Pedimos la paz y la palabra

Pedimos la paz y la palabra

Siria es el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo. Desde el inicio de la guerra, más de 55 informadores han sido asesinados y cerca de 40 secuestrados o detenidos. Desde que el ISIL (Estado Islámico de Irak y Levante)- grupo vinculado a Al Qaeda- apareció en escena en el último medio año, informar sobre el terreno es prácticamente imposible. Ricardo García Vilanova, Javier Espinosa y Marc Marginedas eran conocedores de todos estos peligros y asumían el riesgo que corrían.

(Este texto ha sido redactado con la colaboración de decenas de personas y firmado por centenares de periodistas, cuyos nombres aparecen al final)

Siria es el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo. Desde el inicio de la guerra, más de 55 informadores han sido asesinados y cerca de 40 secuestrados o detenidos. Desde que el ISIL (Estado Islámico de Irak y Levante)- grupo vinculado a Al Qaeda- apareció en escena en el último medio año, informar sobre el terreno es prácticamente imposible. Los periodistas no somos bienvenidos como ellos mismos han manifestado a través de diferentes redes sociales y medios de comunicación.

Ricardo García Vilanova, Javier Espinosa y Marc Marginedas eran conocedores de todos estos peligros y asumían el riesgo que corrían. No por ello dejaron de viajar al país árabe para seguir informando. Cuando el mundo desconocía lo que ocurría dentro de Siria, ellos decidieron adentrarse donde ningún occidental había llegado, aún a sabiendas de que estaban poniendo en riesgo su propia vida. En ese momento, el régimen de Bachar Al Assad perseguía a todo aquel que informase sobre lo que acontecía. Lo siguieron haciendo cuando las amenazas provenían del bando rebelde hoy fragmentado en numerosas facciones, algunas de ellas pertenecientes a Al Qaeda. No son militantes, son periodistas que creen en algo tan necesario como cada vez menos común en este oficio de contar historias: estar en primera línea, en el lugar donde suceden las peores cosas de una guerra. Los tres representan el compromiso, la honestidad y el rigor. Unos valores en decadencia en nuestra profesión.

Hoy, su actitud y ejemplo, se han vuelto del revés. Hoy toca convertirles en protagonistas para que alguien entienda que con ellos se han equivocado, que no son espías. Que son sólo periodistas. O para explicarle a quienes los tienen, que los secuestros no sirven más que para correr un velo negro sobre lo que sucede en el terreno. Que tras su secuestro, nadie querrá ir allí a entender lo que sucede.

Todos ellos tenían instinto de reporteros. Periodismo en vena más allá de trabajar para la plantilla de un medio -caso de Marc para El Periódico o Javier para El Mundo- o ejercer como freelance. Ricardo, a pesar de no contar con ningún aval y de tener que lidiar a diario con la tendencia hiperprotectora con la que los medios gestionan sus encargos, siguió haciendo coberturas sin esperar a que se las solicitasen. Sólo entendía la noticia donde suceden las cosas y la vivía de cerca, desde dentro, siempre pegado a su gran angular. Al margen de intereses corporativos o políticos.

En uno de sus primeros viajes a Siria, Ricardo recibió una misión por parte de una anciana de Sermen. Su nieto de 15 años acababa de morir por el disparo de un tanque del régimen. Mientras lo enterraba, entre lágrimas, tomó las manos del fotoperiodista. Se las besó y le pidió: "Cuenta al mundo cómo nos están matando". Desde ese día, cada vez que pulsa el botón, lo hace para devolver un trocito de vida a quienes viven rodeados de muerte.

Los que conocemos a Ricardo, sabemos que no va a gustarle nada todo este revuelo. Es un tipo discreto hasta la extenuación. No protesta; no critica; no dice nunca una palabra de más. Sólo actúa. Y lo hace con una fotografía tan subjetiva y extrema, que ante ella no se puede pasar página. Te obliga a detenerte. A observar y pensar. Dicen que los artistas se alimentan del aplauso. Ricardo es un artesano. Un pintor de historias. En sus fotografías, cinceladas con una sensibilidad fuera de lo común, se escuchan los llantos, se oyen las bombas, se huele la sangre y se encoge el alma. Hombre de pocas palabras, poco dado al espectáculo del valor y el reconocimiento, puede decirse que es la antítesis de la modernidad.

