Te dispones a hacer limpieza general un sábado por la mañana... y cuando llega el turno de los cristales, ¡te das cuenta de que no tienes limpiacristales!
Nada de dejarlo para otro día porque la solución es muy sencilla: puedes sustituirlo por suavizante de ropa que además, como repele el polvo, mantendrá los espejos y las ventanas limpios por más tiempo.
Sólo tienes que disolver en un litro de agua templada una cucharada de suavizante, añadir el contenido a un pulverizador y utilizarlo como si fuese limpiacristales.
Para que queden impecables, lo mejor es usar dos paños: uno para humedecer con la mezcla y otro para secar y dejarlos brillantes.
Además de limpios, el olor a ropa recién lavada impregnará los cristales de la casa y todo el ambiente.
Este se lleva el premio al gadget de cocina más inútil.