El año de las elecciones europeas: no pases, lo que está en juego es la democracia

El año de las elecciones europeas: no pases, lo que está en juego es la democracia 

El auge de la extrema derecha sobrevuela la cita con las urnas de junio, en la que se augura un Europarlamento más atomizado y menos proeuropeo. La recesión económica, el cambio climático o la inmigración serán temas clave en la campaña.

Vista del plenario del Parlamento Europeo en Estrasburgo, en una imagen de 2014, durante un discurso del Papa Francisco.Patrick Seeger / AP

2024 será un año plagado de elecciones, con más de 70 en todo el mundo. En España ya pasamos en el viejo 2023 por las generales, pero el próximo junio habrá que preparar de nuevo urnas, sobres y papeletas, porque tocan comicios europeos. Es forzoso desterrar la idea de que se trata de una cita menor, un trámite ajeno, algo que apenas nos roza. No, nos toca de lleno, dentro, porque, cada vez, más lo que se decida en las instituciones europeas condiciona nuestro día a día. 

Esta vez, las elecciones tendrán lugar entre el 6 y el 9 de junio (en nuestro país, este último día), en los 27 países miembros de la Unión Europea, días en los que se elegirán a sus representantes en el Parlamento Europeo, la única institución del bloque elegida democráticamente. De la voluntad popular saldrán 720 diputados que representarán a 450 millones de europeos para los próximos cinco años, que es lo que duran las legislaturas comunitarias. La recesión económica, el descontento en las zonas rurales, el cambio climático y la inmigración serán temas determinantes de la campaña.

La convocatoria, pese a ser gigantesca por el número de votantes, se ha visto afectadas por la escasa participación reciente y el desinterés de los electores, que consideran que la Unión demasiado lejana y elitista. En España, en la última convocatoria votaron el 60,70 % de los ciudadanos, un alza de casi el 17%, pero es que hablamos de uno de los países más europeístas del club. Las previsiones, según el Eurobarómetro, son de que un 64% acuda esta vez

El momento necesita compromiso y participación. El futuro de la Unión, de todos, se decide en un contexto marcado por dos guerras, la de Ucrania y la de Gaza, que rondan su vecindario. Por si no hubiera suficientes tensiones, la principal incógnita será ver si los partidos de extrema derecha, populistas y/o antisistema salen reforzados de la cita, como se barrunta. Los recientes éxitos electorales en Holanda, Italia, Finlandia y Suecia siembran dudas sobre el futuro de la UE, porque han ascendido al poder partidos que son marcadamente euroescépticos. Que usen las instituciones europeas para reventarlas desde dentro es más que posible. 

Los últimos sondeos sostienen que el Partido Popular Europeo (PPE), los conservadores clásicos, lideran la intención de voto, con unos 171 europarlamentarios, seguidos de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D), con 142. El grupo de extrema derecha Identidad y Democracia lograría una cifra récord de 87 u 89 escaños en el hemiciclo, lo que significa que podría competir con los liberales para convertirse en el tercer partido del Parlamento; a estos últimos ahora mismo se les asignan 83. Esto podría situar a la extrema derecha con un rol clave entre los dos principales grupos, conservadores y socialistas que, aunque ideológicamente opuestos, cooperan para garantizar el funcionamiento de las instituciones de la UE en una gran coalición.

El arco parlamentario se completaría con el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, con 78 asientos, más los 44 del Grupo de Los Verdes/Alianza Libre Europea, los 43 de nuevos partidos nos adscritos y los 30, finalmente, del Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica. 

Identidad y Democracia (ID) es el hogar de partidos de extrema derecha como el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen o Alternativa para Alemania (AfD), mientras que los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) están presididos por la primera ministra italiana Giorgia Meloni y cuenta entre sus filas con el español Vox.

"Si los comicios de 2019 determinaron el fin de la gran coalición que, desde los orígenes del Parlamento Europeo, había garantizado a socialdemócratas y democristianos una mayoría de escaños en el pleno de Estrasburgo, ahora el gran interrogante está en saber dónde quedarán los límites de la derechización de la UE", explica el Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB) en su análisis de claves para el nuevo año. 

Teniendo en cuenta que el PPE, al que pertenece el Partido Popular español, seguiría como la principal familia política de la Unión, unos de los interrogantes de este 2024 es saber si estaría dispuesto a buscar una posible mayoría con la derecha radical.

"Las nuevas mayorías en la UE serán cruciales para decidir el futuro de los compromisos climáticos, la continuidad de la ayuda a Ucrania y las urgentes reformas institucionales que deben facilitar la entrada de futuros miembros. La ampliación tiene que pasar de ser una promesa a una realidad, pero la UE está cada vez menos preparada para llevarla a cabo", destaca el tanque de pensamiento barcelonés. "El intenso ciclo electoral de 2024 será decisivo para saber si se consolida la contestación, la fragmentación y el auge del extremismo político que han transformado las democracias a nivel global, o bien si el sistema resiste", añade. 

