El calvario de Pedro Antonio Sánchez

El calvario de Pedro Antonio Sánchez

FACEBOOK / PEDRO ANTONIO SÁNCHEZ

Con cinco años quería ser sacerdote. Pero al final la vida llevó a la política. Y en junio de 2015 repicaron las campanas de la iglesia del Rosario de Puerto Lumbreras para festejar que su vecino Pedro Antonio Sánchez se había convertido en el sexto presidente de Murcia. La orden la dio el sacerdote Serafín Buendía. El flamante jefe del Ejecutivo también lo celebró orando en el santuario de la Santísima Vera Cruz, en Caravaca.

Hoy Pedro Antonio Sánchez vive un especie de calvario judicial entre presiones de la oposición para que abandone el Palacio de San Esteban -sede del Gobierno de Murcia-. Ha sido llamado a declarar como imputado el próximo 6 de marzo por presuntos delitos de prevaricación, malversación, fraude y falsedad en documento público por el caso del auditorio de Puerto Lumbreras, localidad de la que fue alcalde entre 2003 y 2013.

Todo un varapalo para Sánchez, que se suma al escándalo generado por la decisión del Fiscal General del Estado de no imputarlo por otro caso -Púnica-, frente al criterio de las dos fiscales del asunto, Carmen García Cerdá y Teresa Gálvez. La oposición en el Congreso de los Diputados ve detrás posibles presiones del Partido Popular.

Vuelve a las primeras páginas el cóctel letal de política, justicia y corrupción. Y Sánchez se ha convertido de la noche a la mañana en uno de los rostros más polémicos del país. Ciudadanos, el partido sobre el que se apoya parlamentariamente su Gobierno, ya ha pedido su cabeza. Él se niega a dimitir y el PP lo sustenta. La excusa oficial es que esto no se producirá hasta que no se llegue a juicio oral y que no se trata de un caso de corrupción.

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ESTÁ "TRANQUILO" Y ACOSTUMBRADO A LAS DENUNCIAS

Murcia es todo un símbolo para el Partido Popular. El último bastión que le queda a Mariano Rajoy en ese añorado Mediterráneo. Un caladero de votos, un lugar de exhibición de poderío popular, una especie de reserva espiritual. Pero esa autonomía ha vivido tiempos convulsos internamente desde que dejara la Presidencia de la Región Ramón Luis Valcárcel rumbo al Parlamento Europeo en 2014.

Sánchez está viviendo estos días, según confiesan fuentes de su entorno a El Huffington Post, con “tranquilidad” porque “tiene mucha confianza en la Justicia”. Siempre repite a sus allegados que ya lleva “dieciséis denuncias archivadas” a lo largo de su carrera política y que está seguro de que el caso Auditorio se convertirá en la diecisiete. “Una trayectoria injusta de denuncias” y “nunca ha habido una sentencia condenatoria”, recalcan las fuentes.

Su entorno lo defiende diciendo que nunca ha habido sentencias condenatorias

Estos escándalos judiciales explotan apenas unas semanas antes de que se celebre también el congreso del PP en Murcia, en el que Sánchez es el favorito para suceder a Ramón Luis Valcárcel como líder del partido a partir del 18 de marzo. Sería la transición completa, cumplir su sueño. Génova lo apoya, de momento.

Y es que este ha sido uno de sus anhelados objetivos a lo largo de su carrera política. Sánchez es un hombre de partido de toda la vida, aunque apenas tenga 41 años. Un dirigente curtido en las Nuevas Generaciones, donde se aprende lo bueno y lo malo de un partido. Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad de Granada, se convirtió en alcalde de su pueblo con tan solo 27 años. Lleva décadas preparándose para esto.

Partidarios y haters coinciden en que es un animal político y que vive para ello. Sus colaboradores comentan que tiene una agenda muy apretada y que le gusta. Sus detractores, como confiesa un adversario político, dicen que tras su aspecto de “bueno” se esconde un rival que “siempre intenta aniquilar a su enemigo”.

Un animal político que siempre intenta aniquilar a su enemigo

Un político que lo conoce desde hace años y que se le ha enfrentado diariamente lo describe de esta forma: “Parece campechano y del pueblo, pero es frío. Detrás de su buen trato, hay un encantador de serpientes. Está muy preocupado por su imagen y por las fotos aunque parezca que no le importan. Es un chanchullero”. Eso sí, fuentes socialistas remarcan que el PP funciona como “transatlántico” en esa región todavía.

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Tiempos revueltos en los juzgados, tiempos revueltos en el PP. La salida de Valcárcel de la Presidencia murciana supuso todo un terremoto interno. Sánchez parecía llamado en ese momento a ser su sucesor, era el delfín elegido.

Pero la Justicia se cruzó en este paso de corona en San Esteban. Sánchez era una de las estrellas del Gobierno de Valcárcel como consejero de Educación -el departamento que más luce en las autonomías-, pero se vio envuelto en otra imputación por la adquisición de su vivienda en Puerto Lumbreras. Esto lo apartó en ese momento de la carrera sucesoria y, finalmente, Valcárcel optó por Alberto Garre. Pero, tiempo más tarde, lograría librarse de ese caso y jugó sus cartas de cara a las autonómicas de 2015. Toda una guerra entre familias populares murcianas. Sánchez logró su objetivo: Génova lo designaba candidato del partido para las murcianas de 2015.

Durante esos dos años ha intentado hacerse con todo el poder, pasando página de la época de Valcárcel. En un partido salpicado de casos de corrupción, llegó a la Presidencia de Murcia vendiendo la idea de regeneración y de cambio de liderazgos. El resultado de aquella contienda fue de 22 diputados para el PP, frente a 13 del PSOE, 6 de Podemos y 4 de Ciudadanos. Al perder la mayoría absoluta, se vio obligado a pactar con los de Albert Rivera. Uno de los puntos pactados fue que se apartaría a aquellos que fueran imputados. Hoy ha decidido no cumplirlo. Los naranjas presionan para que los populares lo aparten.

Él aguanta. Rajoy aguanta. ¿Saldrá indemne de la denuncia diecisiete?