El peligroso mensaje que das a tu hijo cuando le calmas con un dulce

El peligroso mensaje que das a tu hijo cuando le calmas con un dulce

Es una práctica que puede influirle de manera negativa en su vida adulta.

Un tarro con dulcesPIXABAY

La relación entre una persona y la comida comienza desde que está en el vientre de su madre. Así lo asegura Mapi Herrero Jiménez, dietista-nutricionista especializada en alimentación infantil y consultora de lactancia certificad, en su libro Te invito a comer.

La experta, en una entrevista con El País, explica que la alimentación saludable se aprende desde el útero materno, ya que “el líquido amniótico adquiere el sabor de lo que la madre come”.

De esta forma, el bebé “se va familiarizando con los sabores de nuestra cultura, de nuestra familia. Hay que pensar en el útero como un ‘campo de entrenamiento’: el bebé recibe información a través del cuerpo de su madre, así puede prepararse y adaptarse para sobrevivir cuando nazca”, detalla Jiménez.

Posteriormente, una vez que el niño o niña nace, cada gesto que los padres tienen en cuanto a la alimentación influye de forma directa en la relación que el bebé va desarrollando con los alimentos.

Alimentos que ‘apagan’ las emociones

En ese sentido, la dietista-nutricionista especializada en alimentación infantil destaca que “nuestras emociones influyen en el tipo, la calidad y la cantidad de alimentos que comemos”. Y a ello hay que sumar el hecho de que “desde pequeños nos dicen que hay emociones que son ‘buenas’ y otras que no tanto, por lo que crecemos pensando que estar triste, estresado, enfadado o frustrado no está bien y que son emociones que hay que ‘apagar’”.

En esa relación entre las emociones y el consumo de alimentos, Mapi Herrero Jiménez señala que “hemos descubierto que hay alimentos con elevadas cantidades de azúcar y/o grasa con la capacidad de ‘apagar’ momentáneamente esas emociones, por lo que muchas personas los utilizan como herramienta de gestión emocional”.

En esa clase de alimentos que ‘apagan’ las emociones se encuentran las chuches o dulces (que no son precisamente saludables). Según la especialista en alimentación infantil se trata de un recurso que “ya durante la infancia utilizamos con los niños cuando tienen un comportamiento que nos resulta incómodo”.

Sin embargo, actuar de esa forma significa enviar un peligroso mensaje al niño o niña: “Cuando damos una chuche a un niño para consolarlo le enseñamos que esos alimentos harán que se calme, y esto se replicará en su vida adulta”, alerta la experta.