"Traspasamos las posiciones a los militares, municiones e incluso raciones de comida", asegura Prigozhin, de nuevo ironizando contra la cúpula militar de Moscú ofreciéndoles dos mercenarios por si necesitan ayuda.
Kiev no da la batalla por perdida e insiste en que incluso se marca "ligeros avances" en varios flancos y que las acciones ofensivas de Rusia han disminuido "un poco".
Rusia anunció este domingo la toma de la ciudad tras casi diez meses de intensos combates que redujeron a ruinas esa ciudad, aunque Kiev insiste en que sigue en los alrededores y no la da por perdida.
Prigozhin se muestra, una vez más, muy crítico con las máximas autoridades rusas y desvela que el escenario en el campo de batalla es muy preocupante para sus aspiraciones.
Kiev rechazó la oferta porque no se fía de los mercenarios de Putin, con los que el Kremlin lleva teniendo roces serios desde hace meses, intensificados ahora por la falta de armamento.
Razones de seguridad han llevado a descafeinar, si no anular, los principales eventos en todo el país. Putin cuenta los ataques ucranianos en suelo ruso, la división de sus próximos o el reproche de Wagner por falta de munición y tiene poco que celebrar.
El triunfo fue contra los nazis, hace casi 80 años. Hoy lo que tiene Moscú es un despliegue que no logra hacerse con suelo vecino, corto de armas y manos.
El líder de los mercenarios rusos se pronuncia sobre las acusaciones de esta semana acerca de los crímenes cometidos por Wagner contra civiles y niños en Bajmut.