Rozalén, sobre Gaza: "No sé cómo nos estamos acostumbrando a ver ciertas imágenes"

Rozalén, sobre Gaza: "No sé cómo nos estamos acostumbrando a ver ciertas imágenes" 

La cantante ha lanzado este 26 de abril su sexto álbum, 'El abrazo'.

Rozalén en una imagen promocional.Cortesía de Sony Music

"Me importa mucho lo que penséis". Ese es el mensaje que lleva repitiendo Rozalén en la promoción y los días previos al lanzamiento del que es ya su sexto LP, El abrazo. Un disco cargado de emociones que van desde el duelo por la pérdida de su padre a la nostalgia a la infancia y esos lugares ya perdidos, los mayores que se han marchado, el amor y el desamor. Todo ello sin faltar a su crítica social y un "disparo", como ella misma lo califica, a los haters de redes sociales.

La cantautora que cuenta con 12 años de trayectoria a sus espaldas admite que por primera vez con este trabajo se ha enfrentado al temido "folio en blanco" y a unas inseguridades que, tal y como cuenta a El HuffPost, cada día son mayores. "Me siento autopresionada, no que me presionen los demás, yo soy la que más caña me meto", admite. 

Pese al "síndrome de la impostora" y ese "miedo a que se olviden" de ella en este año y medio que ha estado fuera de los escenarios, Rozalén sigue sin callarse ante las injusticias, ya sea en sus canciones o en sus declaraciones y el conflicto en Gaza es uno de los temas que más le afectan incluso en su día a día. 

"La fotografía que ha ganado el World Press Photo, que encima no hay sangre ahí, pero es un niño dentro de una sábana y una mujer abrazándolo, cuando vi esa imagen fue el punto de 'vuelvo a la psicóloga', no entiendo este mundo. Me afecta, me quedo como en bucle, me siento hasta mal por seguir la vida normal", confiesa.

Después de El árbol y el bosque en 2020 —con el impasse del folclore de Matriz— llega El abrazo. ¿Tiene algo que ver con esa falta de contacto físico que tuvimos durante esos años?

Cuando piensas en abrazos es verdad que después de lo que vivimos en la pandemia, cuando nos quitaron eso, hemos sido conscientes de lo que ha provocado psicológicamente esa muestra de afecto por excelencia. Este disco tiene que ver con la etapa de vida que me toca vivir, amores, desamores y el empezar a decir adiós a tus mayores. Solo me queda mi madre ya. Me estoy haciendo cada vez más amorosa y agradezco cada vez más cada abrazo, cada beso, cada despertar y cada charla.

Hay varias canciones de tu disco en las que recalcas ese amor por los mayores, por los que “te han dado la vida”, ¿está olvidado el cantarles a nuestros mayores? ¿Se le canta más al amor y al desamor que a la familia?

Bueno, no será mi caso (risas) que le canto a mi familia y le he dedicado hasta un disco a mi madre. A mí es que me han educado siempre en ese respeto a mis mayores, por ejemplo, vi morir a mi abuela, etc. Todo giraba en torno a ella, la gran sabiduría de la gente mayor. Me he criado en un pueblo, en el que la población es mayoritariamente mayor. Entonces, los tengo como muy presentes, para mí es el respeto máximo, son los que de verdad tienen desventajas. Han pasado por épocas muy complejas. Para mí son muy importantes los mayores.

Hablas de que "solo te queda tu madre", ¿cómo fue cantar por Luz Casal en Albacete con tu ella, ese Piensa en mí?

Esa canción... Yo con mi madre la canto muchísimo. Para mí cantar con mi madre es lo más natural, claro. Es lo que pasa cuando estamos juntas en casa, es precisamente volver a ese entonces al que es imposible volver. Es lo más parecido a volver a ser una niña. Me encanta y ojalá cante mucho tiempo con mi madre.

Rozalén en una imagen promocional de 'El abrazo'.Cortesía de Sony Music

Contaste que para componer el tema Todo lo que amaste, dedicada a tu padre, te impregnaste de todo lo que te recordaba a él: encendiste velas, te pusiste su ropa... ¿Cómo ha sido todo ese proceso catártico?

La que grabé de Entonces, que es la más nostálgica, empecé a escribirla hace muchísimo tiempo. El resto, en estos cuatro años, desde 2020, he estado escribiendo de manera muy orgánica, porque para mí se me nota que es mi manera de expresarme y de aliviarme. Parece que si no escribo o no canto lo que me pasa, no paso página. Digo “ah, vale, canción hecha, ya puedo seguir”.

¿Es una fase más del duelo contarlo en una canción?

Del duelo y de todo, de las alegrías, de los amores, de todo... Voy viendo mis discos y veo que en el momento en el que ojalá llegue a viejita tendré como mi vida por discos, contar lo que me va pasando. Si lo dejo como herencia vais a saber literalmente todo lo que me pasa.

En temas como Sácame la pena o en Tuya hay sonidos que recuerdan a la Rozalén de los primeros discos, ¿tiene algo que ver con que sacaras también esa versión de Inevitable de Shakira hace un año que tocabas en tus primeros directos?

