La Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia deja claro que hubo crimen de Estado, que se quiso establecer una "verdad histórica" que no casa con los hechos.
A dos años de la desparición de los estudiantes, Ayotzinapa es portador de venganza y descontento; de frustraciones y hartazgo. No existe un autodistanciamiento y, por lo mismo, el análisis que se hace es acalorado y cortoplacista. Más que una herencia, se busca un resultado inmediato: para muchos, la renuncia de Enrique Peña Nieto.
La desorganización y falta de voluntad política del Gobierno deben ser enfrentadas por la población con una coordinación eficaz ciudadana. Si el crimen es capaz de organizarse, ¿por qué no ha de poder hacerlo la sociedad civil?