La vida en Pontons, el único municipio catalán donde gobierna el PP

La vida en Pontons, el único municipio catalán donde gobierna el PP

Sus habitantes, de mayoría nacionalista, tienen un alcalde del PP desde hace 18 años.

No es sencillo llegar hasta el único municipio gobernado por el PP en toda Cataluña. Antes de llegar a Pontons (453 habitantes, Barcelona) hay que recorrer una sinuosa carretera rodeada de árboles y vegetación que discurre al lado del río Foix. La cobertura desaparece del móvil durante todo el recorrido y vuelve lentamente cuando se llega al pueblo, situado a 600 metros por encima del nivel del mar y flanqueado únicamente por montañas y huertos. Pontons está aislado geográfica y políticamente: de 947 municipios en Cataluña, es el único que cuenta con un alcalde popular. Una especie de reducto españolista cuya comparación con el pueblo de Astérix y Obélix parece inevitable.

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Un paseo por el pueblo, sin embargo, desmiente esta idea. A pesar de que desde 1999 gobierna con mayoría absoluta el Partido Popular, lo primero que recibe al visitante es una estelada colgada de la primera casa del pueblo. Un vistazo a los resultados de las últimas elecciones autonómicas confirma la anomalía: Junts pel Sí (JxS) obtuvo el 44% de los votos, el doble que el PP. Si se le suman los votos de la CUP, las opciones independentistas superaron el 50% de los sufragios. Aun así, cada vez que llegan las elecciones municipales, el PP arrasa en el pueblo.

El responsable del éxito conservador es Lluís Caldentey (Pontons, 1941), un septuagenario de ojos azules, bigote blanco y sonrisa afable al que las circunstancias han convertido en una rara avis en la política catalana. Este ingeniero industrial, que tiene a José María Aznar como principal referente político, cree que la buena gestión y su estilo "sin pelos en la lengua" le han granjeado la confianza de los vecinos.

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La "falta de pelos en la lengua" son unas ideas reaccionarias que recuerdan a otra época. Las habituales soflamas contra "moros" y homosexuales de este alcalde han generado controversia y le han situado en medio de la polémica en varias ocasiones. En 2005 afirmó que los homosexuales eran unos "tarados" y advirtió que se negaría a casarlos. El PP anunció que lo destituiría, pero 12 años después sigue en el cargo. "Soy una persona de formación católica y defiendo la familia", replica sentado en su despacho. "Para mi [la homosexualidad] es una desviación". Por si quedara alguna duda, remata su respuesta con una última frase: "Yo no soy gay". Caldentey tampoco esconde su animadversión hacia los magrebíes, un colectivo que considera que está "demasiado protegido".

La visión del alcalde sobre el independentismo también está a las antípodas de lo que piensa la mayoría de vecinos. Caldentey cree que el Gobierno de Rajoy está tardando demasiado en intervenir la autonomía de Cataluña y aplicar el artículo 155 de la Constitución. "Esto es como un cáncer: cuando antes se ataque, mejor", sostiene. Sobre el referéndum convocado para el 1 de octubre, Caldentey asegura firmemente que en su pueblo no va a votar nadie y recuerda, con cierto orgullo, que Pontons fue uno de los cinco municipios catalanes en los que no se pudo votar en la consulta del 9 de noviembre de 2014. "La gente que quiera votar que se vaya al pueblo de al lado", sostiene con una sonrisa. "Los vecinos aceptan mis decisiones, ya los tengo acostumbrados".

¿Como puede un alcalde con este discurso gobernar desde hace 18 años un municipio de mayoría independentista? Una vuelta por este pequeño pueblo confirma el respeto que Caldentey tiene entre los vecinos. Casi ninguno de los residentes consultados tiene malas palabras para el alcalde, del que todos destacan su cercanía, amabilidad y bonhomía. "En temas de política ya sé que nunca me pondré de acuerdo con él", afirma Sole Rabell, una vecina de 68 años. "Pero es muy buena persona y hace mucho por el pueblo". La hermana de esta señora, Filomena, asiente también en señal de aprobación.

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Perfiles como el de estas dos hermanas abundan en el municipio: Sole y Filomena son independentistas, votaron a JxS y se quieren desplazar hasta el pueblo de al lado para votar el 1 de octubre. En las municipales, no obstante, optan siempre por el PP de Caldentey.

Lorenzo Toledo, otro vecino de pueblo, reivindica las inversiones que el alcalde trae al pueblo y asegura que "la independencia le importa un pepino" a la mayoría de vecinos. "Aquí vivimos muy tranquilos", remacha.

El alcalde no percibe ninguna división entre sus ciudadanos respecto al hipotético referéndum, pero cuando se pregunta en la carnicería quién quiere votar el 1 de octubre, rápidamente se genera un acalorado debate entre independentistas y unionistas. "¡Pero si ya estamos bien como estamos!", asegura Eusebio Orcajada, un jubilado que lleva años viviendo en el pueblo.

Mientras, la carnicera va moviendo la cabeza en señal de desaprobación. Sole Rabell replica diciendo que todos los jóvenes del pueblo tienen intención de ir a votar y que solo una minoría está en contra de la independencia. La controversia acaba cuando se pregunta por el alcalde, para el que casi todos tienen buenas palabras.

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Los pocos detractores de Caldentey en el pueblo, que prefieren que su nombre no aparezca en este reportaje, le afean un "estilo caciquil" de hacer política en el que "compra" los votos de sus vecinos con el presupuesto municipal.

El alcalde lo niega y sostiene que únicamente se preocupa por la gente de Pontons. Reparte vales de 60 euros a los vecinos más necesitados -previa intervención de la asistenta social- y a las familias que no llegan al salario mínimo les aporta el diferencial con el presupuesto del Ayuntamiento. Cuando acaba la legislatura, invita a todos los vecinos a comer y rinde cuentas sobre su gestión. "La función de un alcalde es buscar el bienestar y la mejora del pueblo", explica el regidor, que no cobra por su actividad en el Consistorio. "Lo que aquí preocupa es que tengamos un médico, una farmacia y que llegue la prensa al quiosco".

A pesar de la confianza de los vecinos en su trabajo, el alcalde de Pontons no sabe si se va a volver a presentar. "Tal vez toca ir recogiendo", reconoce con un punto de humildad. "Pero por otro lado, esto me da vida".

En el pueblo muchos vecinos reconocen que, el día que no se presente Caldentey, seguramente dejarán de votar al PP. "Alguien puede decir que soy un poco bestia", reconoce el alcalde. "Tal vez sí, pero este alcalde marca goles".

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