Sí que yo siento mucho a volver a algo de ese primer disco. Al final he hecho un poco lo que me ha dado la gana, lo que me salga, libertad de estilo musical cada vez hay más en todo lo que hacemos porque para nosotros la música es un juego. Hay mucha más letra igual que en el primer disco y eso me hace sentir muy libre y muy bien, como en el primero, que yo escribía esas canciones para mí, sin pensar mucho en los demás. Aquí, al final, aunque he tenido mucha crisis creativa, he acabado haciendo lo que a mí me servía. Entonces, contenta.

Contabas en una charla el otro día en el Instituto Cervantes que te habías enfrentado por primera vez al “folio en blanco”, ¿cómo has hecho frente a esa presión de tener que sacarlo adelante?

Se me han juntado muchas cosas. Siempre creo que espera mucho de mí todo el mundo, llevo ya desde el primer disco 12 años. Me han pasado cosas increíbles, ha sido la primera vez que he bajado del escenario por año y medio con lo que eso conlleva de depresión, evidentemente. Estás acostumbrado a un nivel de dopamina, de serotonina, de droga pura, que cuando te lo arrebatan ya sabía que iba a estar un poco depre. El síndrome de la impostora, ese miedo al olvido a que la gente ya no quiera escucharme. Algo que es totalmente falso porque no ha salido el disco y ya hay un montón de conciertos agotados, como con fe ciega.

Se me han juntado un montón de miedos e inseguridades que cada vez tengo más, pero que guay porque es lo que me hace poner la pila. Creo que todos los artistas pasamos por eso, el abismo ante la página en blanco y decir “estoy vacía, no sé qué tengo que contar”. Me siento autopresionada, no que me presionen los demás, yo soy la que más caña me meto y al final, pasa. Lo que intento es relajarme y hacer las cosas que me hagan sentir bien, que son las simples de la vida y me pasa mucho que lo que más me inspira es la propia cultura: ir a ver películas, leer, escuchar otros conciertos y música de los demás. Es lo que más me enciende la llama.

¿Y qué referencias culturales has tomado? ¿Qué te ha inspirado para este disco?

Uf, muchísimas. Musicalmente cada canción es tan diferente. Desde Sácame la pena que es una gaita venezolana, la de Tres días en Cartagena con Carlos Vives, es música tropical, Llévame es como rock indie, que te podría decir mil grupos que tienen ese tipo de sonido... Claramente, rap, yo escucho muchísimo rap desde que era cría, Violadores del verso y Kase.O son referentes para mí y aquí canto con ellos.

¿Cómo ha sido esa segunda colaboración con Kase.O, esa introducción en el rap?

Aunque ya habíamos colaborado con Mazas y catapultas, aquí lo que he tenido es ponerme deberes, cantar con una base de rap de R de Rumba, intentar escribir con rítmica rapera y salir de mi espacio de confort como decimos ahora e intentar evolucionar.

Como en Todo sigue igual, que la composición es con Ale de Fuel Fandango, ahí claro mi referencia era el Viña Rock, la parte más electrónica, de punkarreo, es la que le dedico a mis amigos de toda mi vida de Albacete, que nosotros somos todo eso. Se me nota como que en cada canción he bebido de una.

En Mis infiernos, esa canción con Kase.O precisamente hablas del síndrome de la impostora, de esas críticas en redes... ¿Está cada vez el ambiente más crispado para los artistas?

Sí, por eso es el único disparo que doy (risas). Es el desahogo del disco, pero es que hay veces que nos tenemos que enfrentar a cosas que son muy injustas y que duelen. Necesitaba decir eso “qué sabrás tú de mis infiernos, de mis demonios” para atacarme, darme lecciones... ¿Qué te pasa? ¿Por qué no te centras en lo tuyo y no me juzgas tanto si encima no tienes información? Pero como digo al final también “este es todo el tiempo que te voy a dedicar”. No quiero dedicar tiempo al odio, pero el desahogo es importante. Cuando la cante en directo, me voy a quedar a gusto.

Además, eres una artista que nunca se ha callado ante una reivindicación, ante las injusticias como ocurre ahora en Gaza, te has posicionado abiertamente a favor del pueblo palestino, ¿te ha jugado alguna mal pasada?

Siempre cuando dices alguna cosa, hay alguien a quien le molesta porque no piensa como tú. Pero es que ante este tema, creo que me sentiría mucho peor si no digo que lo que estoy viendo me parece macabro. No lo comprendo. Entonces, me sorprende que mucha gente no esté haciendo algo porque es durísimo lo que estamos viendo, no sé cómo nos estamos acostumbrando a ver ciertas imágenes.

Al final son vidas humanas y derechos humanos...

Claro, a mí hay cosas que me parecen normales, pero se ve que no lo son. Mira, la fotografía que ha ganado el World Press Photo, que encima no hay sangre ahí, pero es un niño dentro de una sábana y una mujer abrazándolo, cuando vi esa imagen fue el punto de “vuelvo a la psicóloga”, no entiendo este mundo. Me afecta, me quedo como en bucle, me siento hasta mal por seguir la vida normal.

Infiltrados
Un proyecto de Ikea

Almudena Grandes decía “la alegría es una forma de resistencia”. ¿Cómo podemos seguir si de verdad somos conscientes de todo lo que pasa o todo lo que ha pasado? El cerebro sé que manda cosas para que tú sobrevivas, pero a veces me cuesta.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es