¿Por qué el PP mezcla Gaza con Valencia y por qué tiene que ver con su miedo a Vox?
El Partido Popular ha decidido que el alto el fuego en Gaza es el mejor momento para criticar que el Gobierno envíe ayudas a la población palestina, diciendo que no lo hacen con los valencianos, aunque no sea así. De fondo, el intento por imitar el vocabulario y las ideas del partido de ultraderecha.

En La lengua del Tercer Reich, el académico Victor Klemperer observó, en un fragmento recogido por el filósofo del lenguaje y lingüista Jason Stanley, que “las palabras pueden actuar como dosis mínimas de arsénico: uno las traga sin darse cuenta, parecen no surtir efecto alguno y, al cabo de un tiempo, se produce el efecto tóxico”. “Los diccionarios metapolíticos fascistas – completa Stanley – se entienden mejor como ampollas de veneno, que tienen que ser administradas lentamente en el vocabulario de la clase política”. La elección de las palabras, de los argumentos, nunca surge al azar. El fenómeno del que habló Klemperer puede entenderse con un claro ejemplo, el del señalamiento a la inmigración por parte de la extrema derecha. Poco a poco, definen a las personas migrantes con diferentes palabras que buscan deshumanizarles. Una vez instalada la idea, es más sencillo canalizar la rabia o el malestar de la gente hacia el odio.
Stanley, autor de Facha o del reciente The Politics of Language junto a David Beaver, lo explica así: “Cuando se reestructura el principio democrático fundamental de igual respeto como ‘corrección política’, no sorprende que la gente pase a aceptar más a los políticos que califican a grupos enteros de inmigrantes como ‘violadores’ y ‘víboras’. Cuando los políticos empiezan a llamar a los inmigrantes y refugiados ‘extranjeros ilegales’, no sorprende que la gente pase a aceptar que los traten como infrahumanos, que secuestren a sus hijos y que los consignen a jaulas y campos escuálidos”. Lo de “víboras” tiene que ver con el genocidio en Ruanda. El lingüista lo desarrolló más en una entrevista en eldiario.es. “Llamar a los tutsis ‘serpientes’ jugó un papel muy específico porque en Ruanda matar a una serpiente es una cuestión de virilidad, es un honor matar a una serpiente. Llamar ‘serpientes’ a los tutsis es decir que es un honor matarlos”.
La elección del lenguaje nunca es caprichosa. Además de en Ruanda, no hace mucho tiempo una ministra israelí, Ayelet Shaked, llamó a la matanza de madres palestinas con el mismo término que los hutus otorgaron a los tutsis para justificar su genocidio. “Incluso las madres de los mártires, que los envían al infierno con flores y besos, [...] deberían desaparecer junto a sus hogares, donde han criado a estas serpientes. De lo contrario, criarán más pequeñas serpientes”. Durante años, Israel ha imbuido en el imaginario de su población la idea de que todos los palestinos son terroristas, hasta el punto de que hay quien desde el país aboga por el asesinato hasta de los bebés, convencidos de que cuando sean mayores se convertirán también en terroristas. Siempre resulta más sencillo combatir a un enemigo cuando te has pasado años construyendo una identidad propia enfrentada a una contraria. Nosotros contra ellos.
En España, Vox es quien más se ha adaptado a estas prácticas, sobre todo con la inmigración, pero también con otros conceptos, como el de la Reconquista. El Partido Popular, por su parte, lo intenta. En esta política de elección de los conceptos, del nosotros contra ellos, el PP acaba de alumbrar una nueva sacudida, y también tiene que ver con Palestina. El primero en hacerlo fue el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, que de manera insólita comparó Valencia con Gaza. “Le doy la enhorabuena al pueblo de Gaza, que ayer nos enteramos de que van a recibir más de 24 millones de euros en ayudas directas. Me alegro mucho por el pueblo de Gaza, de verdad que me alegro mucho. La Generalitat va a recibir cero ayudas directas”, dijo. Lejos de arrepentirse por la analogía, el PP, atendiendo a la polémica suscitada, echó más leña al fuego. “Gaza, municipio de la provincia de Valencia”, publicaron en redes sociales. “Si pides la ayuda en árabe llega antes”, añadieron desde Nuevas Generaciones, las juventudes de Alberto Núñez Feijóo.
Si bien hay voces en la dirección del Partido Popular que no comparten el discurso – Borja Sémper ha dicho que no hace falta entrar en comparaciones para criticar las políticas del Gobierno por la DANA – fuentes de Génova celebran lo que consideran un acierto. “Estamos seguros de que la gente de Valencia lo ha entendido perfectamente. [...] El Gobierno de España no ha pedido aún las ayudas de Europa para Valencia pero sí hay pasta para Gaza. Que dejen de mandar dinero a reconstruir territorios de fuera de nuestro país cuando está la Comunidad Valenciana como está”, aseguran.
¿Pero qué hay detrás de esta elección del discurso? ¿Está realmente preocupado el Partido Popular por las ayudas del Gobierno a la población palestina asolada en Gaza? Dejando de lado que no es cierto que Valencia no haya recibido ayudas directas, mucho más cuantiosas que las que se han destinado a Gaza, el PP busca con este argumentario dos cosas: la primera, obvia, continuar apoyando a Mazón criticando al Gobierno, usando para ello la DANA; la segunda, competir con Vox. Más allá de Valencia, y por supuesto de Gaza, los de Feijóo llevan mucho tiempo preocupados por el ascenso de Vox desde que ocurrió la tragedia de la DANA. Lo dijo el propio líder del PP en una entrevista en Onda Cero hace unos días. “Hay un corrimiento de voto del PP hacia otros partidos que son, en sus formas, más beligerantes”, aseguró Feijóo.
Frente a esto, desde el PP han vuelto a su fallado aforismo del “si no puedes con tu enemigo, únete a él”. Comparar las ayudas que reciben las personas extranjeras, o migrantes, es parte del vocabulario habitual de los de Santiago Abascal. Sin ir más lejos, el mismo día que Mazón soltó lo de Gaza, desde Madrid Vox se preguntaba “por qué Almeida [alcalde de Madrid] destina más ayudas para África que para Valencia”. Durante las primeras semanas tras el paso de la DANA, Vox también atacó a las personas migrantes con aquello de los españoles, primero. Ya entonces el PP trataba de contrarrestarlo. “Ante la DANA que afecta a nuestra tierra, estamos con todos los españoles que sufren sus consecuencias”, especificaban sus juventudes en redes para tratar de resistir el creciente protagonismo de Revuelta, la organización juvenil de la ultraderecha. No les funcionó.
No puede estar más demostrado, y el PP lo ha vivido en sus pieles en diferentes momentos, que asimilar el discurso al de la extrema derecha solo beneficia a esta última. Para qué escoger la copia pudiendo acudir al original. El problema, en este caso, es el de legitimar un discurso extremista que deshumanice a una población ya destruida. Hay lugares de los que, una vez se alcanzan, ya no se puede regresar.