Permiten a Marruecos opositar a súper potencia mundial
El país vecino, por localización, potencial y alianzas, se está convirtiendo en uno de los que mejores perspectivas acumulan para el siglo XXI, aunque las denuncias por falta de democracia o violaciones de derechos humanos siguen presentes.
Marruecos se ha convertido en la gran potencia emergente del norte de África. Poco a poco, en los últimos años ha ido aumentando su poder, su influencia, sus buenas relaciones y su imagen, basándose en dos pilares esenciales: una economía en despegue y una política exterior que va a por todas. Ha tejido alianzas con Estados Unidos o Israel, sin perder de vista a Europa, se ha convertido en suministrador en lo empresarial y en aliado en lo defensivo y ha logrado, incluso, que la disputa sobre el Sáhara Occidental pase a segundo para gran parte de sus interlocutores.
El ministro delegado encargado de la Inversión, Convergencia y Evaluación de las Políticas Públicas, Mohcine Jazouli, decía recientemente en Madrid que "Marruecos se ha convertido en una potencia económica regional, con una economía moderna y muy diversificada", que "ha desarrollado infraestructuras de nivel mundial, ha reforzado sus industrias tradicionales, en particular la agroindustria, el textil y el turismo, haciéndolas cada vez más competitivas, pero también ha creado sectores florecientes, como la industria automovilística y aeronáutica". "Con más de 50 acuerdos de libre comercio en vigor, Marruecos ofrece acceso a un mercado de consumo de 2.500 millones de personas", puso como ejemplo, según la Agencia Marroquí de Prensa.
Situado en la encrucijada del Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico, Marruecos evoluciona de forma natural como "centro regional de inversión y sirve de puerta de entrada a África", dijo además el político, señalando que el Reino está entrando en "una nueva fase de desarrollo, centrada en atraer la inversión privada".
Esa es una de las grandes bondades que sitúan a Marruecos en una posición privilegiada para el presente siglo XXI: su localización, que le permite canalizar relaciones y acuerdos entre Occidente (Europa y Norteamérica) y los países emergentes del continente africano y América del Sur, llamados a reclamar un nuevo papel en el mundo multipolar en el que vivimos.
Eso le permite estar a las puertas de los principales cables submarinos de comunicaciones y, por supuesto, convertirse en portaaviones de las diversas fuerzas armadas, que lo empleen en su vigilancia y defensa de África y el mundo árabe. Es por eso que se han incrementado los convenios militares con Estados Unidos, sin ir más lejos.
Marruecos ha tratado de reforzar su poderío militar con la compra a Estados Unidos de sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad (HIMARS) y armas de ataque conjunto (JSOW), por un total de más de 792 millones de dólares. El objetivo de estas adquisiciones es mejorar las capacidades de Marruecos en materia de seguridad y lucha contra el terrorismo, aprovechando al mismo tiempo el apoyo constante de EEUU para obtener una ventaja en el actual concurso de adquisiciones de la región norteafricana. El mes pasado, se supo por ejemplo de la posible venta de misiles antitanque Javelin, informa Galaxia Militar.
No es el único país con el que se han atado lazos. También ha ocurrido con Israel, país que apadrinado por EEUU ha comenzado a recuperar sus relaciones con países árabes, dentro de los llamados Acuerdos de Abraham, llegando a colaboraciones que van de lo académico a lo comercial y lo defensivo. Estos convenios se han paralizado por la crisis de Gaza, por lo impopular de apoyar a quien bombardea a los "hermanos palestinos".
Marruecos ya tiene 400.000 soldados y medio millón de reservistas, material moderno y renovado, hasta con cazas F16 de esos que tanto ansía Ucrania, por lo que su situación es muy superior a la de otros países de su peso económico y político, y va a más. Queda claro cada año en las recientes maniobras African Lion; fue el anfitrión de 10.000 militares de 20 países.
EEUU e Israel han estrechado sus relaciones con Rabat, además, al ratificar que su plan de autonomía para el Sáhara es el más "serio, realista y creíble" para acabar con el conflicto. Lo mismo que dijo España en 2022. Aún así, se guarda un equilibrio intenso para no molestar más de la cuenta a Argelia (con su gas, con su posición, con su papel en la inmigración).
