Aprender a programar, pero esta vez de verdad

Aprender a programar, pero esta vez de verdad

Presentación de Python para filósofos.

Una mujer programando código.Maskot via Getty Images/Maskot

La programación informática está en boca de todos: políticos, educadores, científicos y un largo etcétera. Se recomienda aprender a programar desde la educación primaria. También se habla del futuro del low code, es decir, del potencial de enseñar a programar a quienes no saben programar con aplicaciones o programas que apenas utilizan código. Esta programación de bajo código debería suplir la falta de talento digital, eufemismo de las empresas para no tener que hacer ni un poco de autocrítica. Más que falta de talento digital, el problema reside en una enseñanza inadecuada e insuficiente de la programación. Compren manuales de programación o traten de aprender por Internet. Comprobarán que hay introducciones muy básicas donde no se aprende a hacer nada o introducciones muy complejas donde no te enterarás de nada. Falta una buena pedagogía de la programación.

Acabo de publicar un pequeño libro, Python para filósofos, para tratar de tender puentes entre la programación y otros modos de pensar (aun sin ser un programador profesional, o quizás precisamente por ello). Esta es mi modesta manera de mostrar que se puede aprender una pizca de programación (y algo de filosofía) sin conocimientos previos de ningún tipo. No nos falta talento digital: lo que necesitamos es explicar mejor, hacer contenidos más accesibles y repensar cómo enseñar a programar (lo que incluye revisar mi libro para mejorarlo). Basta de construir una imagen pasiva de la ciudadanía como una masa ignorante a la que le cuesta aprender cualquier idea nueva; mejoremos la formación y facilitemos el aprendizaje. El lenguaje de programación Python, por su sencillez, puede ser un buen comienzo.

Pese a lo que pueda sugerir el título del libro, los filósofos no son los únicos que deberían aprender a programar. Todos tenemos mucho que ganar si adquirimos conocimientos básicos sobre cómo funcionan los programas. Para empezar, empezaríamos a cerrar la brecha que hay entre ciencias y letras. En la actualidad, los humanistas digitales son los más aptos para emprender esa labor de comunicación entre el ámbito científico y el humanístico. En última instancia, no necesitamos tanto nuevos programadores como principios que guíen la programación. Aquí presento un breve manifiesto a modo de decálogo para una programación más abierta e inclusiva:

1. La programación no es un talento innato, sino aprendido. Parafraseando a la filósofa francesa Simone de Beauvoir: “No se nace programador ni programadora: se llega a serlo”.

2. La programación es una nueva forma de alfabetización que requiere formación.

3. La ingeniera Radia Perlman, conocida como la Madre de Internet, afirma que la informática es como crear civilizaciones: no importa el idioma que hablen las culturas. En este sentido, no importa en qué lenguaje de programación se escriba: Python solo es un medio, no un fin en sí mismo.

4. Los lenguajes de programación pueden tener públicos y objetivos muy diversos: Python (de propósito general), Scratch (apto para niños), Processing (adecuado para estudiantes de Bellas Artes), R (ideal para biólogos y matemáticos) o Arduino.

5. La programación es un superpoder, como afirma la modelo y programadora Karlie Kloss.

6. La programación, como la filosofía, ha de salir de las academias y llegar a las calles.

7. La programación debe ser inclusiva. No es solo una cuestión de género, raza u orientación sexual, sino de gestión del talento: si la programación es un modo de pensar y comprender el mundo, hay que enseñar a todo el mundo los fundamentos de la programación.

8. No necesitamos nuevos lenguajes de programación, sino nuevos modos de pensar, aunque a veces eso implica una nueva sintaxis.

9. No basta con hacer público el código de un programa, al igual que no basta con subir a Internet las obras de Platón para que estas sean leídas. Necesitamos transformar y transmitir ese código.

10. Una programación más imaginativa, libre, igualitaria y accesible no será la panacea de la informática, pero acercarse a esos objetivos es un buen comienzo.

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Andrés Lomeña Cantos (Málaga, 1982) es licenciado en Periodismo y en Teoría de la Literatura. Es también doctor en Sociología y forma parte de Common Action Forum. Ha publicado 'Empacho Intelectual' (2008), 'Alienación Animal' (2010), 'Crónicas del Ciberespacio' (2013), 'En los Confines de la Fantasía' (2015), 'Ficcionología' (2016), 'El Periodista de Partículas' (2017), 'Filosofía a Sorbos' (2020), 'Filosofía en rebanadas' (2022) y 'Podio' (2022).