Cómo hacer una gala de los Goya con éxito: 11 errores y 5 aciertos de los que aprender

Cómo hacer una gala de los Goya con éxito: 11 errores y 5 aciertos de los que aprender

Cuánto tiene que durar, quién puede hacer las bromas, cómo deben ser los números musicales...

Andreu Buenafuente y Silvia Abril, presentadores de la gala de los Goya.

Presentar la gala de los Goya no es tarea fácil. Lo sabe bien Andreu Buenafuente, que se encargó de conducir la fiesta del cine español en 2009 y 2010 y lo hará también en esta 33ª edición. Será junto a Silvia Abril, que se estrena en este campo pero que ha tenido tiempo suficiente para leer los titulares o mensajes en Twitter que suelen acompañar a esta cita anual.

La duración excesiva, los chistes no demasiado certeros, los números musicales inoportunos, los discursos excesivamente largos... Cuando se trata de sacar punta, los críticos de sofá tienen para todos. Nadie se libra y lo saben muy bien Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla, que firmaron una muy mejorable gala en 2018, o Aitana Sánchez-Gijón y Jose Coronado, que condujeron en 1992 la ceremonia menos vista de la historia. Sólo consiguieron sentar a 1.308.000 de españoles ante el televisor, un 9,8% de cuota de pantalla. Y eso que en aquella época la oferta televisiva se limitaba sólo a cinco cadenas generalistas.

¿Cómo se consigue que los espectadores no se vayan a otro canal? ¿Cuáles son los ingredientes para captar a la audiencia y dejar sin argumentos a los más críticos?

Tres expertos en televisión nos ayudan a responder a estas preguntas y nos dan las claves para salir airoso de este "retazo", como lo define Eva Merseguer, guionista y ayudante de dirección en las galas de Buenafuente en solitario. O, como diría el guionista y experto en cine José María Clemente, "una tarea en la que, pese a que todos sabemos la teoría, cualquiera metería la pata si tuviese que hacerla".

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NO puede haber bostezos ni público mirando el reloj

"Hay que aceptar que se entregan 28 premios y hay que mentalizarse de que va a ser larga. No hay otra opción", asegura la crítica de televisión Mariola Cubells. "Lo que no se puede permitir es que sea aburrida", añade la experta, para quien la clave está en que tenga ritmo. Merseguer es menos benevolente en este sentido y pone límites: "No debería pasar de dos horas y media. Ese es el reto, hacerla amena sin que se prolongue".

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NO vale cualquier presentador

Tiene que conectar con el público y un buen ejemplo es Rosa María Sardá, que presentó las galas de 1993, 1998 y 2001. Además de actriz con dos cabezones, la catalana había conducido antes programas de televisión como Olé tus vídeos y Ahí te quiero ver. En el lado contrario estaría la ceremonia de Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes en 2018. "Hicieron su humor y no se les puede culpar, pero esta es una gala que ven tres millones de espectadores y Muchachada Nui lo veían apenas 800.000. Hay más de dos millones de intrusos", apunta José María Clemente, para el que tampoco fue demasiado acertada la elección de Carmen Machi en 2009.

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SÍ tiene que ser un programa de televisión

Una gala es un programa en directo y, como tal, tiene que estar viva. Desde dirección deben tener capacidad de reacción para acortarla si se está alargando. Para Merseguer ,"tiene que ser una pieza muy muy brillante para no saltártela cuando llevas no sé cuánto tiempo ya de gala". Un ejemplo de lo que NO hay que hacer es la gala de 2004, presentada por Cayetana Guillén Cuervo y Diego Luna. "iban con una hora de retraso respecto a la escaleta y seguían saliendo cantantes y cómicos. La escaleta está viva y se pueden eliminar partes", apunta Clemente.

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NO es necesario que a la 1 de la mañana Miguel Poveda cante dos temas

"El ejemplo clarísimo de lo que hay que evitar fue lo que pasó con Miguel Poveda en 2015. A la una de la madrugada, no puede cantar dos canciones. Habla con el representante para darle una gala en televisión o compénsale de alguna manera, pero nadie puede cantar dos canciones a esa hora en los Goya", continúa Clemente. "Tiene que acabar en alto y no caer en las apariciones estelares de última hora como esa de Poveda o la de Adrián Lastra y Manuela Vellés en 2017", añade Cubells.

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NO puede haber bromas gratuitas

La interacción con el público está bien siempre y cuando las bromas se entiendan —no pase como a Maribel Verdú en la última edición de los Goya— y estén justificadas. "Meterse con el público porque toca es un error. Ahí entran en juego los presentadores que tengas. No se trata de dar hostias gratuitas", apunta Merseguer.

