¿Qué hará ahora Putin? ¿Qué le pasará a Prigozhin? ¿Y a Wagner? ¿Cómo afecta la rebelión a Ucrania?

¿Qué hará ahora Putin? ¿Qué le pasará a Prigozhin? ¿Y a Wagner? ¿Cómo afecta la rebelión a Ucrania? 

La insurrección de los mercenarios ha sido el golpe desestabilizador más grave de cuantos ha sufrido el presidente en 23 años en el poder. Hay calma aparente, pero todo ha cambiado. La demostración de debilidad del Kremlin no tiene vuelta atrás.

Foto de archivo de Yevgeny Prigozhin junto a Vladimir Putin, cuando el jefe de Wagner era su cocinero.via Associated Press

"Debemos fingir debilidad para que el enemigo se pierda en la arrogancia". La máxima de Sun Tzu en su archicitado El arte de la guerra no la debió leer Yevgueni Prigozhin cuando inició su insurrección, el pasado fin de semana. El líder de Wagner levantó a 25.000 de sus mercenarios contra el Kremlin, marchando con sus tanques a Moscú, en el que es ya el mayor desafío a la autoridad de Vladimir Putin desde que llegó al poder hace 23 años, pero no midió bien sus fuerzas. ¿O no era lo que buscaba? Vio su fragilidad y apretó. ¿O fue pose? Lo que ocurre es que igual no, no fue fingida, sino real esa debilidad de Putin, a tenor de los acontecimientos. Que una cosa es que la crisis haya quedado relativamente cerrada y, otra, que no haya onda expansiva, cuyos efectos aún desconocemos. Todo preguntas.

¿Qué va a pasar con Putin ahora que se han mostrado sus vergüenzas en público? ¿Cuál será el futuro del levantado Prigozhin y su gente? ¿Qué castigo recibirán? ¿Cómo han encajado los rusos lo sucedido? ¿En qué medida afectará a la guerra en Ucrania? Faltan respuestas, pero aquí tratamos de frenarte los hechos y explicar el minuto y resultado. Al menos hoy, así están las cosas. 

Cómo queda Putin

En las 24 horas sorprendentes que vivimos el sábado, Putin enfrentó el mayor ataque a su poder desde en dos décadas largas. Si bien el riesgo inmediato parece haber sido contenido, los llamados kremlinólogos dicen que Putin no parece fuerte, sino bastante magullado tras haber sido zarandeado por uno uniformados que han sido el brazo oficioso, alegal, de sus Fuerza Armadas, con su consentimiento y su presupuesto. 

El ampliamente conocido odio de Putin a la traición apareció reflejado en su severo discurso nacional de televisión el sábado por la mañana, donde acusó al líder de Wagner, Prigozhin, de una "puñalada por la espalda". Es posiblemente lo que más enerva al mandatario, lo que más le duele. Durante años se ha apoyado en la muleta de Wagner para llevar a cabo acciones en el exterior, desde ofensivas a de protección, de las trincheras de Ucrania a la vigilancia de minas en África, y ahora el perro le muerde la mano. 

El presidente de Rusia no ha sido visto en público desde la jornada del sábado y, de hecho, se desconoce dónde ha estado. Las informaciones son contradictorias sobre si se marchó de Moscú con su avión privado, camino de una de sus residencias en el norte del país. No se planea un nuevo discurso presidencial en el futuro cercano, dicen fuentes cercanas al Kremlin en agencias como Reuters y AP. En una entrevista pregrabada en la televisión estatal el domingo, que parecía haber sido realizada antes de la rebelión, Putin afirmó que confiaba en el progreso de la guerra en Ucrania, ahora en plena fase de reconquista. 

Las medidas de seguridad antiterroristas han seguido vigentes en Moscú hasta este lunes, lo que genera especulaciones sobre que el mandatario estaría en la capital, retornado o no de otro destino. A saber qué hace este hombre poco accesible, sorprendente. Algunos anticipan que Putin atacará de alguna manera en los próximos días, ya sea militarmente a Ucrania o a aquellos dentro de Rusia que no han brindado su apoyo. Quizá no sea inmediato, pero vendrá. Una rebeldía de semejante magnitud no puede quedar sin castigo, si nos atenemos a la personalidad del presidente y a la propia historia de Rusia, donde no gustan ni los débiles ni los perdedores