Plácid García Planas, compañero que ha tomado muchos cafés en las terrazas de Barcelona con Ricardo, nos lo dijo al principio de todo esto: "Ricardo es tan buena persona que no parece periodista". Quizá por eso acabó haciendo tan buenas migas con Javier Espinosa y comenzaron a viajar juntos. Javier Espinosa, otro ejemplo de esos que, con su discreción y sencillez, dan lecciones de periodismo y vida al tiempo que con una sonrisa nos hacen chiquitos y aprendices a todos los demás.

Ninguno de los dos es un kamikaze ni un suicida. No buscan el riesgo por el riesgo ni la adrenalina, no asumen ni un peligro más de los ya abundantes y estrictamente necesarios para contar lo que en un momento determinado hay que contar desde donde hay que contarlo. Los dos sabían perfectamente dónde se metían y eran conscientes de lo que estaban haciendo, cómo lo estaban haciendo y lo que les podía suceder. Porque lo sabían, porque ambos ya han vivido situaciones similares en el pasado y nunca tiraron la toalla, toca respetarlos aún más.

Marc Marginedas entiende el periodismo como un acto de libertad absoluto. Como un ejercicio de determinación destinado a cruzar los convencionalismos y contar historias de personas, historias asidas a la calle que demandan una alta dosis de polvo en los zapatos. Es terco. Nada jamás le ha detenido. Ni las fronteras que los hombres dibujan para encadenar aquello que en realidad les hace humanos; ni los remilgos de aquellos que cultivan la censura ni la mediocridad de quienes gestionan los medios y consideran que la información internacional es un producto caro y de bajo rendimiento e el que o merece la pena gastar. Contra todo lucha desde hace años, comprometido y convencido de que hay miles de historias que contar, pero que si no hay nadie que las narre, es como si en realidad no existieran.

El secuestro de Ricardo y de Javier, como el de Marc o el de James Foley, Austin Tice, Didier Françoise, Edouard Elias, Pierre Torres, Nicolas Henin, Bashar Kadumi, Samir Kassab, Ishak Mokhtar, Magnus Falkehed o Niclas Hammarström y el de los demás periodistas que cubrían la guerra siria hasta que alguien decidió taparles la boca no sólo va contra ellos, va contra la posibilidad de que los ciudadanos del mundo sepan lo que está pasando. Se llama libertad de prensa y en última instancia, democracia.

Es importante que sigan existiendo unas reglas que le permitan al mundo saber lo que sucede en las guerras. Por eso, pero sobre todo porque les esperan sus familias y sus amigos.

Los abajo firmantes (periodistas españoles e internacionales):