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SÍ se necesitan buenos monólogos

Es fundamental que el texto de arranque sea bueno, "porque si no pierdes el ritmo nada más empezar la gala", asegura Clemente. Y para ello es clave que tenga un buen guión y que el personaje/presentador lo sepa defender. Cubells pone como ejemplo lo que ocurrió en 2018 con Paquita Salas. "Brays Efe se parapetó en el personaje y pudo hacer bromas que como actor no podría haber hecho", aclara.

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NO a dos monólogos seguidos

"Si vas a meter varios monólogos tienen que estar distanciados. Es una cuestión matemática, espárcelos", recomienda Clemente.

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SÍ tiene que haber números musicales... buenos

El ejemplo (positivo) es lo que hizo en 2018 la actriz y cantante Leonor Watling, cuando versionó las cuatro canciones nominadas al Goya. "La música es cultura y tiene que ir de la mano con la tele", asegura Cubells. Pero no a cualquier precio. "¿Tienes el talento y el tiempo para hacerlo? Hazlo; si no, no lo hagas. Cámbialo por un momento divertido en platea", recomienda Merseguer.

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NO hace falta que los actores canten siempre

Watling, bien; Resines rapeando, mal. "Mi máxima es: solo puede haber un número musical si realmente sabes lo que estás haciendo. No a los números musicales de relleno", añade la guionista.

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NO es necesario que haya miles de sketchs

Están bien porque te ahorran pasar por platea en ciertos momentos, pero "tienen que ser pocos y muy bien colocados". Eva Merseguer recuerda que su función es agilizar, no entorpecer.

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SÍ se necesitan bromas y vidilla en platea

A veces es mejor una buena broma sobre el escenario o en el patio de butacas que un sketch. Al fin y al cabo parte del público está ahí presente y además es su fiesta.

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NO tiene que haber micros que bajen ni música que suba

En otras palabras: los discursos de los ganadores no se pueden cortar. Es su momento. "Lo dijo Belén Rueda el año que ganó por Mar Adentro: es nuestro momento", recuerda Clemente. Cortárselo sería una falta de respeto. Ahí entra en juego el papel del presentador, como el que tuvo que jugar Andreu Buenafuente cuando Karra Elejalde se marcó un discurso infinito al ganar el Goya por También la lluvia. "Era el primer premio y podía parecer que iba a ser la tónica de la noche. Buenafuente se pasó la gala diciendo en tono de broma: 'Esto de Karra no puede volver a pasar", rememora Eva Merseguer.

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NO debería haber censura

Ni a los ganadores ni a los presentadores de premios, entre otras cosas porque en ocasiones provoca el efecto contrario y se engrandece la reivindicación. "Hubo un año en el que Carlos Areces iba a dar un premio y lo vetaron en la puerta. Al final se enteró todo el mundo. Si hubiese salido, habría pasado desapercibido", recuerda Clemente. Del mismo modo, Cubells cree que habría sido un error censurar a los actores el año del NO A LA GUERRA: "Era necesario que se tomase partido y me habría parecido mal que no se hubiese hecho".

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SÍ tiene que haber sorpresas

Un ejemplo es la aparición de Paquita Salas en los Goya de 2018, que Cubells describe como un soplo de aire fresco. Eva Merseguer pone otro ejemplo: la aparición de Pedro Almodóvar en 2008. "Lo llevamos en secreto. Nadie lo sabía y fue muy chulo. Al final tienen que pasar cosas", asegura la guionista, para la que se puede tomar como modelo lo que hizo Ellen DeGeneres en los Oscar de 2014 cuando llamó a un repartidor de pizza en directo y colgó un selfie con todos los pesos pesados del cine durante la gala.

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NO se puede desaprovechar a los actores

A veces salen a dar premios y son meros bustos parlantes, dice Clemente, para el que esto es un error. "Me pone un poco nervioso cuando tienes a alguien brillante y no le permites decir nada", señala el crítico, que para evitar que se alargue la gala plantea como opción lo que se hace en los Feroz: una pareja de actores da un minidiscurso y entrega varios premios.

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NO hay que olvidar que es la fiesta del cine

Y con esa idea hay que sentarse ante el televisor. Es una fiesta para poner en valor el cine español y eso es lo que se va a ver en pantalla. Si esperamos otro tipo de contenidos, esta no es nuestra gala.