Anne Claessen, colaboradora del Real Instituto Superior de Defensa belga, recuerda que el choque entre Wagner y el Ministerio de Defensa se llevaba fraguando "meses", porque eran "dos focos que querían poder a aun tiempo". Sin embargo, encajada la "fractura abierta", pone el acento en dos detalles de este levantamiento. "Uno es que Prigozhin dijo en su andanada inicial que la guerra de Ucrania era un conflicto provocado sobre falsos pretextos, innecesario, que no había amenaza alguna de la OTAN para la Federación Rusa. Eso es muy muy peligroso, porque la piedra está lanzada. Esa acusación no se puede borrar y ha sido escuchada por mucha gente. La duda se implanta, los ciudadanos hace tiempo se hacen preguntas. Nadie sabe cómo superará eso Putin", indica. 

El segundo punto es que los tanques de Wagner "han avanzado hasta 200 kilómetros apenas de Moscú, en un puñado de horas, sin interferencias. En algunas zonas, hasta se les ha aplaudido o acompañado en el avance por ciudadanos. Queda claro que Wagner no ha podido dar un golpe, mucho menos generar una guerra civil al uso, pero también que Putin no tiene el apoyo tan importante que necesita. No es querido de forma tan profunda como creía". "Ambas son certezas con las que tiene que trabajar ahora desde el Kremlin y, una cosa es que ya hubiera críticas desde el otoño, sobre todo, y otra, que se expresen a la cara, echando muertos sobre su conciencia", ahonda. Entiende que aunque las aguas vuelvan a su cauce, "el escenario que queda es muy preocupante" para el presidente ruso. 

Comparte su versión el militar español retirado Manuel Gutiérrez. El coronel destaca que "Putin lleva más de 20 años tratando de mantener su imagen de líder fuerte, de triunfador, de padre protector de la nación y ahora, en menos de un día, ha demostrado que ese control absoluto no existe. El hombre que podría atacar Siria sin que hubiera consecuencias dentro de sus fronteras, el hombre que ordenaba una "operación militar especial" sobre Ucrania y se reía de las sanciones internacionales, ha tenido que presenciar una insurrección que se ha parado porque el líder de Wagner se dio la vuelta", indica. Es "muy posible" que tampoco hubiera sido exitosa, por falta de medios o de apoyos, pero "el blindaje ha quedado abierto". "Eso es una amenaza para el país y para su presidencia", concluye. 

A Putin, históricamente, ni lo ha molestado que se le llame autoritario o iliberal, porque en esa mano de hierro confiaba su futuro. Parecía intocable. Ahora ha visto que esa estampa es eso, "que ese relato no le sirve porque puede mucho, manda mucho, pero no está libre de ataques con consecuencias. Parecía casi invencible, pero no lo es, ni en Ucrania ni con los mercenarios y sus aliados si de da el caso bien armado. Hablaría, más que de amenaza, de debilidad, en todo caso", precisa el militar. 

Ahora, insiste repetidamente, "los rusos saben que su régimen puede tambalearse y la pregunta es cuánto tiempo pasará hasta que alguien más se atreva a dar el paso, con posibilidades de acabar con Putin". Y también lo saben los socios internacionales, países como China, Irán, en menor medida India o Brasil, que observan atentos los acontecimientos. 

"Los rusos saben que su régimen puede tambalearse y la pregunta es cuánto tiempo pasará hasta que alguien más se atreva a dar el paso, con posibilidades de acabar con Putin"

Nadie sabe aún cómo será su venganza, pero hay coincidencia en que la aplicará. "Está tocado, pero pese a ello, por ahora no es capaz siquiera de castigar a los rebeldes. Hay muchas preguntas en blogs rusos de por qué Prigozhin no está aún muerto", envenenado, "caído" por un balcón o algo similar. "Hay analistas y diputados de la Duma enfadados con su salida a Bielorrusia. La ven templada. Estas personas, en plenos canales rusos, abiertos, proPutin, están preguntándose cuál es el poder real de su presidente cuando tiene una guerra abierta en Ucrania, hasta dónde se le escucha entre los milicianos. No puede no hacer nada. Es probable que acabe purgando aquellos a quienes ha visto vacilantes en estos días, por lo que es factible que su régimen se volverá más autoritario y más brutal al mismo tiempo", apuntala la analista belga. 

