Qué cambia en Irlanda del Norte con el acuerdo "histórico" entre la UE y Gran Bretaña

Qué cambia en Irlanda del Norte con el acuerdo "histórico" entre la UE y Gran Bretaña

El pacto llega dos años después de la salida efectiva de Londres del club comunitario y ofrece una solución a las discrepancias que mostraban los unionistas de Belfast.

La presidenta de la Comisión, Úrsula Von der Leyen, y el primer ministro británico, Rishi Sunak, durante la rueda de prensa donde han dado a conocer los detalles del acuerdo.Dan Kitwood

Se ha hecho de rogar, pero por fin hay luz verde entre Bruselas y Londres para dar carpetazo al conflicto aduanero que traía de cabeza a irlandeses, norirlandeses, británicos y europeos por igual. Dos años después de que el Brexit fuera efectivo, aún quedaba por solucionar el problema de las fronteras comerciales.

El principal escollo radicaba en la necesidad de que no se instaurara una frontera dura entre las dos irlandas, uno de los puntos primordiales del Acuerdo del Viernes Santo, que puso fin a décadas de violencia terrorista entre ambos territorios. La resolución provisional dictaminó que Irlanda del Norte quedaría dentro del Espacio Común Europeo, por lo que las aduanas (y por tanto las fronteras efectivas) se trasladarían al mar de Irlanda, separa la isla británica de su vecina.

El nuevo pacto, bautizado como Acuerdo de Windsor, por haberse firmado en ese Palacio, ha sido calificado como "histórico" tanto por Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, como por Rishi Sunak, primer ministro británico.

¿Dónde estará ahora la frontera y a quién controlará?

En la teoría, la situación cambia relativamente poco, aunque en la práctica es un mundo entero. Antes, las mercancías que llegaban a los puertos de Irlanda del Norte desde Reino Unido debía pasar una serie de controles aduaneros muy exhaustivos, aunque las mercancías tuvieran su destino final en Irlanda del Norte.

Esto se debía a que Belfast seguía dentro del espacio comercial europeo, y por tanto las mercancías que llegaban de Reino Unido debían pasar controles como si llegaran desde cualquier otro país extracomunitario, a pesar de que Irlanda del Norte no es parte de la UE al 100%, solo comercialmente.

Con el nuevo acuerdo, las mercancías que llegan desde Reino Unido con destino a Irlanda del Norte tendrán habilitados los conocidos como "carriles verdes", a través de los cuales las mercancías podrán pasar con los controles mínimos. Las mercancías con destino a Irlanda tendrán que seguir pasando los mismos controles aduaneros que hasta ahora, más duros.

Las mercancías que lleguen desde fuera del Reino Unido a Irlanda seguirán adscritas a la normativa comunitaria, por lo que los controles serán más laxos, ya tengan como destino final la República de Irlanda o las provincias norteñas.

Un quebradero de cabeza en lo económico y lo político

La alegría manifiesta del premier y de la presidenta de la Comisión tiene su razón de ser. Más allá de las fronteras, este asunto ha provocado un terremoto en lo político y lo económico.

En la práctica, obligó a muchas empresas y cadenas de distribución de Escocia, Gales e Inglaterra a adaptar sus productos para poder pasar los controles burocráticos y fitosanitarios con el fin último de que llegaran, en muchos casos, a no salir ni siquiera de las fronteras de Gran Bretaña.

Como era de esperar, esto no tardó en contagiarse a la política. Los norirlandeses no tardaron en sentirse discriminados en el trato que Londres les había dado en las negociaciones con Bruselas. Los unionistas, las fuerzas políticas que defienden que Irlanda del Norte siga siendo un territorio separado de la República de Irlanda, entendieron el resultado como una traición. 

De hecho, las calles llegaron a incendiarse a unos niveles que no se habían visto en décadas, una ola de violencia que el principal partido unionista, el DUP, condenó, aunque no hico nada por calmar los ánimos. Sus dirigentes, de hecho exigieron la retirada inmediata del protocolo, e hicieron efectiva su amenaza de bloquear las instituciones norirlandesas, que a raíz del Acuerdo del Viernes Santo precisa que exista un "principio de consentimiento" entre católicos y protestantes en lo político para que la renovación del poder ejecutivo sea efectiva. Una cuestión que a día de hoy, siguen bloqueando.

Los representantes del DUP han pedido unos días para poder analizar a fondo el nuevo pacto con el fin de decidir si es suficiente como para que las irlandas recuperen la normalidad.