Un litro de aceite a 12 euros: claves de una crisis de precios que va para largo

Un litro de aceite a 12 euros: claves de una crisis de precios que va para largo

Productores y expertos señalan que el origen de la situación de los olivares se encuentra en la sequía. Mientras, el negacionismo apunta a conspiraciones sin sentido.

Una manifestante levanta un bote de aceite durante una manifestación de agricultores en Madrid en octubre de 2022.Anadolu Agency via Getty Images

El verano de 2023 será recordado como el verano loco de los precios del aceite. A más de un comprador le recorre un escalofrío estos días al acercarse al lineal del aceite de oliva en su supermercado, y si es virgen extra, puede que tenga hasta temblores. El litro de este producto, típicamente mediterráneo y del que España produce el 45% del mismo a nivel mundial, puede llegar a superar próximamente los 12 euros, algo nunca visto.

¿Cómo se ha llegado a esta situación? Conviene empezar por desmontar los bulos que algunas cuentas de redes sociales tratan de difundir y que afirman, por ejemplo, que la subida de los precios se debe a un supuesto complot. Según esas teorías, los partidarios de la Agenda 2030 estarían arrancando olivos, lo que se traduciría en una merma en la producción que impulsa los precios, en una mezcla desvergonzada de argumentos excéntricos con las dinámicas mercantiles de la oferta y la demanda.

Pero nada que ver. La superficie de cultivos de olivares en España ha crecido en 315.219 desde 2004 hasta 2022. Ha habido algunos años en los que ha retrocedido, pero la tendencia es clara, con el tiempo, en España ha habido cada vez más olivos. Los datos provisionales de 2022 apenas muestra una bajada del 0,08% con respecto al año anterior.

Por tanto: no, no se están arrancando olivares a diestro y siniestro. Las claves de la crisis de precios que vive el aceite de oliva pasa por otros lares.

El origen: la crisis climática

España lleva dos años inmersa en un déficit pluviométrico que ha asolado el campo de norte a sur y de este a oeste. O lo que es lo mismo, no llueve, la sequía no remite y los cultivos y la ganadería acusan la falta de agua como nunca. 

Cristóbal Cano es el presidente de la Unión de Pequeños Agricultores de Andalucía, y no duda en señalar a la culpable de la situación que viven los olivares y la producción de aceite de oliva en España: "La causa básica y fundamental es que es una consecuencia de la crisis climática que estamos padeciendo". Y añade: "Llevamos más de dos años con una sequía severa y un incremento de temperaturas que coinciden con fases del cultivo especialmente importantes, como es la floración".

El aceite de oliva ha aumentado su precio un 38,8% en un año

Las altas temperaturas de finales de abril y principios de mayo fueron el primer bofetón, que afectó a todo el campo y también a zonas productoras de olivas de Andalucía, donde se concentra la mayor parte de los olivos españoles. La traducción, apunta Cano, es que el año pasado la cosecha fue de 660.000 toneladas de aceite, cuando una temporada "normal" debería situar esa cifra entre 1,35 y 1,5 millones de toneladas. Esto supone que la última campaña ha sido en torno a un 50% menos productiva.

El presidente del sector de Aceite de Oliva de Cooperativas Agro-Alimentarias, Rafael Sánchez de la Puerta, apunta en la misma dirección: "El origen del problema solo y exclusivamente tiene una causa, y es la caída de la producción en consecuencia de la sequía".

José García Montalvo, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), y añade algunas apreciaciones. "Creo que también se está sufriendo el tema de la subida de las materias primas, fertilizantes y de la energía derivado de la guerra de Ucrania", sostiene García, que prosigue explicando que, sin embargo, esos factores no deberían notarse en los precios de las próximas cosechas, ya que las subidas se han mitigado casi por completo.

Además, también insiste en que el principal problema con respecto a la situación actual es "el cambio climático" que produce "sequías y floraciones a destiempo" que repercuten en el tamaño de la aceituna y por tanto en la productividad. Al mismo tiempo, el catedrático incide en que el hecho de que esta crisis no tiene una solución a corto plazo, ya que los efectos de la emergencia climática no van a revertirse de un día para el otro.

