¿Es demasiado mayor Biden para ser presidente? El debate renace con su apuesta para 2024

¿Es demasiado mayor Biden para ser presidente? El debate renace con su apuesta para 2024

El presidente de EEUU insiste en que tiene que acabar el trabajo que ha empezado. La Casa Blanca constata su salud y agudeza mental, pero las encuestas dicen que los ciudadanos, en un 48%, creen que sus 80 serían razón para no presentarse más.

Joe Biden sube a su avión, el Air Force One, desde Montgomery (Alabama), el pasado 5 de marzo, en pleno atardecer.LAPRESSE

"Acabemos el trabajo". Con esta frase, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció el martes su intención de presentarse a la reelección por el Partido Demócrata. Era lo esperado. Pese a que inicialmente su idea era estar un mandato y ceder el paso luego a su vicepresidenta, Kamala Harris, la evolución de los acontecimientos le ha hecho cambiar de opinión: se ha cruzado una guerra, la de Ucrania, y se han complicado las reformas prometidas, por más que su legado legislativo ya sea mayor que el de sus antecesores. 

Quiere más y quiere tiempo. Lo que pasa es que lo pide cuando ya tiene 80 años a sus espaldas y eso, de nuevo, hace resurgir el debate de siempre: ¿es demasiado viejo para gobernar el país más poderoso del mundo? ¿Está bien de salud para abordar una tarea tan exigente? ¿Cómo lo ven hoy los electores? 

Desde que Biden lanzó su vídeo de candidatura, la Casa Blanca y su círculo cercano repiten como un mantra que se trata de un detalle "nimio, por no decir absurdo". Que el mandatario "está sano y apto para el servicio", que "tiene agudeza mental suficiente" como para seguir llevando el timón, pese a ser el primer octogenario en ocupar el Despacho Oval, el presidente de más edad que ha tenido el país en su historia. 

Se apoyan en su agenda cuajada de actos y proyectos y, también, en el último gran chequeo al que se sometió, el pasado febrero. Según el médico de la Casa Blanca, Kevin O'Connor, "el presidente Biden es un hombre de 80 años saludable, vigoroso y apto para ejercer con éxito las labores de la Presidencia, incluidas las tareas de jefe del Ejecutivo, jefe de Estado y comandante en jefe". En dos años que hacía que no se sometía a estas pruebas profundas, lo único reseñable es que se contagió de coronavirus, que cursó con síntomas "muy leves"

Se mantienen los males preexistentes, ninguno de ellos incapacitantes. A saber: padece problemas leves de reflujo ácido, lo que hace que tenga que aclararse la garganta con más frecuencia cuando está hablando o le provoca tos, lo que ha hecho que desde la pandemia se especule con frecuencia con que tenía covid-19. También padece artritis y arrastra algunas secuelas de una fractura que se hizo en 2020 en un pie, lo que le hace caminar de una forma rígida, a lo que se suma un aneuropatía (un problema de los nervios) “leve” que también afecta a las extremidades inferiores. Hay memes a toneladas en las redes sociales sobre Biden-robot. El informe daba cuenta de una pequeña lesión del pecho que se le había extraído para hacer una biopsia, pero no ha trascendido su importancia final.

Más allá de eso, tiene alergias estacionales, algún ataque de asma después de hacer ejercicio (las crisis graves las tuvo de joven), arrastra diversas lesiones deportivas e hiperlipidemia (una alteración en el metabolismo de las grasas). Bajo control. 

La única intervención destacada en estos años de presidencia fue en noviembre de 2021, cuando tuvo que someterse a una colonoscopia que salió limpia y que hizo que, durante una hora, Harris fuera la presidenta de EEUU, como dicta a ley ante posibles imprevistos. No los hubo.

Por último, según el doctor O'Connor, "un detallado examen neurológico" ha demostrado que Biden no ha sufrido en los últimos meses ningún trastorno, como esclerosis múltiple, Parkinson o derrame cerebral. Es lo que más preocupa, su lucidez, su capacidad de tomar decisiones claras, y eso está asegurado, dicen los especialistas. Acertadas o no, eso ya es cosa de la política. Justo el año pasado, hasta 54 republicanos en la Cámara de Representantes firmaron una carta expresando "preocupación" por el estado cognitivo de Biden y exigiendo que se sometiera a una prueba de demencia. La misiva enumeraba una serie de errores o deslices del presidente, muy comentados en redes, que a su entender "no son incidentes aislados, ya que son parte de una historia más amplia de sus acciones que ejemplifican el deterioro cognitivo". 

