"Me hice caca en la cama de mi suegra" y otras historias reales de cacas en una cita

"Me hice caca en la cama de mi suegra" y otras historias reales de cacas en una cita

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No importa cuántos libros de niños leamos o cuántas canciones de Kanye West sobre evacuación intestinal intentemos descifrar, el tema de la caca sigue siendo tabú, especialmente en una relación amorosa. Claro, eso de que nuestros cuerpos crean desechos y que los desechos se deben expulsar no es exactamente un afrodisíaco, pero es una realidad que todos compartimos.

Algunas experiencias son, mmm, más de mierdaque otras, pero queríamos oírlas todas. Así que la edición estadounidense del HuffPost se puso en contactó con sus lectores para que compartieran historias graciosas, estrambóticas y reales, ya fuera en una relación nueva, en una relación larga o en una relación que llegó a su fin.

Los tacos, los juguetes sexuales y las tarjetas de crédito destacan en estas pesadillas sobre caca, pero todas tienen algo en común: nos hacen sentir un poco menos solos en nuestras visitas al baño.

He aquí seis historias de terror verdaderas de las personas que vivieron para contarlas.

La tarjeta que convirtió el sótano en black

"Un sábado tenía que levantarme superpronto para ir a trabajar, algo que no suelo hacer. Dormí en casa de mi novio y él no tenía que madrugar, así que, cuando sonó mi alarma a las 7:00, le entraron ganas de matarme. Fui al baño y no funcionaba la cisterna.

Pasaron 15 minutos y le pedí un desatascador que había en el piso de arriba. Su cuarto y el baño están en el sótano. Yo estaba en plan 'No mires, lo tengo controlado'.

Pero no. Le dije que viniera e intentara desatascarlo, pero nada, y yo ya tenía que irme. Había una puerta trasera en el piso que da a una terraza y hay desagües en el suelo. Empezamos a oler algo raro, así que echamos un vistazo, y ahí estaba mi caca, saliendo de los desagües en el sótano.

Desesperadamente, traté de limpiarlo con toallas, esperando que sus compañeros de piso no bajasen, pero tenía que irme. Entonces le dejé ahí, en un sótano lleno de caca que tenía que limpiar. No pudo arreglarlo, así que llamó a un fontanero que le costó 500 dólares.

Pero resulta que no fue mi culpa. Su tarjeta de crédito se quedó atascada en las tuberías bloqueando todo lo demás. Sigue siendo humillante, pero me encanta cada minuto de la historia".

― Anónimo, 28 años, Nueva York

Desechada (literalmente)

"Estaba acostándome con un tío que me gustaba, y hacía poco él había cortado conmigo para salir con otra persona. Los dos habíamos empezado a ser solo amigos. Un día fui a su casa con más gente. Hubo un momento en el que yo dije que tenía que ir al baño. Una vez allí, hice caca y me quité el tampón. Todo iba bien hasta que, cómo no, la cisterna no funcionaba.

En vez de hablar con el tío que hacía nada me había dejado con la mezcla de sangre y caca flotando en su retrete, encontré dos bolsas de plástico en la basura y me puse manos a la obra. Usé una como guante para eliminar las pruebas y las eché en la otra. Después salí del baño sutilmente con dicha bolsa, me inventé una excusa sobre que tenía otra fiesta y me fui con dignidad y con la caca en la mano".

― Anónimo, 29 años, Nueva York

¡A la retaguardia!

"Mi novio y yo estábamos tonteando con un nuevo juguete sexual que venía con dos balas vibradoras. Él decidió calentar un poco las cosas y jugar por la retaguardia, y me metió una de las balas ahí atrás. Tengo que reconocer que, después de unas cuantas bebidas un tanto cargadas, se nos olvidó que había hecho eso hasta que no encontrábamos el segundo vibrador.

¡Y quién lo iba a decir! Mi novio sintió algo e insistió en que notaba las vibraciones en lo profundo de... ya sabes dónde. Preocupado por la profundidad a la que había llegado, me llevó al baño y lo sacó con fuerza. Había caca por todas partes. Y de lo forzada que había sido la expulsión de la molesta bala, yo estaba demasiado dolorida como para limpiarla. Aunque fue muy vergonzoso y da para hacer un chiste, diré que, de algún modo, nos acercó aún más. Es decir, ¿qué puede ser peor que ver a tu novia cagar por todo el suelo del baño?".

― Anónimo

Problemas en el extranjero

"Mi marido y yo estábamos visitando a su familia en el extranjero y pedimos sándwiches para cenar. Todo iba bien cuando nos fuimos a dormir, pero me desperté en mitad de la noche con un dolor de tripa terrible. Fui al baño y, cuando volví, mi marido y yo notamos un olor horrible.

Levanté las sábanas y me di cuenta de que me había hecho caca mientras estaba dormida. En la cama de mi suegra.

A las 2 de la mañana nos vimos corriendo por la casa para buscar desesperadamente sábanas limpias. Fue humillante".

― Anónimo, 57 años, Nueva York

Cupido se caga en los pantalones

"Conocí a un tío en OKCupid y se quedó en mi piso por primera vez. Por la mañana temprano, se levantó y, tras diez minutos, salí y le vi sentado en la mesa de la cocina. Estaba esperando a que mi compañera de piso saliera del baño. Pasaron cinco minutos y me preguntó si podía llamar a la puerta y decirle que saliera. Ella tiene SII (síndrome del intestino irritable) y es su piso y su baño, así que le dije que ella podía tardar lo que le diera la gana. Y él se quedó en la puerta del baño esperando a que saliera.

Cuando salió, él se metió corriendo y estuvo ahí como unos 30 minutos. Después de un rato, oí la ducha abrirse y cerrarse. Finalmente, salió y descubrí que se había estado aguantando la caca todo el tiempo y que se había hecho un poco en los pantalones mientras esperaba. Cuando entró en el baño no quedaba papel. En vez de preguntarme si tenía más (que sí tenía), se limpió con a saber qué y se pasó los siguientes diez minutos intentando lavarse el culo en la ducha. Después de eso, ducharme no me pareció una buena idea durante semanas. Yo seguí viéndole tres meses más".

― D, 26 años, Nueva York

No hace fal-taco-mentarlo

"Solo llevaba con mi actual marido seis meses, más o menos, y me invitó a casa de un amigo a ver la Super Bowl. Todo iba bien hasta que me animó a probar uno de los tacos que hizo su amigo (nunca los había probado). Estaban muy ricos, así que me tomé unos cuantos. Y entonces me vino. Tenía un fuerte dolor en el estómago y sabía que iba a pasar.

El único baño estaba en el salón, y la puerta no estaba ni a un metro de distancia de la tele. Lo único que me separaba de mi novio y unos nueve tíos más era una puerta, y yo destrocé ese váter. Tiré de la cisterna y fue a medias, pero después no volvió a funcionar. Entré en pánico, así que le susurré a mi novio que ya era tarde y que me iba a casa (solo para correr hacia el McDonald's que había al final de la manzana y quedarme en el baño durante otra hora y media).

Creo que nadie supo que fui yo porque lo confesé en esta última Super Bowl, y se sorprendió tanto que no pudo parar de reír".

― Anónimo, 25 años, New Milford, Conn.

Este artículofue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Lucía Manchón Mora