Paco Tomás: “Los padres de los 70 crecieron educados para odiar a sus hijos LGTBI”

Paco Tomás: “Los padres de los 70 crecieron educados para odiar a sus hijos LGTBI”

Entrevista al presentador de 'Wisteria Lane' y autor de 'Coto privado de infancia': “El responsable de la homofobia es el patriarcado, pero ¿quién le pide cuentas?”.

Paco TomásJESÚS UGALDE

A Paco Tomás (Palma de Mallorca, 1967) le costó años de terapia poder hablar abiertamente del acoso escolar que sufrió durante ocho años, en los que tuvo que agachar la cabeza ante las burlas y los insultos de sus compañeros –entre otros– que le gritaban “maricón” sin descanso, cuando él todavía no sabía ni qué era eso ni qué tenía que ver con él, pero sí había comprendido desde el principio que era algo malo. 

Desde 2010 Tomás dirige y presenta Wisteria Lane, un programa sobre cultura y activismo LGTBI+ en Radio 5, hace unos días recibió un premio Arcoíris del Ministerio de Igualdad y acaba de publicar su segunda novela, Coto privado de infancia (Planeta). El protagonista de esta historia, Tomás Yagüe, es un hombre gay de 52 años que vuelve a la casa familiar por Navidad y en ese viaje revive el dolor de su infancia como víctima de bullying, algo que, por otro lado, siempre le acompaña. Huelga decir que el personaje de Tomás Yagüe tiene de su autor Paco Tomás mucho más que el nombre. 

¿Qué te llevó a escribir esta novela, que se promociona como algo más que una ficción?

Esta novela ha estado desde hace muchos años en mi cabeza, pero no me atreví a escribirla porque no tenía final. Hasta que la vida no me regaló un final, no me vi capaz de afrontar esta historia. Cuando eso sucedió, dije: quizás ahora es el momento. Y me puse a escribir. 

Al final, todos los escritores hablan de sí mismos, de las cosas que les pasan. Así que, ¿hablo de mí? Por supuesto. De hecho, podría haber contado esta historia como si fuera un fragmento de unas memorias, pero no me sentía cómodo haciéndolo así. 

Manejé la posibilidad de trabajar la autoficción, pero para ser autoficción, el protagonista se tenía que llamar Paco Tomás, y la madre se tenía que llamar como mi madre y los agresores como los agresores, y me costaba mucho contarlo desde ahí. Necesité crear una ficción. Me inventé a Tomás Yagüe, me inventé todo un contexto para poder canalizar todo aquello que, de otra manera, me costaba muchísimo.   

Posiblemente mis agresores ni siquiera se acuerden de lo que hicieron

Esos agresores que citas, a los que les cambiaste el nombre en la novela, ¿te han pedido perdón en algún momento? 

No, nunca. Pero tampoco los he buscado, y tampoco creo que me ayudase especialmente su perdón. En la novela también trabajo esto: ¿qué pasa con el perdón? ¿El perdón es suficiente? Juego mucho con esa idea. Y nunca lo han hecho, pero es que posiblemente ni siquiera se acuerden de lo que hicieron. Estaba tan interiorizada esa manera de agredir y humillar al que era diferente, que estoy convencido de que a día de hoy ni siquiera se reconocerían en esos personajes que retrato en la novela.

Por ejemplo, a través de las redes sociales, me están llegando muchísimos mensajes de gente que se identifica con Tomás Yagüe, el protagonista, que sufrió acoso en el colegio, que se sintió de la misma manera que el protagonista… Pero nadie me escribe diciéndome: ‘Hostia, me he sentido identificado con el agresor, yo hacía eso cuando era pequeño y me arrepiento muchísimo’. Nadie me ha escrito contándome esa experiencia, y estoy convencido de que los hay. Del mismo modo que nadie me ha escrito diciendo: ‘Hostia, yo era de los que veía la agresión y no hacía nada’. Y esto somos la inmensa mayoría, los que cuando vemos una agresión o una injusticia, miramos para otro lado, no vaya a ser que nos salpique a nosotros o nos perjudique. Yo también he mirado para otro lado en otras circunstancias de mi vida, y estoy convencido de que esa mayoría que se reconoce ahí tampoco lo verbaliza. Deberían salir del armario. 

Hay un responsable de que haya construido mi vida desde el miedo, el silencio y la falta de autoestima: es el patriarcado, pero ¿quién le pide responsabilidad al patriarcado?