Con estos mimbres, el analista y diplomático Leo von Breithen Thurn describe en Geopolitical Monitor, un medio especializado en política exterior, las posibles alianzas de poder que pueden cuajar. El primero es "la Europa de derecha", una coalición mayoritaria únicamente de derecha que excluye a los socialistas pero incluye a los liberales, en este caso el PPE, el ECR, la ultraderecha y los liberales. Es poco probable, "especialmente debido a las dificultades y diferencias en posiciones que van desde la integración europea, la inmigración y el respeto del Estado de derecho hasta la guerra en Ucrania".

La segunda es la que llama "Europa conservadora", una coalición de centro derecha formada por el PPE, los socialistas y los liberales. También podría incluir a otros grupos políticos conservadores y de derecha en el Parlamento, como ECR.

"La Europa Verde y de Centro-Derecha" es la tercera opción: además del PPE, los socialistas y los liberales, esta coalición incorporaría a los Verdes, "solidificando su posición como la mayor mayoría de votantes en el Parlamento Europeo". "La formación de tal coalición no es muy esperada y sería intrínsecamente delicada. Los posibles obstáculos para su establecimiento podrían surgir de los partidos de centro derecha, en particular aquellos que critican el Pacto Verde durante las campañas electorales", detalla.

Al fin, está la "Nueva Vieja Europa", la actual suma del PPE, socialistas y liberales, que "es muy probable". "Esto implica que la agenda de la Comisión continuará como antes, incorporando algunos planes nuevos y nuevos comisarios. Sin embargo, a partir de mediados de 2024 su mayoría en el Parlamento Europeo será menos fuerte, lo que les obligará a buscar activamente el apoyo de otros partidos para obtener votos", concluye.

Además de las elecciones al Parlamento Europeo, hasta 12 estados miembros también tienen comicios en 2024 y eso puede influir también, sin duda, en el devenir de Europa. Las elecciones generales en Bélgica, Portugal o Austria serán un buen termómetro para medir la fuerza de la extrema derecha, que aspira a salir reforzada de las elecciones a la Eurocámara. En el 23, las urnas europeas dieron una de cal y otra de arena, con la victoria de la oposición polaca, por un lado, y los buenos resultados del islamófobo Geert Wilders en los Países Bajos, por el otro. Las mujeres y los jóvenes serán decisivos en el rumbo final del continente. 

Lo que está en juego

Europa viene de pasar una de las legislaturas más duras de su historia. Apenas tres meses después de que Ursula Von der Leyen se convirtiera en presidenta de la Comisión y Charles Michel en presidente del Consejo, el mundo se topó con las primeras pistas de la pandemia de coronavirus, algo inédito en décadas. Los Veintisiete supieron trabaja codo con codo, coordinar sus protocolos de seguridad, apostar por la compra y reparto conjunto de vacunas y, más tarde, pactar un fondo común para salir de la crisis generada por el covid-19. 

Un ejemplo de lo que debe ser la UE, una verdadera unión que volvió a demostrarse desde febrero de 2022, cuando Rusia invadió Ucrania. Nunca antes se habían entregado armas a otro aliado, ni se había hecho un desembolso de ayuda como el presente para Kiev. Porque, como dice la presidenta alemana, "Kiev es el corazón de Europa", hasta el punto de estar buscando su adhesión aún con un 20% de su territorio ocupado. 

"Son acontecimientos imprevistos y de un calado tan profundo que han obligado a la UE a establecer un nuevo orden, un proceso de adaptación en el que se ha robustecido la política de seguridad y defensa, el concepto de autonomía estratégica en lo militar y en lo energético y la ruptura con la dependencia de Rusia. Se han hecho apuestas propias, con legislaciones potentes en materia de Inteligencia Artificial, transición verde y digital o dependencia de materias críticas, y se ha ganado peso en lo geopolítico, en busca de una voz propia. Todo eso, en el nuevo mandato, tiene que consolidarse, pero con la atomización parlamentaria y, sobre todo, con la subida de la ultraderecha, hay que esta vigilantes", sostiene el europeísta belga Matthias Poelmans.

Se espera, añade, que se pueda ampliar la política exterior y las acciones de influencia mundial, la aplicación de las reglas fiscales recién reformadas, en un contexto de "desafío económico" que no ha desaparecido, tras la peor inflación vista en 40 años, en el que es "urgente mejorar la competitividad". Vendrán cinco años "esenciales" para la ampliación de la UE al este -especialmente trascendente es la entrada de Ucrania-, para las relaciones con China, África o América Latina -y con el norte, que es también año electoral en EEUU-, y con la aplicación de las nuevas regulaciones de IA. 

Asume el experto que parte de estos consensos y nuevas políticas situadas inesperadamente arriba de la agenda han sido fruto de "las urgencias, de los imprevistos", pero "eso no quiere decir que sean coyunturales". "Hay que definir bien el rumbo para que no se tuerza por intereses partidistas. Es complicado, como se ha visto en la reciente negociación del Pacto de Migración y Asilo [aprobado este diciembre]. Ya se han producido disrupciones en el consenso con Polonia o Hungría. Más iliberales, más ultraderechistas, menos proeuropeos... Hay que ver si hay cambio de juego. Está en juego la democracia, más que el sistema", concluye. 

