derecho al honor

Tanto el ente público RTVE como la vecina que no lograba conciliar el sueño han sido condenados por el Tribunal Supremo por atentar contra el derecho al honor.

La revista satírica inicia una campaña para recaudar fondos y presentar pelea en el Supremo.

Ahora hay una nueva tribu caníbal en la red, valiente en el anonimato, cruel en la impunidad, que se suma a las existentes: el sector fanático de los animalistas. Una facción que, en realidad, no son animalistas, sino animales: son irracionales. Es esa gentuza que se alegra por la muerte del torero Víctor Barrio, corneado en Teruel el 9 de julio, como otros se han alegrado por la de un policía, o un militar.

El Comité de Derechos Humanos de la ONU, en su interpretación sobre el derecho a la libertad de expresión, ha indicado que su alcance llega incluso a expresiones que puedan considerarse profundamente ofensivas, aunque limitadas con lo dispuesto en el párrafo 3 de los artículos 19 y 20.

Guatemala tuvo un conflicto armado interno que duró 36 años y culminó con la firma de la paz en diciembre de 1996. No solamente fue armado, sino también ideológico, a través de la Doctrina de Seguridad Nacional, que incluía una serie de argucias jurídicas, como el hecho de no reconocer la beligerancia de las partes en conflicto.

El canibalismo sádico con que, una vez más, hordas de desaprensivos se aprestan a la lapidación sin compasión -sin medida, sin tregua, sin freno moral- de aquella persona prójima a la que se selecciona como diana ocasional de una orgía de vituperio en la que no se para en mientes ni ante la injuria ni ante la calumnia plantea problemas muy serios. Mi convicción como jurista, como demócrata y como ciudadano es clara: las redes no deben erigirse en cibervertederos de infamia.