necesidad tienes de hacerlo obligado", explica.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es