Querida Oprah y demás estrellas: por favor, no os metáis en política

Querida Oprah y demás estrellas: por favor, no os metáis en política

"La responsabilidad les corresponde a quienes están preparados para asumirla".

Paul Drinkwater / Getty Images

Queridos Oprah Winfrey, Dwayne Johnson, Mark Zuckerberg y demás estrellas:

Sé que lo estáis considerando. Donald Trump demostró que una estrella sin experiencia en política puede llegar a convertirse en presidente y ahora os imagináis al frente de la Casa Blanca. Pensáis: "Soy más inteligente/decente y menos desagradable que ese tío", y no os falta razón.

Sois inteligentes, trabajadores y estáis llenos de buenas intenciones. Hay millones de estadounidenses como vosotros y podríais ganar. Y, sin lugar a dudas, seríais mejores presidentes que Donald Trump.

Sin embargo, solo porque podáis hacer algo no significa que tengáis que hacerlo, y que seáis mejores que el anterior empleado horrible no os convierte en candidatos idóneos para ese puesto. Ninguno de vosotros debería luchar por la presidencia en 2020 y os voy a dar unas cuantas razones de las muchas que hay:

No basta con tener buenas ideas.

Sin duda tenéis algunas ideas estupendas que mejorarían la vida de la gente de este país, pero tener ideas es lo fácil. Las tienen todos los políticos, profesores y podcasters. La cuestión no es tener buenas ideas, sino ser capaces de llevarlas a la práctica. En el caso del presidente, eso implica conseguir que el Congreso permita la implantación de las nuevas leyes y aprobar decretos para alterar el curso de la burocracia federal del país, dos cosas que no sabéis hacer.

Recordad una cosa: en 2010, los demócratas controlaban el Congreso y la Casa Blanca y, pese a ello, fueron incapaces de poner en marcha una sanidad universal, una buena idea que lleva décadas rondando por muchas mentes. En la actualidad, los republicanos controlan los tres poderes y tampoco han sido capaces de acabar con el Obamacare, ley contra la que llevan 7 años luchando. Si unos legisladores expertos que comprenden el panorama político y tienen contactos con las altas esferas no son capaces de poner en marcha sus buenas ideas, vosotros tampoco podréis. Es más, tendréis aún menos éxito, como Trump, que sigue sin ser capaz de cumplir la mayoría de sus promesas de campaña.

No basta con rodearse de expertos, el presidente también debe serlo.

Dijo Dwayne "la Roca" Johnson: "¿Y no podría rodearme de gente brillante para que me ayudara a tomar decisiones?". ¿No podrían ocuparse de las leyes mis socios del congreso y mis abogados, de los decretos ¿No puede un tío listo con su equipo de expertos ser el mejor candidato para el puesto?

La respuesta es "no". No se puede porque no basta con que alguien se rodee de expertos, también hay que serlo. Lo dice alguien que solía pensar como vosotros.

En 2014 yo era un abogado que decidió organizar la primera gran Oktoberfest vegana de Los Ángeles. Jamás había organizado un evento, y menos uno tan inmenso y caro. Sin embargo, pensé que era lo suficientemente inteligente para ayudarme de otras personas con más experiencia y conocimientos y sacarlo adelante tan bien como cualquier organizador experto, más o menos como os sucede a vosotros con la presidencia. Pero no fui capaz.

Necesitamos un líder que haya pasado horas preparándose para tomar decisiones de política internacional, no un aficionado que se ha pasado ese mismo tiempo cuidando de su musculatura.

Todos los expertos con quienes lo consulté me aseguraron que el aforo del evento rondaba las 4000 personas, pero poco después de dar comienzo quedó claro que los expertos, todos y cada uno de ellos, se habían equivocado: apenas cabían 2000 personas. Los asistentes estaban molestos, con toda la razón, por la sobresaturación del recinto. Y, claro, los beneficios se esfumaron por los reembolsos. Ser un tío inteligente rodeado de expertos no fue suficiente para tomar la decisión correcta.

Lo que aprendí es que, cuando eres quien toma las decisiones, no basta con escuchar los consejos de los expertos: debes serlo. Debes ser capaz de formular las preguntas adecuadas, distinguir entre opiniones enfrentadas de distintos expertos o tomar un rumbo completamente diferente si la situación lo requiere. No basta con que el presidente sea un buen alumno, tiene que ser capaz de dar la clase.

La presidencia es un asunto mayor.

Aunque haber organizado un evento mediocre me hizo sentirme fatal, al menos pude consolarme con el hecho de que no había provocado ningún daño real y duradero. No obstante, cuando la lías siendo presidente, sí que provocas daños reales. Los decretos que apruebas pueden encaminarnos a otra crisis financiera. Si sigues un mal consejo de los asesores presidenciales y de los líderes militares, puedes provocar la muerte de soldados estadounidenses y debilitar la imagen que tiene el mundo de nuestro país.

Muchos parecen pensar, como dijo Mark Zuckerberg, que convertirse en presidente "es una idea divertida de barajar", como si dirigir el país pudiera ser un proyecto personal interesante y nosotros, humildes estadounidenses, tuviéramos que dar gracias por formar parte de tu última aventura. Pero tener un jefe incompetente controlándote no tiene nada de divertido.

Tratándose de las vidas de los estadounidenses, necesitamos un líder que haya pasado horas preparándose para tomar decisiones de política internacional, no un aficionado que se ha pasado ese mismo tiempo cuidando de su musculatura. Si son necesarios unos pocos votos más para aprobar una ley imprescindible, necesitamos a alguien que haya pasado años desarrollando las habilidades y alianzas necesarias para garantizar esos votos, no una presentadora de televisión que lleva años entrevistando estrellas.

Ya tenemos suficientes personas cualificadas (políticos, gobernadores y senadores) que han estado aprendiendo a tratar esos asuntos mientras otros han estado entreteniendo a las masas. La responsabilidad les corresponde a quienes están preparados para asumirla.

Así que, aunque es loable que os interese servir a los estadounidenses, si de verdad os importan, no lucharéis por la presidencia en 2020. Usaréis vuestra influencia como superestrellas para apoyar a un candidato que tenga la experiencia que a vosotros os falta y haya descubierto los entresijos que vosotros ni siquiera entendéis. Vuestra fama os puede convertir en presidentes, pero el mejor servicio que le podéis hacer al país es recordarles a los estadounidenses que no hay ninguna estrella que esté cualificada para ser presidente.

Este post fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.