11, Avenue Marceau: la historia del edificio parisino del PNV que el PP usa como excusa para tumbar el decreto ómnibus
A pesar de estar demostrada la verdadera propiedad del palacete, los de Feijóo justifican tumbar la revalorización de las pensiones por la devolución al PNV de lo que es suyo, algo que incluso defendieron José María Aznar y Mariano Rajoy.

A apenas ocho minutos andando de la Torre Eiffel y a un par de minutos del río Sena, en el número 11 de la Avenue Marceau, está la sede del Instituto Cervantes en París, un formidable palacete de cuatro plantas diseñado con el famoso estilo haussmaniano parisino. Pensado por el arquitecto Paul Déchard — quien proyectó también el inmueble en el que luego viviría Honoré de Balzac, hoy un hotel de cinco estrellas —, el edificio fue construido en 1883 para albergar el domicilio de Narcisse Fillot, directivo de uno de los primeros grandes almacenes del mundo, Le Bon Marché. Ni Déchard ni Fillot eran conscientes entonces de que más de 140 años después la villa sería motivo de disputa en el Congreso de los Diputados y una de las razones por las que el PP tumbaría un decreto para, entre otras cosas, consolidar la revalorización de las pensiones y las ayudas al transporte público. El asunto es que el edificio era en realidad, y es, propiedad del PNV, quien logró hace unas semanas la restitución de la titularidad del inmueble.
En 1936, y según una investigación del diario vasco Deia recogida por la Fundación Sabino Arana, la propiedad del edificio recaía en una ciudadana norteamericana, Hélène Brawn, hasta que un año después, en 1937, fue adquirido por el diputado del PNV Rafael de Pikabea. La idea era instalar en el inmueble las oficinas de la Delegación del Gobierno tras la sublevación militar y la posterior Guerra Civil española. Poco después, y por encargo del PNV, el naviero vasco Marino de Gambia, que tenía nacionalidad norteamericana, compró el palacete a título individual, pero gracias a las aportaciones de los vascos que se habían ido al exilio. Costó 1.460.000 francos. En 1939, con la intención de proteger aún más la titularidad del inmueble y otras propiedades, el PNV creó una sociedad anónima, Finances et Enterprises, que de nuevo recompró el edificio por 1.600.000 francos.
Pero Franco ganó la guerra y Hitler continuaba su expansión europea. El 30 de enero de 1940, la dictadura franquista declaró que todos los bienes de la República pasaban a ser de su propiedad, incluido el palacete parisino del PNV. Cuando los nazis llegaron a París, la Gestapo ocupó con la policía franquista el 11 de Avenue Marceau, que terminaría convirtiéndose en la sede de la Falange Española en París. Obviando el hecho de que el edificio había sido pagado por ciudadanos vascos en el exilio, España, gracias a los nazis, pudo embargar todos los bienes que custodiaba la sociedad anónima creada por el PNV. Arguyeron falsamente que los edificios se habían pagado con fondos del Estado. Lograron su objetivo en enero de 1944. Todas las propiedades de Finances et Enterprises pasaron a ser titularidad de la dictadura franquista.
Por suerte, y gracias a la liberación de París — aquella majestuosa entrada de la división republicana española La Nueve —, nazis y franquistas tuvieron que abandonar el edificio. Según Deia, los dirigentes del PNV Xabier de Landaburu y Agustín Alberro se instalaron de nuevo en él con la intención de recuperar lo que era suyo, de su partido. El problema es que, por decisión del Reich, la propiedad había cambiado. Y en junio de 1951, un tribunal del Sena ordenó el desalojo del edificio. Cuando tuvo que dejarlo, el lendakari en el exilio, José Antonio Aguirre, dijo: “Sr. Comisario: permítame hacer una declaración como presidente del gobierno vasco en el exilio y como ocupante de facto de una parte del inmueble, que la Liga Internacional de Amigos de los Vascos me facilitó. Salimos de este edificio expulsados por la fuerza pública, en ejecución de una sentencia que califica al Gobierno vasco de ladrón, sentencia obtenida durante la ocupación alemana bajo la protección del enemigo. Yo protesto contra esta violencia y declaro que nuestro honor, nuestra buena conducta y nuestra tradición merecían un tratamiento muy distinto. Nuestra sangre ha sido derramada junto a la vuestra en la lucha contra el enemigo común, y ahora se nos expulsa de esta casa para entregarla en manos de los que durante toda la guerra pasada fueron aliados de nuestros y vuestros adversarios del Eje”.
Fuera, ya desahuciados por el Gobierno francés, un grupo de vascos “con los ojos llenos de lágrimas”, según recordaría Iñaki Anasagasti, se despedían del edificio entonando el himno vasco, Gora ta Gora. Francia había ofrecido otro edificio al lendakari, pero se negó. Aguirre llamó a los vascos en el exilio en Venezuela y en una semana reunió el dinero suficiente para comprar por sí mismos “un chalecito” en el número 48 de la Rue Singer.
El PNV nunca dejó de luchar por recuperar lo que era suyo. Aunque ahora el Partido Popular se rasgue las vestiduras, lo cierto es que tanto los Gobiernos de José María Aznar como el de Mariano Rajoy estaban en la misma posición que hoy mantiene el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Así lo recordó Iñaki Anasagasti en Noticias de Gipuzkoa hace unos días. “En 1996 nuestro apoyo a la investidura de Aznar tuvo pocos acuerdos pero uno de ellos fue este. Un día, me llama Álvarez Cascos y me dice: ‘El secretario de Estado te va a atender para hablar del edificio de París. El Estado lo quiere adquirir’. ‘Pues nosotros no vendemos nada. Para nosotros es un símbolo’, le dije tras hablar con el EBB [el comité ejecutivo nacional del PNV]". La negociación se malogró, pero volvió a intentarse de nuevo con el Gobierno de Mariano Rajoy y, finalmente, con el de Pedro Sánchez.
Después de que en 2021 la Ley de Memoria Histórica abriese la puerta a restaurar los bienes incautados por el franquismo a sus verdaderos propietarios, el actual Gobierno encargó una investigación que llevó a una conclusión obvia: el PNV es el legítimo propietario del número 11 de Avenue Marceau. El 24 de diciembre, el BOE publicó el Real Decreto Ley “por el que se adoptan medidas urgentes en materia económica, tributaria, de transporte, y de Seguridad Social, y se prorrogan determinadas medidas para hacer frente a situaciones de vulnerabilidad social”, el decreto ómnibus que esta semana tumbó el PP con Junts y Vox. En él, se atribuye oficialmente la propiedad del edificio al partido vasco, estableciendo que el Instituto Cervantes “podrá seguir ocupando el inmueble hasta el 31 de diciembre de 2030”. Hasta entonces, el Estado pagará un alquiler mensual.
Pese a que Aznar y Rajoy reconocieron la injusticia, ahora el PP actúa con demasiados aspavientos para justificar su no al decreto presentado por el Gobierno. Miguel Tellado, portavoz de Feijóo en el Congreso, llamó al PNV "aprovechategui" y "miserable". El diputado vasco Aitor Esteban, por su parte, definió al portavoz Tellado como "torpe", afirmando que defiende posturas "absolutamente derechistas, neofascistas". A pesar de que el decreto ha caído, el PNV se agarra a su vigencia. "La no convalidación de un Decreto Ley produce la inmediata cesación de sus efectos y su derogación, pero no la anulación de los efectos producidos durante su vigencia", aseguran fuentes de la formación. El 11, Avenue Marceau es, defienden, suyo.