La Antártida se rompe, pero no es (sólo) por el cambio climático

La Antártida se rompe, pero no es (sólo) por el cambio climático

NASA

Sólo 20 kilómetros de hielo impiden que la plataforma Larsen C se desprenda definitivamente de la Antártida. Es un bloque de hielo de 5.000 kilómetros cuadrados, y su inminente conversión en iceberg ha disparado de nuevo todas las alertas sobre los efectos del cambio climático en el continente más austral de la Tierra. No es para menos: dado el tamaño de Larsen C, es como si La Rioja estuviese a punto de separarse de la península, unida a ella por una franja cada vez más pequeña de tierra.

Que el calentamiento global es uno de los grandes enemigos para el futuro de la vida en la Tierra está fuera de toda duda, y cualquier llamada a la toma de conciencia sobre los daños que causa está justificada. Sin embargo, no existe consenso científico acerca de la relación directa entre la subida de la temperatura en el planeta y el deshielo de los polos. Tanto en el Ártico como en la Antártida, la masa de hielo ha oscilado en las últimas décadas.

¿La fragmentación de Larsen C es una consecuencia del calentamiento? ¿Cómo se llega a ese punto? ¿Qué le está pasando a la Antártida? ¿Qué efectos puede tener en el resto del planeta su fragmentación y deshielo? El Huffington Post ha consultado con tres expertos que han trabajado sobre el terreno para conocer todos los detalles sobre Larsen C y la grieta que lo va a separar de la Antártida.

Fue una fotografía tomada por la NASA la que reveló la grieta entre Larsen C y la plataforma Antártida

La alarma con la que la mayoría de los medios de comunicación hemos informado de lo que está ocurriendo en la placa Larsen C contrasta con la tranquilidad con la que los científicos observan y analizan el proceso. Jerónimo López-Martínez es profesor de Geodinámica Externa en la Universidad Autónoma de Madrid, ha realizado misiones en la Antártida desde 1989 y presidió hasta hace poco el Comité Científico en Investigación Antártida (SCAR), el máximo organismo científico para el conocimiento del continente.

Él entiende la alarma, porque los fragmentos que se desprenden de las plataformas de hielo “normalmente son de mucho menor tamaño que Larsen C”, pero explica que ese proceso de fragmentación se produce “con frecuencia” en el continente antártico.

Francisco Navarro, profesor de la Universidad Politécnica de Madrid y experto en glaciología es incluso más tajante: “Se desprenden continuamente icebergs de muy variados tamaños, aunque, evidentemente, los desprendimientos de icebergs de tamaño descomunal, como el caso del actual, son menos habituales que los de icebergs de tamaño menor. Se desprende un iceberg de ese tamaño o mayor cada varios años. Los más grandes desprendidos hasta ahora han sido el B15 en 2000 (11.000 km2), y el A38 en 2004 (6.900 km2), aunque otros han superado los 5.000 km2".

Ricardo Anadón, profesor de biología de la Universidad de Oviedo, estudia las respuestas de los ecosistemas marinos al cambio climático. Para él, lo que está ocurriendo en Larsen C es “fruto de un proceso que se lleva observando décadas en la Antártida y que es el desgaste de las lenguas glaciares". "Son plataformas que se van moviendo y se agrietan”. Reconoce que se trata de un proceso natural, pero señala al calentamiento como culpable: “Todo parece indicar que ha acelerado de manera notable este movimiento y este agrietamiento”.

Lo que ocurre, explica Anadón, tiene que ver con el calentamiento del agua: “El agua, cada vez más caliente, socava las plataformas y hace que separen de ellas grandes masas de hielo, hasta que quiebran. Los bordes del hielo se aligeran y eso posibilita que se desprendan fragmentos cada vez más grandes”.

Ni Jerónimo López ni Francisco Navarro tienen tan claro que el calentamiento global esté detrás de la fragmentacion de Larsen C o del nacimiento de otros icebergs.

