El emperador sevillano que recibió burlas por su acento y revolucionó el Imperio Romano

El emperador sevillano que recibió burlas por su acento y revolucionó el Imperio Romano

El emperador Adriano no empezó sus andaduras con buen pie, pero dejó de lado las burlas y hoy en día es conocido como uno de los cinco emperadores buenos del Imperio Romano.

Retrato libre de un emperador romanoGetty Images

¿Alguien se ha burlado recientemente de ti en el entorno profesional y has entrado en una espiral de desconfianza sobre tus posibilidades? Hoy te traemos un ejemplo de superación para que te inspires en él. Se trata de un ejemplo a seguir que hemos invocado del mismísimo Imperio Romano: hablamos de Adriano, emperador de origen hispano que no empezó sus andaduras gubernamentales con buen pie.

Tal y como explica Detrás de Sevilla, Adriano tuvo graves problemas en su primer discurso ante el Senado Romano. Y es que muchos de sus integrantes se burlaron de su marcado acento hispano y pocos le hicieron caso. ¿Qué hizo Adriano? En lugar de rendirse a las chanzas, siguió hacia delante, superó sus dificultades en cuanto a la retórica y, como resultado, acabó formando parte del exclusivo grupo de "los cinco emperadores buenos". A continuación te repasamos la vida de este ejemplo a seguir de tiempos lejanos.

La vida del emperador Elio Publio Adriano

Nacido en Itálica, cerca de la actual Sevilla, el 24 de enero del año 76, Elio Publio Adriano quedó huérfano a los diez años y se trasladó a Roma bajo la tutela de su tío, el futuro emperador Trajano, quien le brindó una educación excepcional.

Mostrando inclinación por la sabiduría y las artes, Adriano se destacó en diversos campos del conocimiento, incluyendo matemáticas, medicina, filosofía y música, entre otros. Su interés por la cultura helenística le valió el apodo de graeculu, o pequeño griego.

Adriano demostró ser un precursor de las corrientes renacentistas al interesarse por todos los aspectos del conocimiento, sin descuidar su ascenso en la carrera social. Ocupó varios cargos públicos entre los años 91 y 117, además de destacar en el ámbito militar.

En 96 contrajo matrimonio con Vibia Sabina, sobrina nieta de Trajano, y continuó sirviendo bajo su tutela. Tras la muerte de Trajano en 117, Adriano fue elegido como su sucesor, ascendiendo al trono imperial.

La era del emperador Adriano

Su reinado se caracterizó por constantes viajes para conocer de cerca las provincias imperiales. Visitó las Galias, Germania y Britania, donde ordenó la construcción del famoso muro que lleva su nombre. También regresó a su tierra natal en Hispania y viajó por tierras africanas y Egipto.

Al regresar a Roma, Adriano se dedicó a reformar el gobierno imperial, adoptando medidas que aliviaron la burocracia y promovieron el bienestar de los ciudadanos, como la prohibición de los sacrificios humanos y el apoyo a los agricultores.

En el año 132, lideró la represión de la rebelión judía en Palestina, que dio como resultado la muerte de miles de personas. Su salud se deterioró debido a la hidropesía y falleció en julio de 138 en la estación termal de Baya, cerca de Nápoles.

Adriano dejó un legado significativo en la historia imperial romana, con su pasión por la cultura reflejada en grandes obras de construcción y escritos respaldados por intelectuales a quienes apoyó. Sus restos fueron sepultados en un mausoleo en el Castillo Vaticano de Sant’Angelo, en Roma, cerca del río Tíber.