Por muy interiorizada y estructural que sea esa violencia, ¿hasta qué punto se puede o se debe eximir a los agresores de su responsabilidad?

Eso es algo que Tomás Yagüe se cuestiona desde la adultez: quién es el responsable de los años que me han robado, del daño que me han hecho, de esta manera en la que he construido mi vida, desde el miedo, el silencio, la falta de autoestima. ¿Quién es el responsable de esto? Fueron años en los que no había aliados. El agresor podía hacer contigo lo que quisiera impunemente, porque los profesores no hacían nada y la familia no era un lugar seguro. Esos padres y madres de los años 70 habían crecido educados para odiar a sus hijos LGTBI. Les habían dicho que eso era malo, que eso era peligroso, que eso era enfermizo y que lo podían reprimir con castigos, con golpes, con terapias de conversión, con disciplina. 

Quitando algunos casos de familias que acogían a esos niños y a esas niñas, normalmente no era así. No significaba que no te quisieran, sino que creían que tenían un hijo enfermo o peligroso, o un hijo del que debían avergonzarse. O bien trabajaban desde el silencio, que era el caso de mi familia, o desde la agresión. Hay chavales y chavalas a los que les han echado de casa por esto. Hay un responsable de esto, y es el patriarcado, pero ¿quién le pide responsabilidad al patriarcado? Es un sistema de organización social que lleva milenios.     

Me crié en una época en la que no había aliados. El agresor podía hacer contigo lo que quisiera impunemente, los profesores no hacían nada y la familia no era un lugar seguro

¿Cómo está ahora la situación, cómo mira y trata ahora la sociedad al colectivo LGTBI?

No estamos en un buen momento. La LGTBIfobia va a existir siempre. Mientras haya seres humanos, habrá algunos a los que no les gustamos, que nos consideran indignos y creen que no merecemos ni libertades ni derechos; esos van a existir siempre. El problema es cuál es el modelo de sociedad que queremos, el modelo de sociedad por el que abogamos y las políticas que hacemos como país. Si queremos ser un país más digno, o un país más indigno. 

Ahora mismo estamos en un momento en el que hay un discurso político que está trabajando precisamente en esa línea, en destruir todo lo conseguido, en que volvamos a abrir debates ya superados, como el del aborto. La verdadera pandemia mortal es esa ideología, cuando nos encontramos con una derecha supuestamente democrática, europeísta, supuestamente de centro que se acerca a esa ideología tan peligrosa para no perder poder y, sabiendo que el PP es la nave nodriza de Vox, se acerca y alimenta un modelo de sociedad profundamente opresor con los más vulnerables. Ya no hay un comando terrorista al que culpar de las cosas, así que deciden culpar al feminismo, a los migrantes y al colectivo LGTB de todo lo malo que le pasa a la sociedad. Esa ideología, esa forma de actuar y de hacer política es absolutamente miserable. 

Mientras haya seres humanos, habrá LGTBIfobia. El problema es qué modelo de sociedad buscamos, qué políticas hacemos como país

Es duro aceptar que siempre va a haber personas homófobas, machistas y racistas.

Yo asumo que eso no va a cambiar; pero también asumo que lo que sí podemos conseguir es que haya leyes y haya un sistema de convivencia que al homófobo, o al machista o al racista solamente le deje un espacio que es esa libertad de expresión suya que puede soltar libremente en la barra del bar o en la cena de Nochebuena. 

Hemos llegado a un momento en el que parece que tenemos que aceptar que las cosas malas forman parte de tu libertad de expresión, de tu libertad de pensamiento, pero hay cosas que son malas por naturaleza, y parece que no podemos decirlo. ¿Usted es racista? Muy bien, señor, usted es racista, pero eso es malo por naturaleza. Ser homófobo, ser tránsfobo, ser machista, ser xenófobo, ser capacitista es malo por naturaleza. ¿Por qué tenemos que aplaudirle? ¿Por qué tenemos que negociar? 

  Paco TomásJESÚS UGALDE

Todo esto enlaza con aquello de la equidistancia, de ‘ningún extremo es bueno’ o ‘todas las opiniones son respetables’. 

Ese pensamiento es falso. El único extremo que ha padecido este país y que tiene muertos en las cunetas aún sin solucionar es el de la extrema derecha. En este país nunca ha gobernado Stalin, nunca ha gobernado Fidel Castro. En este país ha gobernado Franco, y de algún modo sigue vivo. Esa Transición democrática que nos hicieron creer que era ejemplar realmente en una transición en la que los malos no pagaron el precio por 40 años de dolor y de represión. 