El primero señala directamente que “en este caso no es una consecuencia directa del cambio climático” y Navarro lo explica más en detalle: “Este es un proceso normal en la Antártida, de tipo natural, que se ha venido produciendo durante millones de años. Si no se desprendieran icebergs, la masa de hielo de la Antártida crecería indefinidamente, por la acumulación de nieve. Evidentemente, la masa perdida en forma de icebergs depende de las condiciones y cambios climáticos (sean naturales o antropogénicos). En épocas frías, se liberan menos icebergs y en las cálidas ocurre al contrario”.

Navarro acaba de hacer referencia a transformaciones de tipo “antropogénico” en la Antártida, lo que indica que los cambios producidos por la actividad del hombre pueden no estar detrás del desprendimiento de Larsen C, pero sí son responsables de otras circunstancias que se vienen observando en la Antártida.

Entre los procesos típicos que se producen allí, están el ya señalado aumento de la temperatura del mar, pero también el aumento de la temperatura atmosférica: “Favorece la fusión en la superficie de las plataformas de hielo; el agua de fusión se infiltra en las grietas preexistentes y contribuye a hacerlas más profundas, favoreciendo la rotura de hielo y con ello a la producción de icebergs”, explica Navarro.

Él mismo, que forma parte del Comité Nacional español del SCAR y trabaja en la base que el CSIC tiene en la Antártida, explica las observaciones que se están llevando a cabo allí: “En lo referente a pérdida de área de plataformas de hielo, las que rodean la Península Antártida son las que han sufrido mayores pérdidas en los últimos decenios y las que más probablemente han mostrado una influencia de tipo antropogénico”.

Sin embargo, explica, “desde inicios de este siglo, la península antártica (especialmente su parte norte) ha sufrido un enfriamiento que contrasta notablemente con el calentamiento experimentado durante los últimos cincuenta años del siglo pasado”.

Ricardo Anadón ya ha señalado que el proceso de desprendimiento de icebergs puede provocar un aumento de la fragilidad de la plataforma, el aceleramiento de los glaciares y una pescadilla de fragmentación-desprendimiento que se muerda la cola. Jerónimo López, por su parte, señala que el desprendimiento de Larsen C “tendrá un pequeño efecto en el nivel del mar” y añade que, al estar alejado de los glaciares situados sobre el continente, “estos no sufrirán una aceleración notable, como ocurre a veces en este tipo de roturas”.

El profesor López añade otro peligro derivado de la rotura de Larsen C que recordará a muchos la historia del Titanic: “La rotura aportará al mar hielo, que irá fragmentándose, derivará con las corrientes alrededor de la Antártida hasta zonas alejadas y supondrá riesgos para la navegación”.

Navarro recoge por su parte algunas de los riesgos planteados por sus colegas y matiza: “Lo que preocupa a los científicos es que los desprendimientos de estas grandes piezas de plataforma pueden debilitar a la plataforma en su conjunto y producir la aceleración de los glaciares que “alimentan” a estas plataformas de hielo, acelerando así la pérdida de masa de la Antártida. También el que pueda contribuir a fenómenos del tipo colapso de la plataforma de hielo (como el experimentado por la plataforma Larsen B en 2002). Pero no hay certeza de que vaya a producirse ni lo uno ni lo otro”.

El deshielo de los polos tiene hondas implicaciones a escala global: cambios en los ecosistemas marinos, cambios en las corrientes y, por lo tanto, cambios en los fenómenos atmosféricos, subida del nivel del mar… La subida del nivel del mar y el impacto en el ecosistema son las dos consecuencias más claras del desprendimiento de Larsen C que señala Ricardo Anadón:

“La plataforma desprendida puede desplazarse hacia el norte, lo que facilitaría su deshielo una y subida del nivel del mar. Además, el espacio será ocupado por la flora y la fauna antárticas, que son extremadamente peculiares y que podrán colonizar porque Larsen C viajará por aguas más cálidas. Son molusco, crustáceos, vegetación… Supone una modificación de toda la cadena trófica del entorno”.

Navarro cree que los efectos no se notarán tanto a escala global como en el entorno del desprendimiento: “enfriamiento de las aguas circundantes”, “depositación de sedimentos a grandes distancias”, “surcos en el fondo marino que destruyen la vegetación”... Jerónimo López, por su parte, cree que “los efectos a escala global serán muy pequeños”.