La pepita de oro más grande del mundo pesa como un hombre adulto y fue vendida por 11.000 euros

La pepita de oro más grande del mundo pesa como un hombre adulto y fue vendida por 11.000 euros

En la actualidad valdría 2,7 millones de dólares. 

Pepitas de oro gigantes.Getty Images

Desde hace más de medio siglo nadie ha sido capaz de superar el hallazgo de dos mineros británicos que desenterraron la pepita de oro más grande del mundo, el 5 de febrero de 1969 en Victoria, Australia. 

La enorme piedra de metal precioso fue denominada como la "Welcome Stranger" (Extraño bienvenido). El precio por el que la vendieron es irrisorio comparado con el precio actual, pues por tan solo 13.000 dólares se deshicieron del hallazgo, que actualmente se tasa en 2,7 millones de dólares, según la BBC. 

La historia de los dos buscadores de oro se llevó al teatro y se recreó el evento con dos de los descendientes de los mineros. "Es una gran historia de dos hombres que se convirtieron increíblemente ricos en un instante. En esos días, eso no pasaba", ha explicado John Tully, de la Goldfields Historical Society a la BBC. 

Los dos mineros estuvieron trabajando siete años hasta que un día dieron con la enorme pepita. Su fama era tan noble que una nota en el periódico local del 12 de febrero de 1869 decía: "Estamos contentos de que el monstruo haya caído en manos de estos hombres tan trabajadores".

Una de las descendientes de los mineros, Suzie Deason, de 38 años, ha contado que cuando la gente escucha su nombre siempre le preguntan dónde está el oro o si es muy rica. A lo que Deason contesta: "Desafortunadamente, no lo soy. Ni siquiera tengo alguna joya hecha de la pepita".

Actualmente, no hay pepitas de oro como las de las historias, es una sencilla comunidad ganadera, pero los buscadores siguen llegando a la zona atraídos por las leyendas, y han apodado al pueblo como el Triángulo de Oro.

"La gente viene hasta aquí a probar suerte y pasa días y días tratando de encontrar su fortuna. Lo llamamos fiebre del oro. Es una enfermedad, una adicción a buscar oro", ha puntualizado Deason. 

Si algún intrépido viajero se contagia de la fiebre del oro y quiere visitar el lugar, lamentablemente no podrá disfrutar de la pepita porque fue dividida en trozos para poder pesarla en la balanza. Aun así, podrá disfrutar de las fotografías de la época y de una réplica que guardan en el Museo de Dunolly.