Ordenan rehabilitar de manera urgente una de las puertas de entrada a Madrid

Ordenan rehabilitar de manera urgente una de las puertas de entrada a Madrid

El monumento es denominado como la "Puerta de la Moncloa" y su conservación continúa siendo, tras 70 años, objeto de debate.

Arco de la Victoria (Madrid)Europa Press via Getty Images

Su nombre, origen, significado e historia han sido, desde su construcción, un tema polémico y lleno de controversia para gran parte de la sociedad. El levantamiento del Arco de la Victoria en la capital de España ha generado, desde 1950, -año en que el dictador Francisco Franco ordenó su construcción- un fuerte cisma y discrepancias entre los madrileños.

Esto se debe a que el dictador mandó construirla como símbolo de la victoria lograda en la guerra civil española (1936-1939), así como ocurrió con los emperadores romanos o incluso Napoleón Bonaparte, quienes ordenaban la construcción de monumentos para conmemorar y vanagloriarse de sus gestas militares.

En el caso del Arco de la Victoria ubicado en Madrid, se puede leer aún a día de hoy, unas oraciones en latín: "Armis hic victricibvs | Mens ivgiter victvra | Monvmentvm hoc | D.D.D", que en castellano significa "la mente que siempre ha de vencer, da, dona y dedica este momento a las armas aquí vencedoras".

Junto a esas palabras se puede ver en cada uno de los lados el número 1936 y al otro 1939, años en los que se desarrolló la guerra civil. Como era de esperar, tras más de 70 años desde su construcción y al tratarse de un monumento marcado por la polémica, ha sido maltratado en numerosas ocasiones: grafitis, botellones, pintadas, grietas, etc.

Ahora, el arco ha vuelto a ser noticia, después de que el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo nº 32 de Madrid haya ordenado tanto al Ayuntamiento de Madrid como al gobierno autonómico, que estas prácticas lleguen a su fin y se vele por su conservación.

Entrada a Madrid y "Puerta de la Moncloa"

Esta decisión adquiere más sentido si se tiene en cuenta que el Arco de la Victoria es denominado como la "Puerta de la Moncloa" y es considerado como Bien de Interés Cultural, por lo que su conservación es obligatoria. 

Esta orden llega 37 años después de su última restauración (en 1987), por lo que su estado ha ido empeorando considerablemente en las últimas décadas. Actualmente, se pueden ver baldosas rotas, vegetación creciendo sin control a su alrededor o escaleras muy dañadas.

El encargado de interponer el recurso contencioso-administrativo ha sido Francsico Javier Zaragoza, abogado de la Asociación por la Reconciliación y la Verdad Histórica, quien ha denunciado la desatención y falta de mantenimiento por parte de las autoridades.

Esta sentencia, que puede ser todavía apelada, da la razón al informe elaborado en el año 2023 en el que se notificó el mal estado del monumento, con fotografías y descripciones del estado en el que se encuentra, destacando los problemas estéticos y estructurales del mismo.

Una disyuntiva complicada

Pese a todo, el debate en la calle es tan amplio como inacabable, y mientras que para muchos no debería ser considerado un Bien de Interés Cultural debido a las evidentes connotaciones que representa -con grandes referencias a la simbología franquista en estética y forma-, para otros sí que debería ser respetado y cuidado como símbolo de la riqueza cultural de la capital.

Sin duda, este asunto ha sido un hándicap en cuanto a los esfuerzos que las autoridades han destinado a su conservación a lo largo de los años. Además, se encuentra ubicado en un lugar muy significativo, donde se desarrollaron varias batallas durante el conflicto fratricida.

Infiltrados
Un proyecto de Ikea

En cuanto a su aspecto, hay que destacar que el Arco de la Victoria cuenta con una cuádriga, un carro tirado por cuatro caballos conducido por la diosa Victoria, en conmemoración al triunfo y éxito de la campaña militar. Este tipo de construcción y representaciones eran muy habituales en la Antigua Roma con el objetivo de evidenciar el triunfo y supremacía sobre el enemigo. Por todo esto, la duda está clara: ¿Debe reconstruirse y cuidarse, derribarse o resignificarse?