El aceite de oliva ha aumentado su precio, en lo que va de 2023, un 15,8%. Una cifra que si se toma a escala interanual se eleva hasta el 38,8% en relación al mes de julio del 2022. Esas tendencias alcistas se consolidan observando los datos y la tendencia de inflación mensual para el producto en lo que va de 2023.

¿Qué hacer?

Desde la UPA, Cano reclama a las administraciones "ayudas directas al olivar" que puedan salvaguardar a los olivares "en otros sectores agrícolas y ganaderos ante el incremento de costes". Además, también reclama que "se activen mecanismos de regulación de mercado" de manera "decisiva" ante una situación que es "mala para todos", ya que "estos precios no benefician a nadie". Esos mecanismos pasarían por un observatorio de márgenes comerciales para que "ninguna empresa de la distribución tenga la tentación de especular con situaciones de dificultad".

No sirve lo que se ha hecho hasta ahora
Rafael Sánchez de Puerta, presidente del sector del Aceite de Oliva de las Cooperativas Agro-alimentarias

La especulación es, precisamente, algo que ha estado presente en el mercado del aceite de oliva a lo largo de los años. En los momentos en que los precios eran más bajos, algunos distribuidores e incluso agricultores aprovechaban para comprarlo para después revenderlo cuando fuera más caro. 

Sin embargo, tanto la UPA, las Cooperativas Agro-Alimentarias y García Montalvo opinan que es una dinámica que no está operando en estos momentos, ya que para que se dé se necesita que haya un excedente de producto que ahora mismo no existe. La subida del precio obedece, por tanto, a que una escasez que obliga a aumentar los precios para que los agricultores puedan mantener el poco producto que han llegado a producir.

En cuanto a las soluciones, Sánchez indica que "no se puede estar pendiente siempre de si llueve o no llueve" y reclama medidas ambiciosas con "políticas innovadoras" en cuanto a la gestión de las aguas para poder dar más recursos a los campos. "Estamos en un nuevo escenario que requiere de unas políticas disruptivas. No sirve lo que se ha hecho hasta ahora. Me sorprende muchísimo que se demonice al que niega el cambio climático, que me parece muy bien y estoy de acuerdo, pero que nadie se plantee la cuestión de: 'ante este escenario, ¿qué tenemos que hacer?'".

Puntualiza, además, que se debería hablar de aumentar el número de desaladoras, del uso de aguas residuales depuradas, de aumentar las tomas de agua o que se abandonara la idea de "que hablar de trasvases sea un sacrilegio". Sánchez señala que es "una pena" que tras años de trabajo y de haber conseguido ampliar mercado a nivel internacional ahora no se pueda abastecer la demanda.

El mediterráneo se muda al norte de Europa

El desafío que supone la emergencia climática se hace cada vez más evidente. García señala que conforme las temperaturas y los episodios de sequía se vuelvan cada vez más frecuentes en España y en el resto de países mediterráneos, la producción de productos como el vino o el aceite se va a mover. "Es verdad que podríamos decir que el turismo, si tienes más calor durante todo el año, mejor porque se rompe la estacionalidad. Tienes menos turistas en verano pero puedes tener turistas también en invierno. Pero en el olivo esto no funciona así, no puedes desestacionalizarlo", comenta el catedrático de la UPF.

Al mismo tiempo, prosigue García, la deriva climática podría llegar a afectar hasta al típico turismo de playa tan tradicional en España, como han demostrado algunos de los resultados de informes publicados por el diario El País, que augura caídas en la llegada de turistas por encima del 8% para algunos destinos como la Comunidad Valenciana si no frenarse la escalada de las temperaturas medias. El experto de la UPF apunta a que en el futuro podríamos ver vinos y aceites de oliva de gran calidad producidos más allá de los Pirineos debido al aumento de las temperaturas.

El aceite no hace más que subir de precio, la cosecha 2023-2024 no apunta a que vaya a ser mucho mejor que la anterior. De hecho, Cano afirma que la próxima se bate entre ser "mala o muy mala". Si la crisis climática no se soluciona, un escenario que no parece ni mucho menos inminente, ni se toman medidas para paliar sus efectos, Sánchez de la Puerta sentencia: "Habrá que avisar a los consumidores de que van a tener que pagar por los alimentos lo que no se pagaba desde la Segunda Guerra Mundial".