Cuando la emoción puede a la razón: impulsividad sin control

Cuando la emoción puede a la razón: impulsividad sin control

La persona experimenta dificultad para tolerar o resistirse a cometer una acción que resulta inapropiada o nociva para sí mismo o para los demás.

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El trastorno del control de impulsos se relaciona con una incapacidad para controlar la conducta. La persona experimenta dificultad para tolerar o resistirse a cometer una acción que resulta inapropiada o nociva para sí mismo o para los demás.

Las alteraciones de la conducta por control de impulsos se caracterizan por experimentar una sensación de tensión o activación antes de realizar una conducta, seguida de una emoción o sentimiento placentero, de gratificación o liberación. En ocasiones, el paciente puede sentir sentimientos de culpabilidad, pero no es algo frecuente dentro del trastorno de control de impulsos. En algunas ocasiones, los comportamientos adictivos tienen componentes impulsivos y no siempre es debido a la “dependencia de…” sino que también puede ser debido a ese descontrol de impulsos. Frecuentemente se asocia con abuso del alcohol, abuso de sustancias, sumado a la hiperactividad y a los diferentes trastornos de la personalidad.

Un impulso se caracteriza por ser algo que todas las personas viven o sienten en algún momento a lo largo de su vida, y se trata de llevar a cabo una acción de forma emocional o, por decirlo de otra forma, hacer algo “sin pensar”.

Normalmente una persona posee mecanismos que le permiten gestionar las acciones impulsivas de forma adaptativa, dejándose llevar en mayor o menor medida. Sin embargo, en algunas personas esta capacidad se ve comprometida, conllevando una afección psicológica denominada trastorno del control de impulsos.

Características

El trastorno de control de impulsos se presenta con una dificultad para el control emocional, que posteriormente puede conllevar a alteraciones emocionales. Los síntomas comienzan en la infancia o adolescencia y suelen ir aumentando de intensidad y gravedad con el tiempo.

La falta de regulación provoca que las personas con déficit de control de impulsos presenten la tendencia a exhibir conductas irreflexivas y poco o nada meditadas sin tener en consideración las consecuencias que pueden tener dichos comportamientos.

Tipos

Las afectaciones de la conducta más conocidas, que implican dificultad para el control de impulsos son

  • El trastorno explosivo intermitente: En el trastorno explosivo intermitente la persona experimenta capítulos recurrentes de conductas impulsivas, de carácter agresivo y violento, comete arrebatos verbales en cualquier situación.
  • La cleptomanía es una alteración que se caracteriza por incapacidad por frenar el impulso de robar. Representa una necesidad emocional por obtener un producto robado.
  • La tricotilomanía ocurre cuando la persona presenta impulsos de tirarse del cabello, llegando a arrancarlo y provocándose calvas en el cuero cabelludo.
  • La piromanía es cuando existe el impulso de originar incendios o jugar con fuego.
  • La ludopatía es la incapacidad para controlar la impulsividad hacia las actividades lúdicas, que generalmente implican apuestas y pérdidas considerables de dinero, sin tomar en cuenta las consecuencias.
  • Las compras compulsivas, la persona tiene una dificultad para evitar la compulsividad de adquirir y comprar cosas sin premeditación.
  • El síndrome del acaparador compulsivo, se caracteriza por una obsesión en recolectar y almacenar objetos desmesuradamente, aunque no tengan valor, y perjudican la salud. Hasta el punto de tener hogares repletos de objetos en condiciones poco salubres.
  • Dermatilomanía, En esta afección la persona tiene la necesidad compulsiva de pellizcarse, arañarse, rascarse la piel, rozar, y/o pellizcarse.
  • Onicofagia es el hábito compulsivo de morderse las uñas. La onicofagia es posiblemente el trastorno de control de impulsos más frecuente y extendido, también el más aceptado socialmente.

Síntomas

Los síntomas tienen una presencia duradera e intrusiva, llegando a interferir en las diferentes áreas de vida cotidiana de la persona que lo sufre.

Algunos de los síntomas presentes en el trastorno de control de impulsos son los siguientes:

  • Síntomas conductuales
  • Episodios de furia explosiva
  • Comportamiento colérico frente a cualquier persona, animal u objeto
  • Conductas de robo
  • Mentiras
  • Síntomas cognitivos
  • Falta de control de impulsos
  • Falta de concentración
  • Ideas intrusivas
  • Pensamientos obsesivos
  • Comportamientos compulsivos
  • Problemas psicosociales
  • Inquietud
  • Depresión
  • Ansiedad
  • Temperamento irritable o agresivo
  • Falta de autoestima sana
  • Aislamiento y soledad
  • Desapego emocional

Causas

Las causas del trastorno de control de impulsos involucran elementos genéticos, físicos y ambientales. Los genéticos tienen que ver con la influencia hereditaria de los trastornos del control de impulsos. Las causas físicas revelan diferencias en el cerebro a nivel estructural, que implica la actividad sináptica y los neurotransmisores encargados del control de impulsos. Las ambientales, involucran el ambiente donde vive la persona, el cual contribuye a la aparición de estas conductas.

Tratamiento

Las intervenciones más eficientes son aquellas que combinan un abordaje psicológico con un tratamiento farmacológico, que disminuya las compulsiones del paciente.

El objetivo terapéutico se enfoca en minimizar la conducta compulsiva, el control de emociones y de impulsos, a través de la implementación de herramientas para adoptar mejores estrategias de afrontamiento.

Los mecanismos de regulación de las emociones son fundamentales para poder actuar de manera moderada y eficaz en función de resolver situaciones. Las personas con falta de autocontrol no han desarrollado de manera adecuada estos mecanismos por lo que tienden a verse sobrepasados por sus impulsos, lo que los lleva a tomar decisiones guiados únicamente por las emociones.