Además de caídas de la bicicleta y tropiezos varios, a Biden se le ha visto dudar en sus intervenciones, equivocarse de nombre de país o de ciudad o de cargos de sus invitados, dar manotazos extraños, llevar chuletas de sus asesores para saber qué hacer... Nada que no se justifique con cansancio puntual o despistes por su agenda, indican sus asesores a la prensa norteamericana, y que se ven más porque no hay lupa mayor que la que vigila a un presidente de EEUU.

El que fuera vicepresidente con Barack Obama ha tenido una vida intensa desde que entró en política en 1972, como senador, pero también ha vivido una intensa vida personal, soportando la pérdida de su primera mujer y dos de sus hijos, con la huella que eso deja en el cuerpo y la mente. En 1988 sufrió una hemorragia intracraneal, causada por un aneurisma, y en la operación en la que se lo retiraron descubrieron un segundo. Todo fue limpiado sin consecuencias pero el trance fue grave, hasta el punto de que un sacerdote acudió a su habitación para darle la extremaunción, según The Washington Post. A raíz de esa intervención, sufrió un coágulo y una embolia pulmonar. Un susto serio. 

En 2003 se le detectó una arritmia leve, que nunca ha requerido de medicación, y en 2008 se le detectó un pólipo adenomatoso en el colon, que no era maligno ni le ha dado complicaciones, pero ha obligado a revisiones periódicas. También se le intervinieron de unos melanomas de las manos, no cancerígenos, causados por su prolongada exposición al sol. También benigna fue una hiperplasia (aumento en la producción de células en un órgano o tejido normal) en la próstata que le obligó a pasar por el quirófano, como la vesícula, que le quitaron hace años. 

El parte certifica que el demócrata mide 1,82 metros, pesa 83 kilos, usa lentillas, no fuma, no bebe alcohol y practica deporte cinco veces por semana.

Lo que dicen las encuestas

Biden siempre ha defendido que está bien, que puede asumir la carga. Preguntado por ello en el programa 60 Minutos de la cadena CBS cuando aún era candidato, pidió a los ciudadanos lo siguiente: "Que me miren y vean lo que he hecho y lo que voy a hacer. Mírenme". En el lanzamiento de su campaña se describe ampliamente su plan para proteger las "libertades personales" y se advierte contra las amenazas planteadas por sus oponentes republicanos, pero no aborda el tema de la edad de frente. En cambio, se intercala cortes de un presidente animado, activo, yendo de allá para acá, a un ritmo de música de la que Biden no baila, con práctica seguridad. Es la imagen por la que va a pelear su equipo: la de la acción. Aunque Harris también roba algunos planos. 

Ya sabemos lo que dice el parte médico. Lo que dicen los sondeos es otra cosa. Hay preocupación entre el electorado por la edad del presidente. Según una encuesta de la NBC de la última semana, el 70% de los estadounidenses -y el 51% de los votantes demócratas-, creen que Biden no debería buscar la reelección. E identifica como una de las principales razones para su rechazo justo su edad. Para el 48% de los entrevistados, esa es la primera causa por la que no debería concurrir, frebte a un 21% que estima que es una razón menor. 

En general, a Biden no le van bien las encuestas. El 53% de los norteamericanos no está contento con su gestión, según el recuento de Civiqs, frente al 39% que lo aprueba. Reuters dice que sacaría un 43% de los votos, frente a un 38% de Trump y la CNN, que apenas un tercio de los estadounidenses afirma que el presidente merece la reelección. En general, los votantes no quieren que sea candidato a las elecciones de 2024, pero es que tampoco quieren que lo sea Trump. Hay cansancio. La encuesta de NBC asegura que el 60% de los votantes cree que el magnate tampoco debería presentarse, mientras que un 35% apoya que dé el paso.

