Si me quieres, no me espíes

Si me quieres, no me espíes

Cada día conocemos más detalles sobre las prácticas invasivas e ilegales de EEUU en sus programas de espionaje. En realidad Washington tiene una afición por espiar similar a la de muchos otros gobiernos, pero probablemente su abrumadora superioridad militar y tecnológica les hizo pensar que podían hacerlo sin límites y sin dejar huella alguna.

Las parejas maduras no se espían porque saben que cuando lo hacen cavan su propia tumba. Pocas relaciones soportan el peso de la luz sobre la intimidad del individuo. De hecho, no importa la naturaleza de la relación: ya sea amor, amistad, trabajo o sólo entretenimiento. Ninguna tiende a soportar el escrutinio invasivo sobre la privacidad del individuo.

Las nuevas tecnologías han puesto aspectos importantes de la intimidad de las personas al alcance de un pantallazo. Demasiada información privada en un solo aparato móvil. Si los mensajes privados de Facebook, Twitter, Whatsapp y Skype se hacen públicos, empezará la tercera guerra mundial en las casas, las oficinas y las camas.

De momento sólo han subido de temperatura las embajadas, a raíz de las revelaciones del exagente de inteligencia estadounidense Snowden. Para el Gobierno de Estados Unidos se trata de un traidor en busca y captura; para los ciudadanos libres, un guardian de nuestros derechos fundamentales. Por cierto, ¿si tan importante es para nuestra seguridad este tipo de violaciones de la intimidad, por qué los gobiernos deciden no consultarnos nunca?

Cada día conocemos más detalles sobre las prácticas invasivas e ilegales de Estados Unidos en sus distintos programas de espionaje. En realidad Norteamérica tiene una afición por espiar similar a la de muchos otros gobiernos, pero probablemente su abrumadora superioridad militar y tecnológica les hizo pensar que podían hacerlo sin límites y sin huella alguna.

En España tenemos ejemplos recientes más modestos. La agencia Método 3 ha hecho sus pinitos en Cataluña. En Bulgaria, el anterior Gobierno de Boyko Borisov se vio forzado a dimitir hace unos meses, entre otras razones, por su afición a grabar conversaciones privadas. En 2009 el Reino Unido, bajo el mando en aquel entonces de Gordon Brown, espió a sus aliados en las cumbres del G20 en Londres. (No dejo de quitarme de la cabeza la esperpéntica imagen de un honorable jefe de Estado tropezando con un cable en el receso de una reunión, aunque temo que los cables se quedaron atrás en la época de la Guerra Fría).

Las últimas revelaciones, difundidas por el semanario Der Spiegel, han dado una vuelta de tuerca más de indignidad a las prácticas de espionaje norteamericanas. Al parecer, Estados Unidos espía a sus aliados europeos, tanto en nuestra sede en Washington, como en el edificio Justus Lipsius de Bruselas, donde se celebran las reuniones del Consejo Europeo. Otras informaciones apuntan al espionaje de embajadas europeas.

La buena noticia para Europa es que en un momento de decadente declive global a los norteamericanos todavía les importa lo que pensemos los europeos. Obama tiene la mirada puesta en Beijing, pero al tiempo que acusa a los chinos de pertrechar operaciones de ciber espionaje, manda colocar micrófonos en los despachos de sus aliados transatlánticos. Coherencia post 11 de septiembre.

La mala noticia para Europa es que su aliado más importante no respeta las coordenadas más esenciales de una relación estratégica basada -teóricamente- en la confianza mutua. De nuevo hay que recordar las palabras de Gordon y Shapiro, dos académicos norteamericanos: para Estados Unidos el 11-S cambió el mundo, pero para los europeos en realidad cambió a los norteamericanos. Por cierto, también a Barack Obama.

Debemos estar atentos a la reacción europea frente a este gran escándalo. De momento, la comisaria de Justicia de la UE, Bibiane Reding ha cuestionado que se puedan abrir negociaciones con Estados Unidos sobre un acuerdo de libre comercio sin dejar antes claro este asunto. El presidente francés, en la misma línea, ha pedido al Gobierno de Obama que dé garantías inmediatas del cese de esas actividades "inaceptables". En Berlín, el portavoz de Merkel, recordando que no estamos en la Guerra Fría, ha dicho que "espiar a amigos es inaceptable".

El tono conciliador y como casi siempre anodino lo ha aportado Lady Ashton, la Alta Representante para la Política Exterior de la UE. En el penúltimo párrafo de su comunicado se puede leer: "Las autoridades de EEUU nos han dicho que están comprobando la exactitud de las informaciones publicadas ayer y nos darán una respuesta lo antes posible". Tras su lectura, imagino que las autoridades norteamericanas deben estar abochornadas por lo ocurrido y preocupadas por las consecuencias...

Llevará tiempo recuperar la confianza perdida a ambos lados del Atlántico. Mientras esto sucede, sean o no líderes, jóvenes o veteranos, si quieren conspirar este verano sobre sus deseos o sobre la revolución social háganlo mejor a remojo, desnudos para evitar micrófonos, lejos de la orilla y entre dos gigantescas olas. Aunque ni siquiera así es posible que estén a salvo de los ojos y oídos del gran hermano norteamericano.

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