Los 4 vegetales que parecen sanos pero son los "reyes del hígado podrido"
No solo el alcohol perjudica este órgano.
Tomar ciertos medicamentos, comer alimentos grasos o ingerir demasiado alcohol son solo algunos ejemplos de hábitos que pueden estropear nuestro hígado. Aunque no son los únicos ejemplos. Las verduras también pueden causar algunos daños e incluso resultar tóxicas para nuestro órgano. Por lo que, si quieres cuidar tu salud, lo mejor es que evites estos cuatro alimentos:
- Legumbres inmaduras: En caso de no ser cocinadas de manera correcta, pueden ser muy tóxicas, ya que contienen numerosas sustancias que pueden perjudicar el hígado y el estómago.
- Tomates verdes: Resultan tóxicos cuando se comen en grandes cantidades, generando vómitos, náuseas, fatiga y otros síntomas. Además, contiene grandes cantidades de alcaloides, lo que supone consecuencias negativas para el estómago y el hígado.
- Setas en remojo durante mucho tiempo: No son venenosas. Sin embargo, al estar en remojo bastante tiempo (más de ocho horas) pueden estropearse y ser un caldo de cultivo de bacterias dañinas, dañando seriamente el hígado.
- Brotes de frijol cortados de raíz: Este tipo de brotes, cuyo cultivo se realiza sumergiéndolos en agua y empleando estimulantes para el crecimiento, se pueden cosechar en un corto plazo, sin embargo, durante este proceso pueden absorber rápidamente las toxinas, lo que genera cambios celulares.
También existen otros alimentos que es conveniente evitar o no abusar para proteger el hígado. Algunos ejemplos son el alcohol, el azúcar, la sal, los fritos, las frutas muy dulces, la bollería industrial o la nata.
¿Qué hábitos debemos potenciar?
Respecto a los alimentos y hábitos que pueden favorecer la función hepática y la digestión, se encuentran los vegetales como la alcachofa, la lechuga, la escarola, el rábano o la berenjena y rutinas como practicar ejercicio. También se aconseja tomar agua abundante, y bebidas como el café y las infusiones (el té o el poleo menta).
Los endocrinos de SEEN advierten que aproximadamente el 25% la población mundial tiene el hígado graso. A pesar de ello, la mayoría de los síntomas suelen ser vagos o leves, por lo que su diagnóstico se dificulta.