Si ganara la reelección, asumiría el cargo de presidente a los 82 años y terminaría su segundo mandato de cuatro años a los 86. Según la estadística de su propio Gobierno, la esperanza de vida promedio para un hombre de 82 años es de 6,77 años más, con un 8% de probabilidad de muerte dentro de los próximos 12 meses, dice la Oficina del Censo. Esta misma fuente señala que el 18,6% de las personas mayores de 65 años están aún en activo en EEUU, un país cuya política está tradicionalmente marcada por la gerontocracia, un sistema en el que el poder está en manos de ancianos.

"Tener años no se ha visto tradicionalmente como un problema, se habla más de conocimiento y veteranía, pero el debate se instala cuando no hablamos de senadores o congresistas o incluso gobernadores, sino del inquilino de la Casa Blanca", resume el americanista Sebastián Moreno. Nancy Pelosi, por ejemplo, ha sido hasta este año la jefa de la Cámara de Representantes y nació en 1940 y el propio expresidente republicano, Donald Trump, es apenas cuatro años menor que Biden, por más que su imagen disfrutona y millonaria a veces haga olvidarlo. 

"Biden planteó su tiempo como de transición, pero la realidad lo ha llevado a asentarse y a querer abordar los retos por más templo. Ese mensaje puede calar, el de acabar del trabajo empezado. Fue el sexto senador más joven del país, ocupó ese sillón durante 36 años, luego pasó ocho con Obama... Si le da la vuelta al desgaste y lo vende como experiencia y saber, puede perder menos apoyos. Es un momento en el que tampoco hay preparados otros candidatos demócratas para saltar ya y hay un aparente apoyo mayoritario en que siga adelante", añade el experto. 

Entiende que el tema de la edad sólo se convertirá en un problema si comete un error "grave" o tropieza de alguna manera en la campaña electoral. "Los demás estarán listos para ir a la yugular con esa idea del cansancio", avisa. Si no, "los demócratas irán por el argumento de que, en realidad, Biden y Trump son de la misma edad. Si logran equipararlos en eso, quedará la disyuntiva de las ideas, de lo hecho y de lo que se promete. Habrán sacado el factor edad del tablero". 

Moreno recuerda que Biden también se enfrentó preguntas sobre su edad hace cuatro años, aunque la naturaleza de la carrera presidencial en medio de la pandemia de covid-19 ayudó a aislar al candidato de parte de la exposición que conlleva una campaña electoral primaria y general nacional. Y al final, no fue determinante para su victoria sobre los republicanos. "Biden ha tartamudeado toda su vida y sólo ahora se cae en esa mofa porque Trump la jalea en redes, habla de Sleepy Joe, el lento, el dormilón. Si el actual presidente levanta su campaña sobre eso que dijo el martes, la decencia, la dignidad o la esperanza, hablamos de valores que pesan más que el nacimiento". Y en momentos de crisis, como los que ahora se viven en la seguridad, la defensa o la economía, la visión "de la estabilidad y la trayectoria ayudan al candidato". A eso se suma que ahora no es aspirante, sino presidente al mando.

"Los 80 de ahora no son los de hace 50 años"

La doctora de familia Herminia Sánchez explica que "una persona de 80 años puede estar perfectamente lúcida y capaz para hacer su trabajo, hasta el de presidente de EEUU", si lleva una vida ordenada y sana. "Cada caso es un mundo y hay muchos factores a tener en cuenta para evaluarlos: en la tercera edad se dan cambios emocionales, que son causados por la inactividad, la sensación de inutilidad, el frenazo de la vida previa, o situaciones como la viudedad o la soledad. No parecen ser los supuestos de Biden", indica. 

"Si una persona ha mantenido la actividad, con los descansos oportunos, en un entorno saludable... No es lo mismo estar rellenando bolsas en un Walmart por no tener pensión que en el Despacho Oval, es obvio. El desgaste mental es alto, pero también lo es la estimulación. Además, la vejez no se mide a partir de una edad determinada, es un proceso mantenido durante la vida y, si no ha tenido grandes problemas de salud previos o grandes secuelas, no arrastrará tantos condicionantes para su labor, manteniendo todas las prudencias", insiste. 

