Madrid late con sus fiestas

Madrid late con sus fiestas

Estoy segura que si nos preguntasen a los madrileños y madrileñas cuál es nuestra identidad, cada cual contestaría con una idea distinta.

Personas bailando en el centro de Madrid.Europa Press News via Getty Images

Madrid es una ciudad abierta, acogedora. Lo es desde siempre; quizás, porque al estar en el centro de nuestro país, es un privilegiado cruce de caminos entre los pueblos de nuestra diversa España.

Madrid, Madrid, ¡qué bien tu nombre suena, rompeolas de todas las Españas!, escribió Machado. Ese es nuestro Madrid, el de siempre, el clásico, el tradicional, el actual, el que hace historia y el que se proyecta hacia el futuro.

Ese es nuestro Madrid, el de siempre, el clásico, el tradicional, el actual, el que hace historia y el que se proyecta hacia el futuro

Estoy segura que si nos preguntasen a los madrileños y madrileñas cuál es nuestra identidad, cada cual contestaría con una idea distinta. Y precisamente, es esa nuestra identidad: la diversidad, la diferencia, la perspectiva personal, no como causa de enfrentamiento sino como bisagra que une.

Esa identidad cosmopolita, fue lo que permitió que el siglo pasado, castellanos, gallegos, extremeños, andaluces o catalanes, que buscaban un lugar para vivir mejor, se hicieran madrileños con facilidad. Y esa identidad fue la que permitió que, en este siglo, medio millón de personas venidas más allá de nuestras fronteras, se hayan convertido en un pilar fundamental del desarrollo de nuestra economía, completándonos como ciudad y como sociedad, al permitirnos vivir la enriquecedora experiencia común del mestizaje.

La idea integradora de la diversidad también se manifiesta en nuestras fiestas. En las de San Isidro, en las de San Cayetano, en La Paloma o en las del resto de los barrios, que desde el mes de junio van celebrando encadenadamente sus particulares festejos locales.

Las fiestas no solo nos recuerdan las tradiciones, sino que nos animan a la participación en comunidad, algo que el espíritu neoliberal de este tiempo rechaza con disimulo, pero con convicción.

Frente a esa idea disgregadora, individualista e interesada de Madrid necesitamos defender alternativas de comunidad, de convivencia. Necesitamos acercarnos y no alejarnos. Y este bien colectivo, que son las fiestas de los barrios, son un estímulo para ello.

Desde hace años, he visitado muchos de estos festejos, y he compartido con las agrupaciones socialistas de cada distrito, la dedicación que tienen los vecinos y vecinas a las fiestas de su barrio; he tenido encuentros con asociaciones de vecinos, entidades juveniles, clubes deportivos y con otras asociaciones que participan con casetas y actividades, con los que he compartido el festivo espíritu de nuestra identidad diversa. En todas, destaca un espíritu de convivencia en paz y libertad, que recuperó el Ayuntamiento de Enrique Tierno con la llegada de la democracia, y que se ha asentado, barrio a barrio, como parte de nuestra identidad madrileña.

Quienes creemos y defendemos los valores de la convivencia, la cooperación, la solidaridad y la diversidad cultural nos sentimos orgullos de este espíritu madrileño y festivo que rescató Tierno Galván y que hoy, a pesar de todo, sobrevive con calor y con color como parte esencial de nuestra identidad.

Quienes creemos y defendemos los valores de la convivencia, la cooperación, la solidaridad y la diversidad cultural nos sentimos orgullos de este espíritu madrileño y festivo que rescató Tierno Galván

Entonces supimos integrar tradición y modernidad y sobre ese modelo, lo que pervive, resiste con fuerza: es nuestro orgullo de madrileñismo universal, abierto al mundo y a la diversidad. Sobre esta base, ya cimentada que parece casi inamovible, tenemos que volver a las fiestas como momento de pujanza del movimiento vecinal; recuperando la importancia de la iniciativa popular y el entendimiento de ésta con su Ayuntamiento. Porque una ciudad como Madrid no debe estar hecha solo de conflictos y porque sin negar los problemas que nos acucian, nos merecemos un respiro de alegría, en los que la fiesta sea un lugar de encuentro que nos articule como barrio, como colectivo, como sociedad.

“Madrid, corazón de España, late con pulsos de fiebre…” nos dejó escrito el poeta gaditano Rafael Alberti. Estos latidos se multiplican en nuestras fiestas, porque son parte de lo mejor de nuestro patrimonio inmaterial, un bien colectivo que debemos defender y disfrutar.

Felices fiestas, feliz verano.