Entre las voces desde entro, destaca la del conocido empresario opositor ruso Mijaíl Jodorkovski. "Tuvo lugar una situación revolucionaria. Una sublevación en Moscú podía haber cambiado el poder. Dejamos escapar la posibilidad, esto es un menos. Pero el régimen se debilitó a consecuencia de eso, esto es un más", escribió en Telegram, cita EFE. El que fuera el hombre más rico de Rusia hasta su condena y exilio, afirmó que "surgirán más situaciones como esta". "Y hay que estar más preparados para ellas", advirtió. 

Jodorkovski calificó de "impotentes dañiños" a los opositores que no se atrevieron a ayudar al jefe de Wagner, Yevgueni Prigozhin, a derrocar a Putin y tomar el poder y afirmó que son como "arena dentro de la dinamita, ni explotan ni dejan explotar", pero en el sentir opositor es lo que pesa: que ocurrirá, más tempano que tarde, con los nombres que sea, pero contra Putin. 

¿Qué va a ser de Prigozhin?

El hombre detrás de la rebelión, Yevgeny Prigozhin, es un hombre libre a estas alturas de la película. A pesar de intentar derrocar al liderazgo militar de Rusia, se le retiró el cargo de motín armado que había en su contra. Al menos, eso dijo el Kremlin, porque este lunes el diario Kommersant ha indicado que no, que el caso penal por organización de rebelión armada sigue abierto. 

El jefe de Wagner denunció la desastrosa gestión de la cúpula militar rusa, encabezada por el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y el jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov, sus mayores enemigos y a los que anhela desplazar del cargo para mangonear directamente en los contratos para su gente. Eso, como poco, si no tiene aspiraciones mayores de ser un nuevo Putin, más fiero. En sus videos y audios, absolutamente viscerales, dijo que la guerra en Ucrania había costado la vida a unos "100.000 soldados rusos", sin que dolieran en Moscú. 

Tras anunciar el sábado a primera hora la toma de la ciudad rusa de Rostov del Don -sede del Estado Mayor del Distrito Militar Sur de Rusia-, y de acercarse por la tarde una columna de mercenarios a 200 kilómetros de Moscú, la mediación del presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, logró frenar la rebelión. 

El acuerdo alcanzado con Prigozhin, que se retiró a continuación junto con sus hombres de Rostov del Don y a lo largo del domingo también de las regiones de Moscú y Vorónezh (por donde pasa la carretera que une el sur con la capital), consistía supuestamente en mandar al empresario al exilio en Bielorrusia a cambio de que se le retiraba el cargo penal, por el que podía ser condenado a entre 12 y 20 años de prisión. 

El pacto también incluía que no se perseguiría a los mercenarios que se sumaron a la sublevación de su jefe y que aquellos combatientes que no habían participado directamente en la misma podían suscribir un contrato con el Ministerio de Defensa y subordinarse al mando de Shoigú y Guerásimov. Tanto Shoigú como el presidente ruso, Vladímir Putin, habían ordenado que todas las unidades "voluntarias" de Rusia suscriban un contrato con Defensa hasta el 1 de julio, algo que Prigozhin antes de la sublevación había rechazado tajantemente. Tras un tiempo de pelea, esa ha sido la gota que ha colmado el vaso de su paciencia. 

En estos momentos se desconoce dónde se encuentra el jefe de Wagner, que sigue guardando silencio sobre los supuestos términos del acuerdo. Los analistas de Rusia no esperan que Prigozhin desaparezca silenciosamente en la noche. Ha sido demasiado importante en estos años, desde que era cocinero de Putin a su tiempo actual como jefe de mercenarios, y sigue teniendo un poder importante entre su gente. Sus discursos, sus arengas, son realmente apreciadas entre su gente y, también, en parte de las Fuerzas Armadas rusas, las que entienden que se está siendo demasiado blando por ejemplo en la invasión de Ucrania. 

Ha pasado años haciendo el trabajo sucio para el Kremlin, desde pelear en Siria hasta pelear en Ucrania en 2014, cuando se anexionó Crimea. Pero después de desafiar la autoridad de Putin, y algunos argumentan que humilló al líder ruso, las preguntas sobre qué garantías se le dieron para su seguridad y su papel en el futuro aún no se han respondido. 

"Cuánto control podrá ejercer el bielorruso Lukashenko sobre Prigozhin es la pregunta ahora", deja sobre la mesa Gutiérrez. "Minsk es un satélite de Moscú y a él reporta. Hay que ver qué capacidad de moverse tiene y qué fuerzas lo acompañan". Y, también, si hay opciones de cambio de liderazgo en el Grupo. Hoy es muy personalista, pero cuando nació no lo fue. ¿Alguien puede tomarle el relevo? ¿Alguien puede quitarle el mando desde dentro? Nadie sabe aún. 

