La gran mentira que nos comemos del tomate frito

La gran mentira que nos comemos del tomate frito

¡Aquí hay tomate!

Imagen de archivo de botes de tomate frito casero.Dominika Zarzycka/NurPhoto via Getty Images

El color no es garantía absoluta de saludable. Al menos es una regla que no se puede extrapolar a todos los alimentos que han sufrido un proceso de transformación en una cadena industrial. En lo referente a un producto de uso muy frecuente en la cocina española, lo anterior adquiere una dimensión muy relevante.

Lo cuenta El Español en un reportaje en el que se recoge la problemática con el tomate frito, al menos con la afirmación que aparece en envases de distintas marcas, pero que no refleja con exactitud todos los ingredientes que puedan haber estado presentes en el proceso. Todo ello frente clásicos componente como son el aceite de oliva virgen, la cebolla y el ajo.

"Entre el tomate frito de supermercado y la salsa que podemos elaborar en casa, hay dos grandes diferencias. El proceso de elaboración ni se parece y el del súper cuenta con ingredientes que nunca usaríamos en casa como el almidón modificado o el azúcar", ha explicado José Luis Rodríguez, tecnólogo de alimentos, en declaraciones al citado medio.

"El tomate frito realmente no está 'frito' como tal. Es una denominación que lleva utilizándose desde hace mucho y está validada por la legislación, pero técnicamente el tomate no está sometido a un proceso de fritura", ha relatado Mario Sánchez, otro tecnólogo de los alimentos, indicando que "en este caso, el tomate se pela, trocea, etcétera, y se va cociendo poco a poco mientras se mezcla con el aceite en grandes depósitos". Este, en muchos casos, no acostumbra a ser aceite de oliva.

Niveles de azúcar en un brick equivalentes al de un donuts

Precisamente, uno de los grandes problemas con el contenido de azúcar en un producto pasa por que la legislación no obliga a diferenciar entre qué proporción es añadido y cuánto natural. Según el citado medio, hay un truco que se puede emplear para distinguir si el nivel de azúcar se acerca al límite que recomienda la OMS, 25 gramos al día. Como en las etiquetas los ingredientes se ordenan por cantidad, si el azúcar aparece entre los primeros del listado es probable que se acerque a los niveles máximos.

Y aportan un significativo dato del contenido de un pequeño brick de tomate frito como los que se venden en supermercados citando a la web Sinazucar.org. Uno de estos envases, habitualmente de 210 mililitros, contiene el equivalente a cuatro terrones de azúcar, es decir unos 16 gramos. Lo que supondría un contenido similar al de un donuts.