Hay gente que quiere ver en Unidas Podemos el extremo de Vox, y eso es de una ignorancia atroz. En ningún programa de ninguna fuerza de izquierdas verás que se vaya en contra de los derechos humanos; en el programa de la extrema derecha sí.

En ningún programa de ninguna fuerza de izquierdas se va en contra de los derechos humanos; en el programa de la extrema derecha sí

En el punto de mira de esa extrema derecha está habitualmente la Educación: el pin parental, el ataque a la educación sexual…

Su estrategia es esa. Ellos nunca te van a hablar de política internacional, de I+D, no, no, eso no les importa. Ellos buscan votos desde la pasión, no desde la razón. Buscan temas que generen pasiones y controversia, y si no la hay, ya crean ellos esa controversia con mentiras. ¿Por qué a la extrema derecha le interesan tanto determinados puestos de poder? La extrema derecha no pide carteras de Agricultura cuando tiene la posibilidad de acceder a un Gobierno; si puede, pide Educación. Ellos son los herederos de una manera de hacer política basada en el adoctrinamiento; ellos son los nietos de quienes adoctrinaron a este país durante 40 años. Nadie sabe más de adoctrinamiento que ellos. Quieren controlar la educación para crear una sociedad homófoba, racista, machista y xenófoba, porque esa es la sociedad donde ellos, desde su privilegio, todavía pueden hacernos más daño y convertirnos en más vulnerables. 

Y luego, ignoran por completo la realidad de nuestras comunidades. Se atreven a dar lecciones o a legislar sin saber de estas personas. Se puede hacer mucho daño a un niño si se desconoce su realidad. Ellos pretenden proteger todo un sistema de adoctrinamiento sin pensar en todo el daño que le pueden hacer a sus hijos.

La extrema derecha quiere controlar la educación para crear una sociedad homófoba, racista, machista y xenófoba, para hacernos más vulnerables

Tras los últimos choques entre el Ayuntamiento de Madrid y el colectivo LGTBI a cuenta del Orgullo, criticaste la postura de un concejal del PP que argumentaba que “el Orgullo es de todos”. Sostienes que “el Orgullo es de todos los que hemos conseguido sobrevivir, y aquí estamos para celebrar que estamos vivos y reivindicar lo mucho que queda por hacer, y la memoria de los que se dejaron la piel”. 

Lo que dice el concejal vuelve a ser fruto de la ignorancia; ignora la realidad de esas comunidades, nunca le ha interesado, entonces ahora coge y se cree que el Orgullo es la verbena de la Paloma. Eso es insultante. Este Orgullo nace de una revuelta política, porque había unas políticas estructurales para hacernos la vida imposible. Cuando tú dices que el Orgullo es de todos, estás intentando desactivarlo, y no. El Orgullo es un movimiento de liberación contra la opresión de un patriarcado cruel que lleva siglos haciéndole la vida imposible a las personas LGTB. 

El Orgullo es nuestro, y lo celebramos con todo el mundo. Claro que tenemos aliados: tenemos familiares, tenemos amigos heterosexuales, que lo celebran con nosotros, pero nunca, jamás, se han apropiado de él. Saben que vienen a acompañarnos, y son felices por nuestra libertad, pero nunca han dicho que el Orgullo es suyo, del mismo modo que a mí, siendo un hombre feminista, no se me ocurriría decir que el 8-M es mi celebración. Yo estoy detrás, apoyando esa reivindicación y celebrando, pero sabiendo que esa no es mi fiesta.     

Cuando dicen que el Orgullo es de todos, están intentando desactivarlo. El Orgullo es un movimiento de liberación civil, no una charanga

Decir que el Orgullo no debería ser político ya me parece equivocado de base. 

Es de una ignorancia tremenda. El Orgullo es un movimiento de liberación civil, no es una charanga de un pueblo; todas las personas que forman parte de ese movimiento son sujetos políticos, con unas reivindicaciones políticas, porque precisamente es la política quien nos hace la vida imposible. Si quieren, podemos decir que no es una cuestión ideológica, pero sí es una cuestión de actos políticos. Y cuando tú representas a un partido que dedica gran parte de su política a boicotear cualquier ley que tiene que ver con nuestros derechos y nuestras libertades, ¿cómo te atreves a decir que hay que despolitizar? Tú eres el primero que fue al Tribunal Constitucional a impedir que tuviéramos unos derechos y unas libertades. 

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es