Alberto Arce, Gervasio Sánchez, Rafael Sánchez Fabrés, JM López, Diego Ibarra Sánchez, Ethel Bonet, Cesare Quinto, Omar Havana, Fabio Bucciarelli, Antonio Pampliega, José Miguel Calatayud, Álvaro Ybarra Zabala, Laura Jiménez Varo, Philip Poupin, Sergi Cabeza, Walter Astrada, Diego Represa, Gabriel Pecot, Andoni Lubaki, Maysun, André Liohn, Sylvain Cherkaoui, Javier Martin, Andrea Bernardi, Alberto Pradilla, Alfonso Bauluz, Samuel Rodríguez, Marc Javierre, Salvador Campillo, Plácid García Planas, Félix Flores, Manu Brabo, Mónica Bernabé, Rodrigo Abd, Javier Manzano, Iván M. García, Narciso Contreras, Mikel Ayestarán, Mayte Carrasco, Luis de Vega, Giulio Piscitelli, Lola Banon, Daniel Iriarte, Ramón Lobo, Ana Galán, Rubén García, Maria-Alba Gilabert, David Rengel, Elisa Arroyo Calvo, Joaquín Gómez Sastre, Marta Ballesta, Silvia Barradas Pinto, Alfred Hackensber​ger, Mar San Juan,Pablo Tosco, Sabrina Pindo, Lola Hierro, Ángel García, Gabriel Ferrándiz Gracia, Gonzalo Caretti, Xavi Piera Liria, Iván Pérez Nuñez, Albert Masias, Silvia Rubio Taberné, Pilar González Ruiz, Teresa Calveras, Sol Montenegro, Arturo Rodríguez Castillo, Natalia Martínez, Enrique Campo Bello, Ane Irazabal Elkorobarrutia, Unai Beiroz, Raquel Gómez Martínez, Eduardo Ripoll, Témoris Grecko, Ana Ávila Cantos, Carmen Rengel, Elena González, Björn Kieztman, Myriam Redondo Escudero, Alberto Prieto, Thomas Rassloff, Patricia Hornillo, Román Reyes, Javier Moreno López, Edith Bouvier, Hannah Smith, David Asensio, Olmo Calvo, Jesús Churrete, Balint Szlanko, Marga Zambrana, Benjamin Hiller, Xavier Alberola, David Meseguer Maña, Nuri Vilcom, Francisco Apaolaza, Sara Alonso Esparza, Javier García Marcos, María Roig, Paulo Nunes Dos Santos, Sarkis Hakobyan, Kim Bradley, José Luis Cuesta, Héctor Álvarez Muñiz, Alejandra Marly Omedes, Pablo Urraco, Alan Ruiz Terol, Patricia Cano Rodríguez, Giulio Petrocco, Amaia López de Munian, Cristina Sánchez Hernández, Elisa Palazón, Ricardo T. Lucas, Carles Colomer, Alberto Rojas, Paco Amor, Carles Fortuny, Ute Dinter, Santi Cabezas, Eva Huarte, Ana Martínez, Marta Guedes, Margarita Cavadas Ruiz, Xabier Iglesias, María Trejo Luzón, Sonia Tercero, Meritxell Prados, Lorenzo Razzino, Rafa Martí, Vilma Ortiz, Luisa Bayarri, David Galán, Lola García-Ajofrín, Jacobo García, Pablo Herrera, Joseph Kay, Salvador Bañó Tresens, Maya Bencomo, Ferrán Mallol Lerín, Mónica Villamizar, Mauricio Morales Duarte, Pilar Cebrián, Eloisa Matheu, Gorka Castillo, Hassan Ghani, Tania Castro, Benito Rodríguez Jiménez, Daniel Etter, Borja González de Andrés, Raquel Salillas, Gersón Díaz, Gabriela Ramos, Gianfranco Tripodo, Clara Jiménez Cruz, Sebastiano Tommada, Assed Baig, Eva Cordón, Catalina Gómez, Jan Puerta, Mónica Qeralt, Asier Larraza, Enric Macià, Maider Egues, Cristina Pavón, Tabare Moreyra Calduch, Ornella Stocco, Adriana Pérez Villa, Martí Aymà Crespo, Greg Marinovich, Miguel Ángel Benedicto, Marta de Muga, Alba Triadó Fernández, Alba Aserawan, Soledad Burgos, Javier Videla, Raquel Ferreira Ortíz, Gabriela Corrazo, Steve Cook, Hedi Aouidj, Pierre-Yves Marzin, Maria Sobrino Valiente, Álvaro Martínez García, Roser Martínez, Francisco Javier Rubio, Clara Serra, José Colón, Sonia Bakaric, Osman Orsal, Oliver Holmes, Francesc Llimona, Claudia Maccioni, Firmado Borja Díaz-Merry Rivas, Rafael S. Avello, David Galán, Ana Martín, Alberto Fanego Díez, Czuko Williams, Manuel Martínez Cascante, Marta Palomo, Guillermo Regalado, Sandra Riaboy, Eugenio García Gascón, José Aleixandre, Elena Gomez Fernández, Cristina Gomez Esquius, Norberto Fernández Soriano, David Mecha, Xavier Sanfeliu Ruzafa, José Liaño, Héctor Jácome, Natalia Sancha, Karim Talbi, Elvira Tejedor, Elisenda Pons, Francesca Cicardi, Stefanie Dekker, Chris Kline, Erik Ohlsson, Scout Tufankjian, Rick Findler, Ander Izaguirre, Ángel Colina, Txema Carrasco, Elisenda Pons, Laura Julián Arguedas, Reinhard Lamsfuss, Francisco Javier Miguel, Rosa Pascual, Queta Bosch, Eugenio García Delgado, Álvaro Castrillo Schneiter, Emili V. López, Isaac Sotillos, Raül Perales Haro, Juan José Fenández Fernández, Alejandro Martínez Vélez, Joslyn Massad, Maciej Moskwa, Javier Bauluz, Gustavo Sierra, Sergio Reboredo, Tomás Alcoverro, Maruja Torres, Maria Verza, Nùria Ribó, Patricia Simón y Rosa Villacastín.