El marinero español olvidado que humilló a una flota de piratas holandeses y salvó el oro de América
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El marinero español olvidado que humilló a una flota de piratas holandeses y salvó el oro de América

Se trata de una de las tantas heroicidades que tuvieron lugar entre el siglo XV y XVI en uno de los viajes protagonizados por tripulaciones españolas entre América y Europa.

Imagen de un barco en alta mar realizada con IAEl Huffpost

Las expediciones españolas de finales del siglo XV y primera mitad del XVI, que marcaron un antes y un después en la historia de la humanidad, tras 'descubrir' América e iniciar con ello los primeros intercambios culturales y patrimoniales entre ambos continentes, cuentan con infinidad de hazañas y actuaciones heroicas lideradas por marineros y capitanes de todos los rincones del entonces imperio español, que tuvieron que lidiar con todo tipo de imprevistos y ataques en el mar por parte de flotas de otros imperios.

Una de estas historias fue la protagonizada por el marinero y militar Carlos de Ibarra. De origen vasco, fue un hombre que se ganó la confianza de todos y cada uno de los miembros de su tripulación gracias a su carisma, liderazgo y capacidad militar, aspectos que le permitieron ser recordado como uno de los grandes nombres de su momento.

Además, su capacidad estratégica, así como su capacidad para sobreponerse a todos y cada uno de los problemas a los que tuvo que enfrentarse a lo largo de los años, lo convirtieron en un militar y marinero muy respetado.

¿Qué hizo de Ibarra para ser recordado?

En primer lugar, hay que destacar que se convirtió en uno de los hombres que inició y consolidó las rutas comerciales entre ambos continentes, consiguiendo frenar multitud de ataques de otras potencias, como la holandesa. 

Para conocer esta historia hay que remontarse al año 1638, cuando el vasco consiguió neutralizar un ataque holandés cuyo objetivo era el de robar el oro que la tripulación española llevaba desde las Américas hasta la península.

Dicho enfrentamiento tuvo lugar entre el 30 de agosto y el 3 de septiembre de dicho año, durante unos días en los que 17 naves holandesas intentaron asaltar un convoy español, que se encontraba defendido por algunos barcos de guerra, liderados por Carlos de Ibarra, que en aquel momento se encontraba en Cabañas, muy próximo a La Habana.

Así, el español lideró uno de los convoyes, que iba cargado con bienes valorados en aproximadamente un millón de dólares actuales. Para ello, contó con el apoyo de fragatas de buen tamaño, así como de galeones y urcas artilladas. De esta forma, la tripulación de De Ibarra se plantó ante la gran flota holandesa, cuya principal virtud era la de ser unos muy buenos piratas.

Pérdidas holandesas inasumibles

Ante este escenario, los ataques se sucedieron y la persecución holandesa duró alrededor de una semana, aunque sin mucho éxito, ya que los de De Ibarra lograron repelerlos pese al elevado coste de vidas humanas que ello implicó.

Pese a ello, los más castigados fueron los holandeses, que llegaron a contabilizar hasta 500 muertes, mientras que los españoles 'solo' tuvieron que lamentar 200 pérdidas humanas gracias a una exitosa táctica de reagrupamiento y formación compacta.

Titania
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Santander

Así, y tras apreciar que el coste comenzaba a ser inasumible, las tripulaciones holandesas tuvieron que retrasar su posición ante los ataques españoles, protagonizados por las urcas artilladas, las fragatas y los galeones, que lograron su objetivo de no ser asaltados ni robados. Finalmente, De Ibarra llegó a Cádiz en el año 1639, aunque la alegría le duró poco, ya que las enfermedades adquiridas en el continente americano hasta acabar con su vida al cabo de unos meses.