A todo esto se suma que hay incontables bloggers que incluso dejan caer que todo es fruto de una estrategia entre Putin y Prigozhin para tener una excusa interna que permitiera parar la desastrosa guerra ucraniana, un aterrizaje de emergencia para los rusos. Las teorías se multiplican por momentos. 

  El jefe del grupo de mercenarios Wagner, Yevgueni Prigozhin.Anadolu Agency via Getty Images

¿Y qué ocurre con Wagner?

Antes de este asombroso motín armado, decenas de miles de mercenarios de Wagner estaban jugando un papel clave en la guerra de Putin contra Ucrania, hasta 50.000 efectivos según las Inteligencias occidentales. Pero los días de Wagner como ejército independiente ya estaban llegando a su fin. Prigozhin y sus fuerzas han estado resistiendo la presión para absorberlos en el Ministerio de Defensa ruso y el enfado por ese movimiento se considera un factor clave para convertir una disputa de largo aliento en una rebelión en toda regla como la que nos ocupa, con toma de ciudades y tanques hacia la Plaza Roja. 

Desplazaron al menos cuatro columnas militares casi hasta Moscú sin sufrir una baja, pero derribando varios helicópteros y un avión militar ruso, que no fue poca cosa, pero ahi quedó. Queda la duda de fondo: cómo los wagneritas pudieron avanzar tanto, si recibieron ayuda, de quién, si tuvieron ya apoyo del mando militar ruso o sólo vieron la grieta en su debilidad, si pararon porque no llegaban a más o por una decisión deliberada para permitir las negociaciones entre Prigozhin y Lukashenko.

Pero con el final de esta insurrección de corta duración -y Prigozhin ahora aparentemente en el exilio forzoso-, nadie tiene claro qué harán sus combatientes. Aparentemente, se han retirado los cargos contra los involucrados en el motín, según garantizó el Kremlin. No se ha informado de que hayan sido desarmados. Diversos videos en las redes sociales han mostrado a las tropas de Wagner saliendo de la ciudad de Rostov-on-Don, donde habían tomado el control de las bases militares, y el gobernador de Voronezh, que está a mitad de camino entre Rostov y Moscú, ha confirmado oficialmente que también han abandonando su región.

Sin embargo, no está claro si ahora simplemente cooperarán con Moscú y se integrarán en el ejército ruso regular, como quiere Defensa, o incluso si los soldados regulares de Rusia ahora estarán dispuestos a servir junto a ellos. "El puñetazo sobre la mesa del sábado puede dar resultados en los dos sentidos", sostiene Claessen. ¿Puede haber desmantelamiento de Wagner? Sí, si sus contratistas se van en masa a las Fuerzas Armadas, donde ni los salarios ni las condiciones laborales son tan buenas. Sería la victoria de Shoigú en su rivalidad a muerte con Prigozhin. Pero, "¿cuántos se irán, quién los comandará, ante quién responderán?", incide la especialista. 

Hay cierta coincidencia en que, de momento, Wagner podría seguir trabajando en Sudán, Libia, Malí o República Centroafricana, donde ya están desplegados sin roces, desde hace tiempo, implicados en conflictos pero, sobre todo, protegiendo los intereses comerciales de Rusia, mientras que se puede desmantelar su bloque ucraniano. 

¿Y simplemente vuelven a luchar en las zonas de conflicto en Ucrania, como sugieren los medios estatales rusos? "También es posible", dicen a la par los dos entrevistados. En este caso, hay peligro para Ucrania. Los combatientes pueden seguir a Prigozhin o al líder temporal que se les asigne hacia el oeste, desde Bielorrusia, y este es el punto más cercano desde donde Rusia podría atacar la capital ucraniana, Kiev. Fue justamente por donde se inició la invasión el 24 de febrero de 2022. 

Así influye la crisis en Ucrania

Hay una primera consecuencia clarísima de esta crisis en la invadida Ucrania: el chute de optimismo que supone ver la descomposición del contrario. La imagen de soldados en el frente comiendo palomitas mientras ven a sus enemigos despellejarse no puede ser más clara. Pero más allá de eso, está la batalla. Wagner ha estado proporcionando algunas de las tropas de choque más exitosas de cuantas luchan en Ucrania, a pesar de que muchos de sus combatientes han salido de las cárceles, atraídos con la promesa de libertad para el servicio de primera línea. Estuvieron muy involucrados en la captura de Rusia de la ciudad de Bajmut, por ejemplo, reivindicada por Moscú pero rechazada por Kiev, que dice que nunca cayó por completo y donde, de hecho, están recuperando terreno en su ofensiva iniciada hace unas tres semanas. 

