Así fue la inauguración del bar de Pablo Iglesias en Lavapiés: cerveza, carteles soviéticos y Pepa Flores

Así fue la inauguración del bar de Pablo Iglesias en Lavapiés: cerveza, carteles soviéticos y Pepa Flores

La 'Taberna Garibaldi' se llenó en su primer día pese a abrir a medio gas: sin servicio de cocina, sin escenario montado y con escasa decoración.

Puerta de la taberna que Pablo Iglesias ha abierto en Lavapiés, este martes durante su inauguraciónHuffPost

"Estamos desbordados. Se ha acabado la cerveza Victoria. Y eso que somos de los de 'hasta la victoria siempre'. Pero esto no va ser así, va a ser mucho mejor". Uno de los camareros de la taberna Garibaldi se disculpa a voz en grito recordando el lema del Che Guevara porque las existencias empiezan a terminarse. No son ni las ocho de la tarde de un martes y el acogedor local situado en la calle Ave María 8, del mítico barrio madrileño de Lavapiés, comienza a desbordarse de público. Era fácil de predecir: es la inauguración del bar que el exvicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, ha abierto junto al poeta Sebastián Fiorilli y al cantautor Carlos Ávila y la expectación es inmensa. "¿Cuándo va a venir Pablo? ¿Le vamos a poder ver?", se oye decir entre la clientela. 

El exlíder de Podemos había anunciado unos días atrás su entrada en el mundo de la hostelería citando la frase del filósofo marxista Karl Kautsky: “Las tabernas son el único bastión de la libertad del proletariado”. Unas horas antes, también se le había visto en un vídeo subido a las redes sociales lavando y secando algunas piezas de la cubertería del bar. "El grueso del curro lo llevarán otros compañeros, pero hoy había que echar una mano", decía Iglesias en dicha grabación.

Lo cierto es que a primera hora de la tarde solventaba el trabajo como podía la única camarera que atendía el negocio. Y era bastante. "Se hace lo que se puede", decía a algunos de los clientes que esperaban impacientes su cerveza. Los que acudieron con ganas de probar algunas de las delicatessen de la carta, como el salmorejo partisano o las enchiladas Viva Zapata, se quedaron con las ganas porque la cocina estaba cerrada "hasta el jueves". Tampoco hubo mucha suerte con los cocktails como el Fidel mojito o el Durruti Dry Martini (que tanto ha enfadado a los anarquistas) dado que llevaba tiempo  hacerlos y el servicio llegaba hasta donde podía. 

  Uno de los carteles que se pueden ver en el interior de Taberna GaribaldiHuffPost

Aunque muchos pudieran esperar lo contrario, la Taberna Garibaldi no es una suerte de parque temático de la izquierda que quiso asaltar los cielos ni una colección de recuerdos del primer gobierno de coalición de la democracia española. El local mantiene todavía buena parte de la decoración de los antiguos negocios que se abrieron allí, como los azulejos de un antiguo salón de peluquería en su entrada, aunque sí hay varios guiños al comunismo. Como los carteles de iconos femeninos transformados en una estética de propaganda soviética, un gorro militar con la hoz y el martillo y dos pósters de Raffaella Carrá y Pepa Flores. "Por el comunismo es por lo único que vale la pena luchar y morir", decía el dedicado a la famosa actriz y cantante española. 

Pero aunque el local exuda nostalgia soviética, si pides un refresco de cola te ponen una Coca-Cola. Y la bebida no venía con tapa. Resultaba hasta gracioso que, durante un buen rato, aparcara frente a la puerta del bar una enorme furgoneta de reparto de Mercadona. Es el capitalismo, amigo. 

Las horas fueron pasando e Iglesias no apareció. Tampoco nadie del 'ala dura' del actual Podemos, porque el día antes Iglesias celebró una inauguración privada para sus más allegados. Sí se dejaron ver el exdiputado en la Asamblea de Madrid Jacinto Morán, la exlíder del partido en Leganés, Gema Gil, o Serigne Mbayé, el portavoz del Sindicato de Manteros que fichó Iglesias para su desventurado intento de desbancar a Ayuso del gobierno de la Comunidad de Madrid. Sí apareció por sorpresa Bertrand Ndongo, el agitador ultra que, con micrófono y cámara en mano, entrevistó a algunos de los presentes con el objetivo de apuntarse un nuevo "vídeo viral".

Una gorra militar con simbología comunistaHuffPost

Pese a la falta de estrellas de la izquierda, el bar se llenó rápidamente y muchos clientes optaron por tomarse la cerveza fuera. "Hay un señor bajito que es alcalde de Madrid que seguro querrá cerrar este bar. Así que cuidado en la calle", gritaba de nuevo el camarero del local. Dentro, hacía algo de calor, faltaba la música y el escenario que supuestamente acogerá pequeños conciertos y presentaciones culturales todavía no estaba montado.

El ambiente, pese a todo, fue muy distendido. Muchos de los clientes no paraban de hacerse fotos en el local para luego fanfarronear de haberse podido tomar una Voll-Damm en el bar "sólo para rojos" que Iglesias ha decidido abrir en Lavapiés. Probablemente, tendrá éxito. Pero recuerda, Pablo: “Si no hay café para todos, no habrá para nadie”.

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Licenciado en periodismo por la Universidad Carlos III. Actualmente, es redactor de política en El Huffington Post, tras nueve años como coordinador en ABC, cuatro como director digital en el grupo COPE y seis meses en Mediaset. Puedes contactar con él en javier.escartin@huffpost.es