Por favor, habilita JavaScript para ver los comentarios de Disqus.
Del "yo confieso" al "yo acuso"

Del "yo confieso" al "yo acuso"

¿Y si la distinción personaje/persona de aquella nota de prensa no oponía al político contra el agresor, sino que se refería a la contradicción entre las ideas dichas en público y aquellas que pensaba en privado?

Iñigo Errejón atiende a los medios después de testificar en los juzgados de Plaza Castilla.Europa Press via Getty Images

Sentada en la barra del bar, unos pocos metros a mi izquierda, una treintañera lleva una camiseta en cuyo dorso se puede leer “He llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona”. La sentencia —en el sentido de oración gramatical— está impresa sobre el dibujo de una cara que vagamente recuerda a la de Íñigo Errejón, y, efectivamente, pertenece al infame testamento político que el exlíder de Sumar ofreció como nota de prensa cuando ya era inminente la salida a la luz de sus totalmente incoherentes conductas sexuales.

Pasará ese texto a la Historia, es seguro, como la más sofisticada y malvada construcción retórica de la posmodernidad, en donde el yo se despliega en víctima y verdugo, culpable e inocente, en un juego cambiante de figura y fondo digno de Escher. Persona y personaje.

Aun así, en medio del laberinto de espejos mediante el que Errejón dimitía como portavoz del Grupo Parlamentario Plurinacional de Sumar —insértese un suspiro de resignada paciencia tras “Plurinacional”— parecía deslizarse una sutil confesión de las faltas de las que era acusado. La distinción personaje/persona parecía aludir a la esquizofrenia entre un intachable luchador por los derechos feministas y un tío chungo. Vale, chungo por culpa del patriarcado; chungo debido a que el neoliberalismo se le metía en el cuerpo como Venom posee a Eddie Brock; pero, al fin y al cabo, chungo, sórdido y tirando a turbio. Con esas notas de artificio y falsedad que acompañan al término “personaje”, y esas notas de esencia y verdad que acompañan al término “persona”, Errejón se señalaba con el dedo y asentía tristemente.

Pero esta semana el “yo confieso” se ha convertido en un “yo acuso”. Soy completamente inocente. Soy víctima de una denuncia falsa. Elisa Mouliaà se ha inventado esta historia para ganar dinero. ¿Cuál fue entonces la contradicción entre el personaje y la persona? Es más, el Errejón que hemos visto esta semana sonriente y relajado hablando con la prensa a la salida de su comparecencia ante el juez, ¿era una persona o era un personaje? Hace pocos meses, el personaje se mostraba como ejemplo de hombre feminista mientras la persona se comportaba sexualmente de forma machista y agresiva. Tras meses de terapia, reclusión y abogados, el personaje negaba la existencia de denuncias falsas, mientras que la persona no sólo afirma que existen, sino que además una de ellas le ha tocado a él.

¿Y si la distinción personaje/persona de aquella nota de prensa no oponía al político contra el agresor, sino que se refería a la contradicción entre las ideas dichas en público y aquellas que pensaba en privado? ¿Y si Errejón mentía cuando declaraba que no existían denuncias falsas, y es esa oposición la que le hizo acabar con todo, —y no su conducta sexual, ahora, según él, intachable—? ¿Puede afectar este cambio a la sentencia —en el sentido de resolución judicial— que le espera? La camiseta de la treintañera desconocida es tan divertida que venzo mi timidez para preguntarle dónde la ha comprado. Al parecer las hace su hermana. Me pregunta si quiero una. Al girarse para hablar conmigo, leo la frase que aparece en la parte de adelante: “Una forma de comportarse que se emancipa de los cuidados y de la empatía”.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.