"Los funcionarios estadounidenses deberían tener en cuenta que las relaciones diplomáticas de Marruecos con Israel podrían contribuir a los esfuerzos humanitarios y de reconstrucción en Gaza después de la guerra. Sin embargo, a falta de un apoyo consistente de Estados Unidos y una visión sólida para un proceso de paz entre Israel y Palestina, a Rabat le resultará difícil comprometerse con las iniciativas lideradas por Estados Unidos en Gaza, especialmente si pueden implicar costos internos o de reputación considerables", dice la analista Sabina Henneberg en el Washington Institute.
Un país con una situación estratégica envidiable, tanto en el Mediterráneo como en el Atlántico, de gran tamaño y con una demografía que ayuda, muy joven, con una media de edad de 28,1 años. El ministro justo destacó "la joven y talentosa mano de obra marroquí" que está "perfectamente capacitada para satisfacer las demandas del mercado laboral".
Hay más cosas que sitúan a Marruecos con perspectivas de crecer, como las tierras raras y bienes naturales que hay en su dominio. El país dispone en su territorio de siete de los 24 minerales y metales considerados estratégicos y críticos para la industria tecnológica, militar y alimentaria, según el organismo público Consejo Económico, Social y Medioambiental marroquí (CESE), con datos de marzo de 2023. Entre ellos están el cobalto y los fosfatos.
Según el informe, la producción minera marroquí se situó en 40,5 millones de toneladas en 2021, la mayor parte (38,1 millones toneladas) es de fosfatos, un producto en el que Marruecos es líder mundial. El informe indica también que Marruecos figura entre los primeros productos africanos de plata, baritina y cobalto. El sector minero marroquí contribuye con un 10 % al PIB marroquí y con un 26 % a las exportaciones del país, y emplea a 50.000 personas, indica. Hay sectores, como el del coche eléctrico, que están mirando con mucho interés e invirtiendo en Marruecos precisamente por esta riqueza natural. También mejoran las ventas de piezas de coches y bienes de equipo, según dijo el ministro Jazouli.
A esto se suman sus productos agropecuarios -desde 2022 es el tercer exportador mundial de tomate, sus exportaciones agrícolas sólo a la UE crecen más de un 10% al año y las pesqueras, a todo el mundo, más de un 13%-, o el turismo creciente, que quedó resentido en todo el mundo árabe por las Primaveras, pero que ha ido regresando y tiene en Marruecos, cada vez más por encima de Argelia o Túnez, un aliciente extra para su economía: en 2022, el país acogió a unos 11 millones de turistas. Cerca de 550 000 personas trabajan directamente en el sector turístico, lo que representa el 15% de la población activa total. Los temores de que el terremoto del pasado año cortara el flujo de turistas han resultado ser erróneos, pues más de 960.000 turistas visitaron el país al mes siguiente del suceso, un 7% más que el año previo.
Los contras
Los defensores de este nuevo papel emergente de Marruecos destacan además la estabilidad de su gobierno, con el rey Mohamed VI al frente, frente a otros países más inseguros administrativamente hablando del norte de África.
Sin embargo, todo ese avance y esa proyección aún crece sobre una base con pies de barro por las violaciones de derechos y la falta de democracia. "Continúa sufriendo lo que pueden verse como heridas autoinfligidas causadas por sus políticas internas y externas", expone Imad K. Harb, del Centro Árabe de Washington. "Ha habido una grave regresión en su historial de derechos humanos, con un claro retroceso en los compromisos que el rey Mohammed VI asumió después de las protestas y manifestaciones de febrero de 2011 que estallaron como parte de la Primavera Árabe", constata.
"Aunque la economía de Marruecos ha estado mostrando avances en relación con el producto interno bruto (que se estima aumentará un 3% en 2023), todavía sufre los males que afligen a otros países en desarrollo, incluidos altos niveles de desempleo, desigualdad e indicadores de desarrollo sesgados", sostiene.
"Marruecos sigue reprimiendo a periodistas, activistas, comentaristas de las redes sociales y artistas críticos con la monarquía. A pesar de contar con un sistema de libertad de prensa que no prevé penas de prisión, las autoridades siguen recurriendo a los artículos del código penal para encarcelar a los críticos. Siguen vigentes las leyes que restringen las libertades individuales. En el Sáhara Occidental, las autoridades marroquíes siguen acosando a los activistas que apoyan la autodeterminación saharaui, impiden las reuniones y obstruyen el trabajo de las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos locales", concluye Human Right Watch.
Son flancos que también son necesarios para ser una gran potencia en todos los sentidos.