Un golpe europeo en la mesa digital global

Un golpe europeo en la mesa digital global

La Unión Europea inicia el proceso de regulación de Facebook, Amazon y Google.

iPhone 11 Pro showing Social media applications on its screenP. Kijsanayothin via Getty Images

¿Cuál es el país más poblado del mundo? La respuesta convencional es sencilla: China, con 1.400 millones de habitantes. Pero la respuesta digital, global y sin fronteras es otra: el país más poblado es Facebook, la red social que ha empezado 2021 con unos 2.800 millones de usuarios activos al mes.

Durante la pandemia, las redes sociales se han desarrollado más que nunca. Vivimos en un mundo digital hiperconectado. Como media, Google recibe más de 40.000 consultas de búsqueda por segundo. Lo físico y lo digital cada vez se integran más. Estamos en un momento sin precedentes en el que debemos cuestionarnos la relación entre los estados tradicionales y lo que hay detrás de estos nuevos estados tecnológicos.

Los monopolios de empresas como Amazon, Facebook, Google, Microsoft y Alibaba hacen que sean casi superpotencias mundiales

Los monopolios de empresas como Amazon, Facebook, Google, Microsoft y Alibaba hacen que sean casi superpotencias mundiales. Son monopolios cuya concentración de poder y riqueza parte en gran medida de activos intangibles: datos, propiedad intelectual y sus potentes algoritmos. Durante 2020, los beneficios de Facebook crecieron un 53% respecto al año anterior, con una ganancia neta de 11.220 millones de dólares. La fortuna personal del consejero delegado de Amazon, Jeff Bezos, se ha incrementado un 68% desde que comenzó la pandemia.

El impacto de estas empresas ha trascendido todos los niveles. Influyen prácticamente en todos los aspectos de nuestra vida diaria. Y, sin embargo, las reglas de la Unión Europea para los servicios digitales no han cambiado demasiado en la última década.

El Parlamento Europeo tiene sobre la mesa cómo tratar esta gobernanza digital y adaptar a ella nuestros sistemas, construidos para realidades anteriores. Estamos sumidos en un apasionante debate para entender cómo debemos regular estas grandes plataformas y gigantes tecnológicos desde que el pasado diciembre de 2020 la Comisión Europea lanzara su propuesta con un paquete de ley de servicios digitales: la ley de mercados digitales (DMA, por sus siglas en inglés: Digital Markets Act) y la ley de servicios digitales (DSA, por sus siglas en inglés: Digital Services Act).

Esta propuesta busca la regulación de servicios digitales y plataformas en línea, como redes sociales, buscadores, plataformas de comercio electrónico y marketplaces, que ostentan el monopolio de esos servicios digitales que usan los europeos. La nueva ley los cataloga como “guardianes”, dado su amplio alcance. Que entren dentro de esta regulación dependerá de su tamaño de facturación, de su número de usuarios y del carácter permanente de su posición en el mercado. También podrá realizarse una investigación cualitativa de mercado sobre ellos.

Los gigantes tecnológicos tendrán que acatar unas reglas que asegurarán que la UE tenga poder ejecutor para hacer frente a los problemas de competencia en los mercados digitales.

¿En qué se traducirán estas normas en el día a día del uso de las plataformas? Por ejemplo, se propone que los guardianes no puedan combinar datos personales de sus servicios de plataforma central con datos de otras fuentes, ni restringir a los usuarios comerciales la contratación de otros servicios con usuarios finales fuera de los ecosistemas de los guardianes.

También deben permitir la instalación y el uso de software de terceros; tendrán obligación de asegurar acceso, interoperabilidad y portabilidad; y no pueden dar un trato favorable a sus propios servicios, por ejemplo, en algoritmos de búsqueda, entre otras medidas.

Durante su recorrido por el Parlamento Europeo, estas reglas de las DMA y DSA serán analizadas y estarán sujetas a cambios hasta su aprobación final. Nuestro objetivo es diseñar regulaciones para estas plataformas tecnológicas que aseguren una gobernanza digital, la creación de competencia y un campo de juego seguro y equitativo para la economía y la sociedad, y para todos los sectores.

Por ejemplo, el caso de la información y el sector periodístico. La industria de los medios de comunicación y el periodismo lleva años en un proceso de adaptación: los ingresos publicitarios han bajado y ya no se compra tanto en formato físico como antes. En medio de esa incertidumbre y búsqueda de un modelo de negocio sostenible y eficiente, el monopolio de los gigantes digitales, especialmente Google y Facebook, y su dominio de la publicidad digital impacta directamente en el ecosistema mediático.

¿Cuál es la relación entre los medios y estas plataformas? ¿Los agregadores de noticias como Google News disminuyen o aumentan el tráfico en los sitios online de noticias? ¿No debería estar regulado ese monopolio que puede disponer a su libre albedrío del contenido externo?

En estas preguntas, y sabiendo que las redes sociales y los motores de búsqueda generan ingresos gracias a los contenidos de los medios y las páginas de noticias, irrumpe el caso de Australia. Tras meses de debate, en los que Facebook incluso vetó la posibilidad de compartir noticias, en ese país se ha aprobado una proposición de ley para que Google y la red social paguen a los medios por sus contenidos. También les exigirá que avisen a editores de medios sobre los cambios en el algoritmo de divulgación de las noticias, que decide qué noticias son prioritarias y se recomiendan cuando se abre Facebook y se refresca el timeline o cuando se hace una búsqueda en Google.

Australia ha sentado un precedente que empieza a sonar en la UE

Australia ha sentado un precedente que empieza a sonar en la UE. Los editores de prensa europeos y Microsoft ya están pidiendo un mecanismo de arbitraje inspirado en el australiano para que en Europa también quede garantizada la remuneración por el uso que hacen los gigantes tecnológicos de los contenidos.

Es evidente que hay que analizar juntos qué es lo mejor para todos en estos momentos de cambio. Con la DSA, nuestro objetivo es diseñar la economía digital de la UE y dar pautas globales. Con la DMA, se trata de limitar la expansión de las grandes plataformas y crear un campo de juego que permita la competición de los pequeños operadores. Hay que superar la autorregulación e ir a unas normas coherentes y homogéneas en la UE que faciliten un equilibrio entre las responsabilidades de las grandes empresas, las pequeñas y los ciudadanos.

La regulación de las grandes tecnológicas supondrá un cambio de paradigma global, buscará que la gobernanza digital sea más innovadora, justa, igualitaria y segura. Un objetivo a la altura de los retos fundamentales que vivimos.