Recuerda que entre el 5 y el 10% de los mayores padecen algún grado de deterioro cognitivo, porcentaje que sube del 80% si hablamos de vista o de oído, pero no tiene "por qué ser algo limitante hasta el punto de impedir una actividad". "Hay que apostar por la vía de la prevención y la vida sana. La Casa Blanca dice que están en ello". 

Biden es una especie rara en el mundo político en el que se maneja. Sólo hay cuatro dirigentes que lo superan en edad (los mandatarios de Namibia, Hage Geingob; Camerún, Paul Biya; Arabia Saudí, Salman Bin Abdelaziz, y Palestina, Mahmud Abbas), pero un poco lejos de esos otros grandes mandatarios con los que hace negocios o batalla (el ruso Vladimir Putin tiene 70, 69 el chino Xi Jinping, 73 el israelí Benjamin Netanyahu y 77 Lula da Silva, de Brasil). 

Por encima de Biden hay también otros dirigentes, no jefes de Gobierno, como el Papa Francisco, de 86 años, o los reyes Harald de Noruega (la misma edad) y Margarita de Dinamarca (83).

Aunque sea el presidente de más edad, no será el candidato a la presidencia más anciano, porque Harold Stassen (republicano) tenía 85 cuando quiso ocupar la Casa Blanca y William Hope Harvey (Partido de la Libertad) tenía 81 cuando hizo lo propio. Uno peleó en 1992 y otro, en 1932. 

¿Y si cae enfermo un presidente?

¿Y qué pasa si realmente el presidente enferma? La enmienda 25 de la Constitución establece que si, por cualquier motivo, el vicepresidente y la mayoría de los secretarios del gabinete en ejercicio deciden que el presidente “no puede cumplir con los poderes y deberes de su cargo”, simplemente pueden ponerlo por escrito y enviarlo a dos personas: el presidente de la Cámara y el presidente pro tempore del Senado. El vicepresidente, en este caso la vicepresidenta Harris, pasa inmediatamente a ser "presidenta interina" y asumiría todos los poderes de Biden.

Si el presidente quiere cuestionar esta medida, puede hacerlo, pero luego le correspondería al Congreso resolver el asunto con una votación. Se necesitaría una mayoría de dos tercios en ambas cámaras para mantener a la vicepresidenta en el cargo. Si no se alcanza ese umbral, el presidente recuperaría sus poderes. Es importante destacar que la vicepresidenta Harris solo ejercería como "interina”. El presidente electo aún no habría perdido su cargo, sólo sus poderes, y no necesariamente de forma permanente. Esta disposición involucra a un presidente enfermo que se niega o no puede afrontar su discapacidad.

Cuando más claramente fue tratado este asunto entre los funcionarios norteamericano fue en el segundo mandato del presidente Ronald Reagan, informa Reuters, ya que entonces se contaban historias sobre si estaba distraído o el exactor, directamente, no estaba a la altura del cargo, en tiempos duros de bloques mundiales y Guerra Fría. Se decía que el republicano era perezoso, que no estaba interesado en el trabajo, que casi no veía documentos ni quería reuniones, pero los analistas decidieron que Reagan todavía estaba en posesión de sus facultades y completó todo su tiempo.

Esa es otra: Biden se presenta, puede repetir pero, ¿estará los cuatro años completos de legislatura? Es una posibilidad que anoche mismo se le planteó a la portavoz de la Casa Blanca. Karine Jean-Pierre, se hizo un pequeño lío y trató de arreglarlo.

"¿El presidente planea servir durante ocho años?" le preguntó un reportero. “Simplemente no voy a adelantarme al presidente. Eso es algo que él debe decidir. Simplemente no voy a adelantarme, y hay una campaña de 2024 y cualquier cosa relacionada con eso, los remitiría a [ la campaña]", respondió Jean-Pierre. Una frase tan abierta que ha dado pie todas las especulaciones posible. La portavoz ha salido al paso diciendo que trató de no hacer propaganda electoral desde su puesto oficial, de ahí la opacidad de sus palabras, pero no tiene dudas de que si gana, estará los ocho años.

Ya todo es campaña y la edad está, por ahora, en todos los debates, polémicas y argumentarios.