Recuerda, además, que para la nueva legislatura será insoslayable, igualmente, la reforma interna de la Unión. Ya se ha empezado el proceso de reinicio, de revisión de los Tratados fundacionales que han quedado obsoletos, por ejemplo, al exigir unanimidad en decisiones de política exterior, lo que ha resultado ser un importante escollo en conflictos como el de Ucrania. 

Cuestión de poder 

Las elecciones determinarán las políticas, las apuestas y, también, los nombres, con sus tendencias. Porque las mayorías que surjan decidirán los principales cargos en las instituciones: el Parlamento Europeo, el Consejo y la Comisión. 

Empezando por esta última, lo que se dice en Bruselas es que la germana Von der Leyen, del PPE, tiene muchas posibilidades de mantener el cargo. "Sigue siendo la opción más fácil para los jefes de Estado y de Gobierno de la UE", resume Von Breithen Thurn. Los conservadores tienen complicado hacerse con el Consejo, históricamente, así que puede ser, de nuevo, una por otra.

Ursula von der Leyen y Pedro Sánchez, el pasado 6 de octubre en la cumbre informal de Granada.Manu Fernandez / AP

Hay una "fuerte predisposición", explica, a que un presidente "posea una importante experiencia ministerial, una cualidad que potencialmente falta en los Spitzenkandidat del PPE del Parlamento Europeo, como Roberta Metsola o Manfred Weber", el líder del grupo. "Sin embargo, cualquier grupo del Parlamento Europeo que consiga la mayoría de escaños tendrá cierto peso moral a la hora de hacer valer la presidencia de la Comisión para un candidato de su grupo", añade. Todo eso hace que "las perspectivas de Ursula von der Leyen de conseguir un segundo mandato parezcan favorables". 

Pese a ello, no tiene el cargo garantizado: porque aunque la apoya su paisano Olaf Scholz no lo tiene tan claro el francés Emmanuel Macron (y sin ese eje, por peso y población, nada); porque el propio Weber ha chocado con ella y prefiere una alternativa; porque hay colegas de la derecha que la han visto inclinada de más a la izquierda (sobre todo en el Pacto Verde)... Si no fuera ella, el único nombre que podría acercarse a sus apoyos actuales es el del exprimer ministro de Italia, Mario Draghi

Para proceder a todas las elecciones de altos cargos hay que seguir un protocolo y respetar varios criterios. El más obvio es el reparto de fuerzas que dejen los comicios en el Europarlamento. A eso se añade la necesidad de que haya un equilibrio geográfico, para que ninguno de los 27 socios se quede descolgado. Y luego viene lo más peliagudo: el peso de las familias políticas en el Consejo, donde se dan cita los jefes de Gobierno de los aliados. Cuantos más países gobierne la derecha, más peso tendrá para decidir. Y uno más: para presidir la Comisión se añade la condición de que el nombre del elegido ha de contar con el respaldo de 15 de los 27 estados (mayoría cualificada se llama) pero que representen al menos al 65% de la población europea. Si un país de mucho tamaño, como España, se planta ante un nombre, no sale adelante.

Charles Michel, el 7 de diciembre pasado en Pekín, tras verse con el presidente chino Xi Jinping .Andy Wong / AP

El Consejo, claro, depende de esto también. Es la institución crucial para dar forma a la agenda del próximo ciclo político, responsable de seleccionar al próximo presidente de la Comisión y otros puestos clave, y los comisionados electos influyen significativamente en la agenda. Además, las negociaciones políticas y los intercambios políticos son parte integral del proceso de nombramiento de todos ellos. Si bien el Parlamento Europeo ejerce una influencia considerable y desafía el papel del Consejo, su papel no deja de ser menor. 

Para 2024, se prevé que el Consejo muestre una mayor fragmentación en comparación con 2019. Ninguno de los cinco principales estados miembros de la UE estará gobernado por el PPE. Se espera que los jefes de Estado y de Gobierno estén dispersos en varias afiliaciones, incluido el PPE, el más conservador ECR, el centrista Renew, el centroizquierda S&D y, en particular, el líder nacionalista no alineado de Hungría, Viktor Orban, suspendido del PPE por sus sistemáticas violaciones del estado de derecho

Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo, durante un pleno.dpa/picture alliance via Getty I

Como se ha apuntado, las predicciones prevén que el Parlamento Europeo se moverá hacia la derecha después de las elecciones, pero este cambio no necesariamente conducirá a una mayoría estable. Sin embargo, si bien este giro hacia la derecha es evidente, puede que no se traduzca en una mayoría gobernante exclusivamente de centroderecha a derecha. El grupo Renew se opone firmemente a formar una coalición con el centroderecha y la extrema derecha y expresa su preferencia por que persista la coalición actual que abarca el centro-izquierda y el centro-derecha. Por otro lado, incluso con una coalición que une al centro derecha y al centro izquierda, es probable que el giro hacia la derecha tenga un impacto. Ya lo está teniendo en los debates y las agendas.

Es la pregunta que todo lo sobrevuela, porque de ella depende todo: qué papel, qué poder, qué voz tendrán ahora los que no quieren a Europa pero ansían dominarla.