El Sevilla se agiganta y conquista su séptima Europa League en los penaltis ante la Roma de Mourinho

El Sevilla se agiganta y conquista su séptima Europa League en los penaltis ante la Roma de Mourinho

Un partido absurdamente largo, con casi media hora de descuento, corona a los de José Luis Mendilibar, que supieron remontar el gol de Dybala. Broche soñado para un Sevilla que venía de coquetear con el descenso en LaLiga.

Rakitic sostiene la copa de la UEFA Europa League después de ganar la final en los penaltis a la Roma de Mourinho.Alex Caparros

Contaba en la previa José Luis Mendilibar que tenía sueño. Nada metafórico, sueño del de dormir porque había madrugado. El gran artífice de la resurrección sevillista es así, no había postureo. Su falta de nervios era la antítesis del sentir sevillista, agarrados a su competición fetiche en una temporada en la que coquetearon incluso con el descenso a Segunda. Pero el fútbol les quiso regalar ese último sueño: la séptima Europa League con un rival de morbo, la Roma... de Mourinho. 

Y el sueño se hizo esperar, pero se cumplió. En los penaltis, después de un partido absurdamente largo de alrededor de 150 minutos que acabó en 1-1, el Sevilla se agigantó. Agarrados al espíritu de dos de sus leyendas, José Antonio Reyes y Antonio Puerta, 'presentes' en el vestuario del Puskás Aréna de Budapest, el rey de Europa (League) no falló cuando no había que fallar. Porque el Sevilla es, al menos en Europa, de esos que no juega finales... las gana.

Mucho antes, allá por las remotas 21:00, el balón echó a rodar con un guion preclaro. El Sevilla a dominar y moverse en busca el hueco que esta Roma no suele dejar, sabiendo que cada pérdida abría hueco a las veloces arrancadas italianas. Como la que tuvo Spinazzola en el 10' en una jugada de dos toques. En el otro área, por contra, el balón ni entraba. Contra una roca atrás, el Sevilla no veía cómo meterse entre las líneas brillantemente soldadas por Mourinho. Su Roma estaba cómoda jugando a un juego que le va muy bien y que daba pie a acciones rápidas. En una de esas llegó la acción que cambió la final.

Parecía la enésima jugada embarrada en el centro del campo, pero una pérdida de un confiado Rakitic la aprovechó Cristante, muy activo hoy, para habilitar en largo a Dybala. El argentino, que decía Mourinho estaba "para 20-30 minutos", sacó su clase en qué momento: sorprendió a la zaga andaluza, se coló por medio e hizo el 0-1 de tiro cruzado imposible para Bono.

Era el 34' y el gol lo activó todo. El Sevilla pareció entender que jugar a lo de antes no servía y menos con una Roma en ventaja. Así, llegaron las primeras acciones verdaderamente peligrosas, como un córner magistral de Rakitic que Fernando desperdició y un remate del propio Rakitic directo al palo, ya expirando el absurdo descuento de 7 minutos —volvemos a lo del Mundial de Qatar—.

No habría vuelta atrás tras el descanso. Los de Mendilibar, que metió a Lamela y Suso, apretaron más si cabe. El ritmo creció, en un bombardeo sobre el área romana hasta que llegó el empate en el 54'. Navas la puso en el área pequeña y Mancini, él no quería, hizo justicia. La final ya no frenó y lo raro es que se mantuviera el 1-1 hasta la prórroga.

No faltaron ocasiones. Dos tuvo la Roma, pero qué dos. Un centro sobre el área chica de Bono acabó en una sucesión de piernas, rebotes, una parada de puros reflejos y un remate final de Ibañez al lateral... del campo. Y otra, en el tramo final, también de falta con una pizarra brillante que Belotti llegó a rematar con la punta de los dedos y el meta marroquí despejó (aunque el árbitro no viera córner). Minutos confusos para todos, también para el colegiado británico, que tampoco acertó cuando en el 75' señaló un penalti por un supuesto contacto de Ibañez sobre Ocampos que acabó anulando el VAR.  

La última oleada le tocó al Sevilla, en un arreón a segundos del pitido final que, de ser gol, hubiera sido un final verdaderamente made in Sevilla versión Europa League. Pero tocaba prórroga. Allí, cuando las piernas pesan el triple y las luces de la creatividad se apagan, el tiempo pasó con más cansancio y desacierto que verdadero fútbol, aunque todos tuvieron su ocasión. La de la Roma, tras buscar descaradamente los penaltis, llegó en el último de los 11 minutos de descuento, en el enésimo balón parado que terminó tocando el larguero. Y después de un acumulado sin sentido de 150 minutos de juego, algo idóneo para un 31 de mayo..., nos fuimos a los penaltis.

Bono, el meta marroquí que sentenció a España en el Mundial desde los 11 metros, volvió a erigirse en estrella en el momento. Y Montiel, que ya anotó el penalti que coronó a Argentina en Qatar... también esta vez abrochó el mejor final posible. Honores al rey de Europa (League).

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Miguel Fernández Molina (Sabiote, Jaén, 1987) es periodista licenciado por la UCM. Trabajó ocho años en el medio digital 'Mundotoro' antes de llegar a 'El HuffPost', donde ejerce de responsable de cierre y escribe sobre deporte, internacional y política, entre otros campos.