Rusia afirma que la rebelión no ha tenido impacto en su campaña en Ucrania hasta el momento. "Sin embargo, las fuerzas rusas sin duda habrán escuchado lo que ha estado pasando y las noticias pueden ser desmoralizadoras", indica el militar español. Hay posibilidades, indica, de posibles Wluchas internas entre unidades rivales en los próximos días", aunque se reducirá esta posibilidad "en función de la fortaleza que se vea en Moscú".

En Ucrania, además de la preocupación por los riesgos de que Rusia intensifique su participación en la guerra como una cortina de humo a sus problemas, los líderes militares buscarán oportunidades a partir de la inestabilidad al otro lado de la frontera. Sostienen que ya están logrando huecos, una "ventana de oportunidad". Un exembajador de Estados Unidos en Ucrania, Bill Taylor, dijo a la BBC que las fuerzas ucranianas estaban en "una buena posición" para explotar las debilidades tácticas expuestas por el repentino movimiento de los combatientes de Wagner.

Kiev considera que este marcó el inicio del "desmantelamiento del sistema" de Putin. "Es la punta del iceberg de un proceso de desestabilización", tuiteó el secretario del Consejo, Oleksí Danílov. La única opción que tiene Putin para "salvarse" es la "liquidación física" de los Wagner, un castigo ejemplar a Prigozhin y la implantación de una ley marcial, añadió.

El asesor de la Presidencia ucraniana, Mijailo Podoliak, lamentó la retirada de Wagner cuando estaba a punto de "anular a Putin" y tras negociar con "un intermediario de dudosa reputación, Lukashenko", que promete "garantías de seguridad". La "élite de Putin" ha vivido 24 horas de temor, añadió el asesor del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, según el cual Prigozhin "humilló" al líder del Kremlin y demostró que no tiene el "monopolio de la violencia".

¿Con quién están los rusos?

El discurso de Putin a la nación del sábado, mientras se desarrollaba la crisis, se ha visto como una señal de la seriedad con la que veía la amenaza y la necesidad de afirmarse ante el público ruso, que lo sigue apoyando en masa, pero con voces críticas al alza. 

"Muchos dentro de la élite culparán personalmente a Putin por el hecho de que todo llegó tan lejos y que no hubo una reacción adecuada del presidente a tiempo -escribe en Telegram una destacada analista de Rusia, Tatiana Stanovaya-. Por lo tanto, toda esta historia también es un golpe para las posiciones de Putin".

Es difícil sacar conclusiones sobre la opinión pública rusa en general, pero es de esperar que los líderes del país se hayan preocupado por la visión de los civiles aplaudiendo las unidades de Wagner en la ciudad de Rostov. Una imagen que nada tiene que ver con ese Putin a caballo, intocable. Gente que aplaude a Wagner, se hace fotos con sus milicianos, enarbolan las banderas de Rusia a su paso. Eo se ha visto estos días, eso no se olvida, eso hace daño, eso genera dudas. No fueron todos, claro, se han visto también trenes llenos de rusos escapando de la zona tomada por no comulgar con los milicianos. 

"El poder en el sistema político autoritario de Rusia está concentrado en manos del presidente Putin. Con fuerzas de seguridad leales, un poder judicial subordinado, un entorno mediático controlado y una legislatura compuesta por un partido gobernante y facciones de oposición flexibles, el Kremlin puede manipular las elecciones y suprimir la disidencia genuina. La corrupción desenfrenada facilita los vínculos cambiantes entre los funcionarios estatales y los grupos del crimen organizado", resume en su informe de 2022 la organización de derechos humanos Freedom House. La desinformación, la falta de libertad política y la reciente purga de los principales medios ha contribuido a la formación de personas que viven envueltas en la apatía generada por la propaganda de Putin, pero lo del pasado fin de semana ha sido demasiado público, ha saltado a los medios oficiales, se ha colado en cada casa. Las preguntas, también. 

Quedan las costuras al aire, los rotos expuestos, la desnudez del emperador. El efecto del terremoto Wagner está aún por ver.