“El castillo de Lindabridis”, un Calderón para el manga, los juegos de rol y los videojuegos

“El castillo de Lindabridis”, un Calderón para el manga, los juegos de rol y los videojuegos

Sentarse en el Teatro de la Comedia, sobre todo como público, es un disfrute.

El Castillo de LindabridisSergio Parra

Si existe una línea que una el Siglo de Oro con el manga y los videojuegos es, sin duda, El castillo de Lindabridis de Calderón. Obra que se acaba de estrenar en el Teatro de la Comedia con la producción de la compañía Nao d’amores y la Compañía Nacional de Teatro Clásico.

Si piensa que el que suscribe esto está loco, que una cosa es un clásico y que otra muy distinta es que ese clásico sea tan contemporáneo, seguramente cambie de opinión cuando le cuente que en esta obra hay castillos que vuelan, princesas, caballeros, faunos y centauros. Y que sucede en reinos tan fantásticos como Tartaria, Babilonia, hasta la Francia medieval de los unicornios. Y que hay personajes con nombres como Lindabridis, la princesa que vive y viaja con su castillo volador, Arminda, Febo, Floridiana, Floriseo, Licanor, Meridian o Rosicler. ¿No disparan estos nombres por si solo la imaginación?

La historia es bien sencilla. Dos caballeros en busca de aventuras llegan a una isla donde vive un fauno. El fauno les prohíbe la entrada, y si se deciden a pasar les promete torturas terribles. Pero en esa isla aterriza un castillo, habitado por una princesa, de la que fauno y caballeros quedan prendidos. No serán los únicos en liza, llegará otro caballero, con el que Lindabridis se entiende mucho mejor y será por el que beba los vientos.

El Castillo de LindabridisSergio Parra

Ella les dice a todos que la única forma de ganársela y de quedarse con el reino que gobiernan es batiéndose en gestas medievales. El vencedor se casará con ella y su hermano le cederá el reino para que lo gobiernen. Lo que no sabe es que el último en discordia es una última, y que ha llegado desde tierras lejanas en busca de Febo, al que se quiere enfrentar no en gestas, sino en juegos amorosos.

Así que el fauno y los caballeros se meten en una aventura. Primero para llegar a esos reinos tan exóticos que le ha contado Lindabridis. Luego para hacer el juego de gestas. Al que cada uno se enfrenta con sus características y poderes, como si fueran personajes de juegos de rol o videojuegos.

No hay que confundir a nadie. Ana Zamora, la directora de esta producción, es más una estudiosa del teatro y, sobre todo del teatro medieval y su transición hacia el teatro renacentista y hacia el barroco. Por tanto, no ha elegido un aspecto de videojuego para el montaje. Aunque sentado en la butaca, cualquier persona del siglo XXI no puede dejar de pensar lo bien que encajaría en uno. Y los elementos elegidos para caracterizar los personajes, sobre todo los trajes, espadas y armaduras, junto con la iluminación del montaje no pueden por menos recordar a los videojuegos.

El Castillo de LindabridisSergio Parra

Sin embargo, sí lo ha tratado con la delicadeza de Miyazaki. Un director que ha marcado la infancia, juventud y adultez de los japoneses y del mundo entero con las series y películas de animación que ha hecho con su Studio Ghibli. Productora que compró Disney viendo que el maestro le comía el terreno y que le estrenaban en competiciones oficiales como los festivales de Berlín, Cannes o Venecia. Y que era un duro contendiente en los premios Oscar.

Y no es que Ana Zamora lo haya hecho al estilo japonés de este autor. Lo que les une es la ingenuidad y sensibilidad. Entiéndase bien, la ingenuidad del que sabe la materia que trata y cómo quiere tratarla. Desde la forma en que se construye y deconstruye el escenario y los elementos escénicos.

El Castillo de LindabridisSergio Parra

De tal manera que usa los bancos en los que se sientan los actores en la introducción y el suelo del escenario para convertirlos en las almenas del castillo que vuela; en un trono; en unas gradas desde que ver el torneo de gestas; en el mar. Hasta en la entrada a la isla del fauno con referencia a ese jardín fantástico, barroco y romano que es Bomarzo.

Una ingenuidad a la que contribuye su elenco. Más que nada porque rezuma juventud, y el compromiso y las ganas con las que los jóvenes interesados en el teatro muestran su amor por el mismo. Una energía que se percibe y que va ganándose a los espectadores.

¿Qué pasa? ¿Qué no hay nada malo o mejorable? Sí. Lo hay. Hay actores que se nota que lo suyo no es el canto y que mejor haber jugado ese aspecto de otra manera al que se ve en la producción. Riesgo que seguramente se ha asumido por el pequeño conjunto musical que toca bellísimamente la música pop de aquella época. Conjunto por el que por sí solo merecería la pena a ir a ver la obra. Apuesta por la música en directo y por recuperar un patrimonio que se ha convertido en marca de la casa de Nao d’amores.

El Castillo de LindabridisSergio Parra

Y, en algún que otro momento, el verso parece dicho de forma mecánica. Más técnica que desde lo que le pasa y ocurre el personaje. Los actores se abandonan al sonido de las rimas y los ritmos del verso y en ese abandonarse se pierde el contenido de lo que dicen.

Con la excepción de Paula Iwasaki, que hasta con el ridículo velo de ganchillo, que parece el visillo de la abuela, con el que su personaje se cubre la cara para no ser reconocido, ella sale airosa de lo que dice, de cómo lo dice y de cómo lo hace.

Así que sí que sí, sentarse en el Teatro de la Comedia, sobre todo como público, es un disfrute. Por la música, por las rimas y los ritmos de los versos calderonianos al estilo de Góngora, por los enredos amorosos, por los mundos fantásticos, por los personajes tan sencillos e ingenuos. Es como apretar el botón de Start en el mando de la play y ganar la partida cuando aparezca Game over.

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.