El ministro de Defensa pide perdón a las incansables madres de Soacha por la ejecución de 19 jóvenes en 2008 en una localidad fronteriza con Venezuela.
Tras meses de encuentros secretos, de cesiones y de avances, se firmó en Washington la hoja de ruta que debía llevar a una solución justa y duradera al conflicto. Tres décadas más tarde, la violencia azota y los políticos ni se miran.
Los combates han causado la muerte de más de 600 civiles y heridas a 5.000 más. Hay 700.000 desplazados internos y han escapado del país 120.000 sudaneses más.
Un repaso cronológico a la paz y sus amenazas, de las escisiones del IRA al Brexit, del cambio de piel del Sinn Fein a los problemas de gobernabilidad.
Los disidentes del ya inactivo IRA obligan a elevar la seguridad, en una tierra que desea festejar la paz, pese al bloqueo político en sus instituciones.
Transcurridos 41 días desde que el plebiscito por la paz fuera derrotado en Colombia, llegamos a un segundo acuerdo de paz que, antes de nada, evidencia el compromiso de las partes involucradas por cerrar más de cincuenta años de conflicto armado interno.
Un acuerdo como el de Colombia es la llave para transitar de un escenario de violencia a un escenario de recomposición política, cultural y social donde las diferencias se resuelvan sin armas. Es un acuerdo de paz con democracia local, inversión social, redefinición territorial, participación política incluyente y con una salvaguarda ejemplar a los Derechos Humanos y el Estado de derecho. Lo demás, de verdad, es pura construcción discursiva de los enemigos de la paz.